ANÁLISIS | Perspectiva
Por Martín Boerr
Para los gobernadores el dinero es poder en épocas de bonanza y en períodos de escasez, directamente, es la garantía de supervivencia.
“En época de vacas flacas, gobernar es pagar los sueldos”, admite Ramón Puerta, ex gobernador de Misiones entre 1991-1999 y a cargo del Poder Ejecutivo Nacional por 24 horas, del 20 al 21 de diciembre de 2001.
Puerta fue convocado por Mercado junto a otros dos ex gobernadores, el rionegrino Pablo Verani (1995-2004) y el bonaerense Felipe Solá (2002-2007) para debatir la relación Nación-provincias en un momento donde las condiciones imperantes desde la poscrisis (después de 2001), basadas en un Tesoro Nacional superavitario y provincias sin ahogos financieros, comenzaron a modificarse drásticamente.
En efecto, después del período de crecimiento económico que parece ser el más importante de la historia argentina (2003-2011), el ciclo está cambiando. El nivel de actividad está estancado o con un crecimiento marginal.
Las cuentas provinciales comenzaron a arrojar déficit cada vez más significativos, luego de un período histórico excepcional de superávit. Algunos distritos, sobre todo aquellos que cuentan con recursos petroleros, empezaron a emitir deuda para tapar agujeros fiscales. Otros emiten Letras –bonos de corto plazo– y en algunas provincias se empieza a hablar de la posible emisión de cuasimonedas.
Los gobernadores, con el agua al cuello en las provincias, empiezan a rebelarse tímidamente ante la Nación que ya no las puede asistir como antes.
Esta publicación convocó a tres ex gobernadores para debatir esta dinámica de la relación Nación-provincias, cuál es el estado del federalismo en la Argentina y qué políticas se podrían implementar para mejorarlo.
Testimonios relevantes
Es importante conocer las opiniones de quienes tuvieron a su cargo la gestión de una provincia y cuyas opiniones parten de las experiencias personales. Son quienes tuvieron que adoptar decisiones basadas en la responsabilidad de administrar un Estado.
Las respuestas de estas tres figuras de la política –todas tuvieron alguna vez proyección nacional– son reveladoras de la dinámica de la relación entre un gobernador y el Presidente de la Nación.
Sería imposible pedirle a un mandatario provincial, hoy en el poder, que diga lo que piensa, libremente, de la forma en que se maneja el Gobierno nacional.
Por último, una reflexión sobre la responsabilidad de los Gobiernos provinciales.
En general, se admite que la Nación ejerce un poder desigual sobre los distritos.
Pero también lo es que los Gobiernos provinciales “descansan” en cierto paternalismo del poder central. No siempre buscan la autonomía financiera sino que descansan en el salvataje de la Nación o en “echarle la culpa” cuando aparecen los problemas.
Por ejemplo, la Ley de Coparticipación Federal que hoy rige el reparto de los recursos data de 1988. En 1994, la nueva Constitución estableció que había que discutir una nueva norma en el plazo perentorio de 18 meses.
Si bien gobernar es pagar los sueldos en épocas de estrechez financiera, como dice Puerta, el ex mandatario misionero también reconoce que cuando hay plata “nadie discute nada”.
Eso fue lo que sucedió durante estos años de bonanza. A nadie se le ocurrió promover el debate transformador de una nueva Ley de Coparticipación.
Así las cosas, la perversidad de la relación Nación-provincias no parece dada tanto en un Gobierno central ejerciendo poder desmedido sobre un distrito, sino en líderes políticos nacionales y provinciales pujando por dinero o echándose culpas unos a otros.
El gran perdedor no son los gobernadores provinciales como puede parecer, sino la gran mayoría de los 40 millones de argentinos que ven cómo sus representantes postergan indefinidamente las políticas de largo plazo en pos de una eterna puja cortoplacista tendiente a asegurarles su supervivencia política.
Pablo Verani
No hay Gobierno más unitario que este
Fue gobernador de Río Negro entre 1995 y 2003 (dos períodos). Como uno de los líderes del radicalismo nacional apoyó la transversalidad de la que hoy se muestra arrepentido. Actualmente es senador por su provincia y presentó un proyecto para que la Nación respete el mínimo de 34% del total de la recaudación que debe girar a las provincias (el monto actual no alcanza a 30%).
Pablo Verani
–¿Cuál es la situación fiscal, financiera y económica de Río Negro?
–La situación de la provincia es mala y nunca va a mejorar, la de ninguna provincia, ni siquiera las que tienen las cuentas más o menos equilibradas como La Pampa o San Luis, más que nada. Todas están teniendo sus problemas.
En el caso de Río Negro, la provincia debe $5.000 millones. De ese monto, $3.500 millones se le deben a la Nación. A fines de 2013 la situación va a ser dificilísima, se va a encontrar con los intereses acumulados que actualmente no paga por la refinanciación. Son $240 millones por año de intereses. Esa plata es una parte de la masa salarial de la provincia, que es de algo más de $3.000 millones por año.
–¿No se genera un sistema perverso de dependencia del Gobierno nacional…?
–Más que perverso… Pero es así y va a ser así siempre. No hay Gobierno más unitario que este Gobierno. Desde el punto de vista financiero, no lo hay. La Ley de Coparticipación establece que se tiene 57% (del total recaudado por la AFIP para la Nación), pero dice en el artículo 7° que no puede ser menos de 34% de la totalidad de lo recaudado (lo que se lleva el conjunto de las provincias).
Incluyendo en este total los rubros no coparticipables (impuesto al cheque, retenciones a las exportaciones, etc.). Ahora bien, en los últimos presupuestos que se votaron nunca pasó de 24 ó 25 lo que reciben las provincias. Entonces, yo no sé cómo es que se quejan los gobernadores y después los senadores de esas provincias vienen y levantan la mano a favor del Gobierno nacional. O sea, vienen del interior con un ponchito provinciano y acá se encandilan con las luces del Sheraton, porque no hay otra explicación.
–¿Por qué no se avanzó en estos años de boom recaudatorio con el debate de una nueva ley de Coparticipación Federal?
–¿Sabe por qué no se avanza? Porque es una ley colectivo, quiere decir que por más que se apruebe por más de 95% de los votos en el Senado, tiene que ser ratificada por las Legislaturas provinciales y si a una provincia le restan medio puntito, tiene derecho a oponerse y a que le sigan pagando lo que le pagaban.
Además, porque en el componente de los índices, la tajada del león se la lleva la provincia de Buenos Aires. Después viene la Capital, Córdoba, Santa Fe y las provincias chicas quedan tecleando. Habría que hacer una variación de índices.
–¿No hay federalismo entonces?
–El federalismo económico no existe. Acá el único que respetó la Coparticipación –hasta que pudo– fue Alfonsín. De ahí en adelante, ninguno. Nunca pasó de 30% (lo que recibían las provincias cuando la Coparticipación dice que ese monto no puede ser inferior a 34% del total recaudado).
Le doy un ejemplo: si Río Negro le dijera a la Nación que todos los recursos que manda por las obras que hace en la provincia las cargara a la Coparticipación, lo que enviarían no alcanzaría a 30%. Esos 4 puntos de diferencia, si se los toma de 2003 a la fecha, equivaldría a que Río Negro no le deba hoy nada a la Nación.
–¿Cómo ve la pelea de Macri y la Casa Rosada por el tema del subterráneo y los fondos para operarlo?
–Macri metió la pata cuando firmó el acta (de traspaso). Esa es la realidad, lo que pasa que ver pelear a la Nación y una jurisdicción como Capital mientras la gente sufre tremendamente las consecuencias de un transporte injusto es una barbaridad. Porque aquí en Buenos Aires si no se interviene rápido haciendo nuevos subterráneos, nuevas autopistas, colapsa el tránsito.
–¿También no le parece que hay una afluencia migratoria a Buenos Aires y Conurbano Bonaerense?
–Y sí, sobre todo crece en las tomas (las villas), como sucede también en todas las ciudades del interior. En el Alto Valle hay un tremendo problema con las tomas. Hay de todo, pero un alto porcentaje son extranjeros.
–¿No habría que discutir una política seria con respecto a eso?
–Somos un país muy liberal con respecto a eso. No está mal, pero cuando uno va a Brasil o a Paraguay o algún otro lado, le piden los documentos. Acá no piden nada, vienen los que quieren.
–¿Por qué no se habla de esto en el plano parlamentario. ¿Nadie quiere quedar como vocero de una política inmigratoria menos flexible?
–Es probable que ningún político quiere quedar como vocero de esta posición. Además, el país está en crisis por todos los sistemas basados en subsidios y en dádivas. Hay gente que no trabaja porque entre trabajar por $2.000 y pico de sueldo o recibir $1.500 estando en una cooperativa, o 1.000 y pico porque se tienen cuatro hijos, se prefiere siempre este tipo de solución.
Estamos organizando un país al que se le está yendo el hábito del trabajo. Faltan escuelas de oficio, la solución en la Argentina es educar, educar y educar. Y estamos haciendo precisamente lo contrario, deseducando.
–Usted co-protagonizó un hecho histórico de rebeldía provincia-Nación que hizo mucho ruido en su momento. Fue cuando era vicegobernador de Horacio Masaccesi y se quedaron con parte de los fondos nacionales para pagar sueldos en la provincia…
–Nosotros reclamábamos la compensación de regalías que nos debían por una demanda en la Corte Suprema. Eran US$ 500 millones, que finalmente como éramos provincia rionegrina terminó el arreglo en otro monto. Ese juicio ya estaba casi con sentencia, Cavallo estaba muy duro, siempre se hacía el duro además de serlo y llegó un momento en que no podíamos pagar los sueldos.
Entonces como teníamos en el Tesoro del Banco de la Provincia de Río Negro los fondos del Banco Central para el Banco Nación, Masaccesi dictó un decreto ley, compensando esa deuda. En aquel momento eran $14 millones que era la masa salarial. Había más plata, pero no se sacaron más que 14 millones.
–¿Estaban los billetes en el banco?
–Estaban los billetes, se sacaron en un camión de caudales y se llevaron para pagar los sueldos. Después vino un juicio, vino el arresto.
–Salió bastante bien esa jugada… Masaccesi quedo con buena imagen, se lo llamó el Robin Hood y catapultó su postulación a la presidencial en 1995…
–A mi me tocó ir a buscar los fondos. Yo estaba en General Roca, Massaccesi venía en avión de Viedma. Empezó a llover, había mal tiempo, y no pudo llegar. Entonces tuve que ir yo. Vino conmigo el jefe de Policía de la seccional Roca. Fuimos y antes de que cerrara el Tesoro retiramos los fondos, los empleados miraban con los ojos desorbitados… (sonrisas).
–¿Por qué no hay más rebeldía de las provincias contra este régimen de reparto de fondos a cambio de apoyo político?
–Porque no son gobernadores, son gerentes generales. Y encima levantan la mano en contra de los intereses de sus provincias los senadores que los representan aquí.
–¿No será que se sienten rehenes…?
–No, ¿Por qué van a ser rehenes? Si han votado un Presupuesto. ¿Sabe qué pasa? La democracia no es la urna, la urna es el resultado electoral. La democracia es la república, tiene que funcionar la división de poderes. Si hay un Poder Legislativo copado como lo tiene el oficialismo y una Justicia que está en proceso de ser copada. Esto se esta convirtiendo… no quiero hablar de monarquía pero ya estamos en el autoritarismo, estamos a un paso de excedernos.
–¿Cómo se puede mejorar esta situación donde el federalismo se ve cada vez más coartado…?
–Si no hay diálogo no hay solución.
–¿Estamos entrando en un momento donde las provincias van a estar cada vez más complicadas y peregrinando a la Casa Rosada a pedir asistencia?
–Sí, sí. Ni lo dude.
–¿Y cómo se va a resolver esto?
–No lo sé. Pero yo he vivido historias de estas donde terminamos con bonos. Los famosos Lecops que para disfrazar que eran bonos nacionales los hizo la Nación como si fuera un pedido de las provincias. Ahora en este mismo momento se están endeudando. Están emitiendo bonos con la garantía de las regalías y la coparticipación.
–¿Por qué el radicalismo, el único partido grande con estructura nacional de la oposición, tienen tantas dificultades para articular una propuesta?
–El radicalismo busca una figura para que sea el candidato, pero antes hay que tener un programa hecho y después uno va y le pone la foto que quiere. Si no, si van a ir a buscar a un tipo que sea más o menos carismático para que conduzca una elección. Es algo que no tiene sentido. Un líder se necesita, siempre se necesitó, pero también un programa. No es la obra de un líder solo.
Ramón Puerta
La Argentina va derecho a la africanización
Fue gobernador de Misiones entre 1991 y 1999. También ocupó la presidencia por un día entre el 20 y el 21 de diciembre de 2001. Hoy es diputado por el peronismo disidente. Con un discurso crítico del kirchnerismo, afirma que la concentración política y la pérdida de calidad institucional de la Argentina le hacen acordar al Paraguay de Alfredo Stroessner.
Ramón Puerta
Foto: Gabriel Reig
–Cuando Ud. asumió como gobernador de Misiones en 1991 la Nación les transfirió las escuelas secundarias que hasta el momento dependían del Ministerio de Educación.
–Así es. Se efectivizó en el primer trimestre de 1992. La transferencia consistía en las escuelas secundarias (las primarias ya se habían transferido) y hospitales. O sea, salud y educación, básicamente. Te transferían los servicios y los recursos pero con los recursos en el nivel de gastos que estaban en 1991. Con la convertibilidad no había problema que fuera una suma fija porque no había inflación, pero en 2001 hay cosas que quedaron retrasadas, sobre todo salarios y ahí ya no teníamos contrapartidas.
–¿Cómo era la situación fiscal y económica de la provincia cuando Ud. asumió?
–La situación fiscal era desconocida porque la híper (inflación) de Alfonsín en el 89, más la híper de Menem en el 90 dejan números que hubo que sincerarlos cuando llega la convertibilidad. Además Misiones y otras provincias no tenían una Secretaría de Deuda Pública. Entonces parecía que las provincias no estaban endeudadas, pero tenían toda la deuda en sus bancos provinciales.
Nos llevó un año y medio poder conocer la verdadera situación fiscal. La situación económica era buena, había crecimiento económico. Pero cuando llegó el momento de conocer los números una provincia que parecía que no debía nada tenía un endeudamiento de más de US$ 1.200 millones, en 70% en el banco de la provincia (en 1996 comprado por Banco Macro) y 20% en el Instituto del Seguro. Los estados provinciales tenían bancos, seguros y funcionaban muy mal. Otro problema del banco era que tenía 1.600 empleados, funcionó (una vez privatizado por Banco Macro) con 540. Tenía tres veces más empleados de lo que hacia falta.
–¿Durante sus años de gobierno tuvo que ir a pedir dinero a la Casa Rosada?
–En realidad, yo fui bien tratado durante los ocho años de gobernador. Es cierto que en la crisis conocida como “tequila” las cosas se complicaron a fines del 94 y el año 95 fue muy malo. En ocho años hubo dos crisis muy fuertes, la del “tequila” y la de 1998 (crisis de los tigres asiáticos que obligaron a Brasil a devaluar a fines de ese año).
–¿Existe verdadero federalismo cuando uno ve que los Gobiernos apoyan políticas en las que no creen por una cuestión de asegurarse recursos del poder central?
–Ahora del federalismo no queda nada, solamente el discurso… como dicen los muchachos, el relato… (sonrisas). La verdad es que de federalismo hay muy poco. Las provincias tenemos nuestras banderas, nuestros escudos, pero la dependencia es fortísima, fortísima.
–¿A través de qué mecanismos?
–Deben ser varios. Yo no he gobernado con el kirchnerismo, pero soy un seguidor de la política y fui senador hasta 2005 y soy diputado nacional y hay algo que muestra de cerca, de cuerpo y alma, lo que pasa.
Solamente hay dos Gobiernos autónomos, el de Macri y el de Rodríguez Saá. Oh, casualidad… Son dos provincias que no necesitan recursos; todas las demás han vivido cosas que son bochornosas, gobernadores que ganan con un discurso fuertemente opositor y antes de asumir ya son oficialistas. No creo que esto lo hagan por perversidad creo que lo hacen por necesidad. Yo observo personas que tienen toda una vida en el partido radical, luego ganan la gobernación y se convierten en kirchneristas. Lo mismo ha pasado en la interna nuestra, Das Neves (del peronismo disidente) hace gobernador a (Martín) Buzzi y este, antes de asumir, ya se vuelve kirchnerista.
–¿Tarde o temprano, la principal preocupación de un gobernador es pagar los sueldos?
–En época de vacas flacas sin dudas puede ser. Yo me preocupé por hacer crecer la economía real y si bien es cierto que necesité emitir bonos, no pagué sueldos con ellos. Pero sí llegué a pagar los sueldos con cronogramas. Recibí una provincia con 35.000 empleados públicos y la dejé con 30.000.
Vale la pena destacar que Misiones hoy tiene 70.000, por lo tanto ante el primer revés recaudatorio preparémonos para, no solo cronograma, meses de atraso en los pagos y bonos para pagar los sueldos.
–Hace poco se auto acuartelaron los policías en Posadas, exigían una recomposición salarial…
–En toda la provincia. El autoacuartelamiento policial al igual que la huelga de los municipales, no es porque no le paguen, sino porque no le actualizan los sueldos desde hace varios años. Un policía estaba recibiendo bastante menos de lo que reciben muchas familias con planes sociales, y por el otro lado, es una provincia con un alto índice de corrupción, y como hay impunidad…
Los muchachos muestran lo que tienen, cuando uno va por la costanera de Posadas los ve con su 4×4 y luego suben a un yate. Resulta que cuando llegaron al gobierno vivían de un modesto sueldo y no tenían ni siquiera autos. Estas cosas son las que ve un policía… Los policías hicieron un reclamo que consideraron justo.
–¿Por qué no se avanzó con una nueva Ley de Coparticipación ni en los años 90, ni después?
–En los 90 se avanzó muchísimo con la reforma Constitucional de Santa Fe, donde se estableció en términos generales como debería ser (la nueva Ley de Coparticipación). El gran error cometido en 1994 fue no haber estipulado los índices; al menos con una mirada retrospectiva. Ahora explico por qué no se pudo avanzar con este proceso: porque justo vino la crisis del “tequila”. La frazada era corta, entonces se dejó para más adelante, con una economía en crecimiento.
Para distribuir más plata hay que sacarle una tajada al socio mayoritario y redistribuirla más abajo, porque no hay ninguna provincia que le dé un centavo a otra, y esto es una puja Nación-provincias. Lo increíble es que en este tercer milenio, con un desborde recaudatorio no se resolvió la cuestión. Cinco años atrás era el momento.
–Ahora no…
–Ahora estamos en la misma situación que en 1994, otra vez la escasez. Otra vez la Nación rapiñándole a las provincias.
–¿Y por qué no se hizo en estos últimos años de “vacas gordas”?
–Tengo una visión que puede impresionar como demasiado pesimista, pero la Argentina está destruida institucionalmente, por eso no se hizo. En la década de los 90 teníamos instituciones fuertes, lo que no teníamos era recursos suficientes. Cuando los tuvimos, hablo de 2004 a 2006, la Argentina vivió un fortísimo debilitamiento institucional.
No hay independencia entre los tres poderes, no hay funcionamiento de los partidos políticos, sobre todo del partido oficialista. La única reunión que tuvo Néstor Kirchner en todos los años de titular del PJ fue para hacerse elegir presidente el 8 de marzo de 2008.
Duró siete minutos, se cantó la marcha y se terminó. No se abrió la lista de oradores. Y él ni siquiera se dignó ir a la reunión. Se quedó en Puerto Madero. Entonces, esa ridiculez institucional hace que quienes tienen que reclamar no se animan a hacerlo, algunos por miedo, otros por comodidad. Cuando sobra plata, pocos se preocupan por hacer las cosas que hay que hacer.
–¿Y hacia adelante cómo se puede mejorar esto?
–La Argentina va derecho a la africanización, aunque no pretendo ser tremendista. Y explico por qué. Todo esto es muy parecido a lo que vi en Zimbabwe con Mugabe. En ese país hay elecciones cada tanto, hay oficialismo y oposición pero se hace solo lo que él dice.
Es cierto: aquí se vota cada dos años. ¿En que contexto? Con un poder electoral que no es independiente. El ministro del Interior maneja el proceso electoral, es el único país de América donde pasa eso. Los colorados en Paraguay perdieron porque hay un poder electoral independiente.
–Pero Misiones fue un caso testigo de esa institucionalidad, cuando se le negó la posibilidad de la re-reelección al gobernador Carlos Rovira…
–Fue un caso positivo que muestra que si la oposición se junta tiene más votos que el oficialismo, pero eso ya no va a pasar, en aquel entonces Misiones tenia partidos políticos. Hoy es la Argentina quien no tiene más partidos políticos.
–¿Qué se gana con un poder electoral independiente?
–Transparencia en los comicios. En la Argentina no se puede abrir una urna. Supongamos que están contendiendo oficialismo y oposición, si los fiscales firman la planilla en acuerdo nunca más se abre una urna. Hay que redactar un artículo que diga: “cualquier candidato tendrá derecho a pedir la apertura de la urna que considere necesaria”. Con eso, ningún fiscal se va a vender porque queda implicado en un delito al día siguiente.
–De todas maneras el triunfo del oficialismo en las primarias y en las presidenciales fue rotundo y no hay dudas sobre la cuestión…
–Rotundo, pero nunca de 54%.
–¿Fue menos?
–Ni por asomo fue esa cifra.
Felipe Solá
Imposible cambiar la coparticipación
Es diputado por el peronismo disidente (PJ Federal), aunque hoy se siente “en un limbo político”. Alejado de su alianza con De Narváez y Macri (con la cual vencieron al kirchnerismo en la provincia de Buenos Aires en 2009) hoy parece mantenerse equidistante del oficialismo y la oposición. Fue gobernador de la provincia de Buenos Aires entre 2002 y 2007.
Felipe Solá
–¿Cómo ve la relación fiscal entre la Nación y la provincia de Buenos Aires hoy?
–Veo que hay una estructuralidad que, como la palabra define, está fija, en mayor o menor medida desde hace muchos años, basada principalmente en la alícuota de coparticipación que tiene la provincia que va disminuyendo porque tiene una parte fija.
–¿Cuánto es la parte fija?
–Son $650 millones que era el ex Fondo del Conurbano, que en el año 1991 era 10% de Ganancias, y eran pesos-dólares. En 1995 ese monto se dejó fijo. Al tener fija una parte fue incorporada a la coparticipación y lo cierto es que la coparticipación va descendiendo. Hoy debe estar debajo de 20% (de los fondos coparticipables) en una provincia que tiene 38% de los habitantes y 34% del PBI. Tiene un nivel de pobreza superior al promedio del país, así que no es la provincia más rica ni nada por el estilo, es al revés.
–¿No es la que concentra la mayor riqueza?
–No es una provincia bien distribuida. Tiene además 32% de la población en el interior, incluyendo a La Plata y 68% en el conurbano, en tres cordones.
–Ahora estamos viendo que el gobernador Daniel Scioli busca aumentar impuestos y emitir deuda para generar más recursos. ¿Por qué se llegó a esta situación después de años de crecimiento?
–Scioli hizo una expansión del gasto que se vio respaldada en 2008, empezó a mermar en 2009 con la crisis y después se afianzó de nuevo cuando la recaudación empezó a mostrar un elemento que antes estaba presente –pero mucho menos–, que es la inflación.
–¿Scioli está actualizando impuestos o aumentando la presión impositiva?
–Depende contra qué lo comparemos, si contra la propia historia, si contra un mix de productos que vende el sector agropecuario, contra la inflación o con el aumento del presupuesto.
–¿Para Ud. no está aumentando la presión impositiva?
–Para mí, está aumentando la presión impositiva provincial, sí. Sobre todo en el inmobiliario rural.
–¿Cual es la dependencia que tiene la provincia de Buenos Aires de la Nación?
–La provincia está 58% a 42% en cuanto a recursos propios vs ajenos cotidianos. Es decir, aquellos vinculados al presupuesto genuino de la provincia y a su derecho a la coparticipación.
–¿Es de las que más recaudan?
–Si, Buenos Aires es castigada por eso. Porque tiene una economía que lo soporta. La provincia tiene un nivel de impuesto inmobiliario rural relativamente bajo. En la época mía era de 7% (del total de recursos que recibe la provincia); no sé ahora.
El impuesto inmobiliario rural depende mucho de las valuaciones fiscales, que suelen ser más bajas, y se han acomodado varias veces. Ahora se están acomodando de nuevo por ley y la lógica sería que el impuesto inmobiliario rural fuera de 0,75% anual de 80% del valor venal, es decir, el valor de mercado de la tierra.
–¿Scioli está condicionado políticamente por esta situación de dependencia de la Nación?
–Absolutamente. Como lo estuve yo, como lo estuvo Ruckauf y como lo estuvo Duhalde.
–¿En el caso suyo de que maneras o mecanismos?
–Yo asumí con un presupuesto de US$ o $10.500 millones el 3 de enero de 2002 y la devaluación vino inmediatamente después y entonces tuve un déficit que cubría 25% del presupuesto. Cuando se acabó la plata el 31 de julio de 2001 se le redujo 13% el salario a los empleados públicos y los jubilados, se emitió el bono llamado Patacón que hizo las veces de dinero con éxito porque fue muy buscado por la gente y la mejor moneda es la moneda más demandada.
–¿Y cuando se fue tenía superávit?
–No, cuando me fui tenía sobre un presupuesto aproximado de $35.000 millones un déficit de $1.300 millones, menos de 5%.
–¿No es justo el trato fiscal que tiene la provincia de Buenos Aires?
–No fue justo nunca. Lo que pasa es que Buenos Aires es una provincia con una identidad diluida, porque todo el conurbano donde vive 68% de las personas tiene dos características centrales: una relación bastante fuerte con la Capital, sobre todo el primer cordón que le aporta mano de obra y fuerza de trabajo; y segundo, se ha generado un nivel de centralización de los fondos tal que la relación política y económica de los intendentes con el Estado nacional durante muchos años ha sido más importante que la relación con el propio gobernador.
–¿Por qué eso?
–Porque los fondos saltean a la provincia de Buenos Aires y van directamente al intendente. ¿Qué tipo de fondos? Los discrecionales, los que se deciden políticamente. La obra pública, las ayudas, los Adelantos del Tesoro Nacional (ATN).
–¿No deberían pasar por el Gobierno provincial?
–En una época pasaban pero después se fue liberalizando cada vez más con (Néstor) Kirchner y el nivel de obras públicas dependió en 60 ó 70% de la Nación más que de la provincia, que pudo hacer obras públicas pero en menor medida.
–¿De qué tipo de obras hablamos?
–Un paso a nivel, un túnel, un puente, estamos hablando de buena parte de los planes de desagüe pluviales lo mismo que, en menor medida, cloacas y red de agua corriente.
–¿Es una plata importante…?
–Eran cifras muy importantes, 60 ó 70% de la obra pública total. Pero las obras no venían demasiado programadas sino que eran producto de una discrecionalidad política de corto plazo.
–¿Habló con Néstor Kirchner de ese tema?
–Sí, muchas veces. Kirchner prometió en su campaña que Buenos Aires iba a arreglar su problema de coparticipación, pero es imposible que lo arregle Néstor Kirchner o nadie porque la Constitución del 94 establece cambios para el régimen de Coparticipación Federal que son imposibles de cumplir.
–¿Por qué?
–La Constitución dice que la ley debe ser redactada por el Poder Ejecutivo Nacional, ingresada por el Senado de la Nación y ahí se ponen tres requisitos posibles: debe tener la firma aprobatoria de todos los gobernadores y el jefe de gobierno de la Ciudad, o sea 24 territorios.
Es imposible que haya un cambio y que algunos consientan que pierdan posiciones en ese cambio de alícuota. Siempre alguno va a perder en la alícuota. Es más fácil cambiar la Constitución que modificar la Ley de Coparticipación. Y sin embargo, la Constitución, ingenuamente, ordena rediscutir la ley en un plazo de pocos años (N. de la R.: un año y medio a partir de la sanción de la nueva carta magna).
–¿No habría que haberla reformado ahí mismo, en la Constituyente de 1994 la Ley de Coparticipación?
–Sí, pero no había rebeldía de las provincias. ¿Cuál era la rebeldía? ¿No daban su aprobación para la reforma? La Constitución del 94 tiene algunas partes buenas que fue producto de la presión y de la extorsión, muchas veces, de muchas provincias con sus convencionales constituyentes.
–¿Existe hoy el federalismo entendido como la capacidad de los Gobiernos provinciales de decidir políticas autónomas del Gobierno central?
–Hay una tradición muy fuerte de centralismo fiscal. Después de 1994 a algunas provincias no les molesta tanto, sobre todo aquellas que tiene recursos de subsuelo, minerales, petróleo. El federalismo no es lo mismo para Buenos Aires como palabra que para Salta y ahí hay dos hipótesis contrapuestas.
¿Las provincias son soberanas? No. ¿Hay federalismo en términos de pensar su futuro? No. ¿Pueden los gobernadores estar seguros de que comienzan las clases al año siguiente? No. Por lo tanto no son soberanos, son dependientes. ¿Cuál es su fuerza? Su fuerza es que tienen tres senadores, entonces en el Senado se hacen sentir las menores. Ahora del otro lado podemos decir que siempre la Argentina ha sido un país de conducción unificada, y que las pocas veces que hubo rebeldía de las provincias ha terminado en una desestabilización del Gobierno nacional. Ejemplo: todo el período de De la Rúa.
–¿San Luis no trató de experimentar un camino de autonomía?
–San Luis tiene muy poca población y una relación entre ingresos y población favorable. Además 30 años del mismo Gobierno puede mantener una marca registrada ligada a una forma de gobernar y ha realizado innovaciones tecnológicas, pero la condición de San Luis es una economía con poca población. San Luis tiene la población de un distrito intermedio del Conurbano.
–¿Hoy todos los gobernadores tienen que ser kirchneristas para poder sobrevivir?
–Pero eso es estructural, eso indica que la situación fiscal de las provincias requiere del apoyo del Gobierno nacional, ninguna puede asegurar que comience el ciclo educativo del año siguiente. ¿Cómo una provincia puede proyectar su futuro si no tiene seguridad mínima?