PORTADA (II) |
Por Rubén Chorny
El tablero internacional se asemeja actualmente al que planteaba un juego de mesa de estrategias llamado Teg, que apasionaba a adultos intelectuales occidentales desde aquel mundo bipolar previo a la caída del muro de Berlín.
Estados Unidos, la URSS, el oriente petrolero, Japón o China representaban piezas con las que se rodeaban objetivos comerciales y militares del planeta para conquistar y defender posiciones de poder.
Hoy, los estudiosos hacen sus pronósticos leyendo las entrelíneas de la data y profusa documentación específica, y los diplomáticos añaden “semblanteos” a los protagonistas en los tablados del poder, decodificación de las conversaciones de pasillo o de lobby de hotel, interpretaciones de los gestos cómplices, o sea, el contexto subjetivo de los discursos y votaciones en los foros internacionales.
Pero unos y otros coinciden en que está llegando el fin del mundo unipolar que mantiene a Estados Unidos en la cresta del poder desde hace 21 años, que no transcurrirán dos años antes de que su economía sea superada por la china la cual, junto a la de otros países emergentes asiáticos y de América del Sur, saltó la barrera de la crisis iniciada en 2007 y eclipsa por ahora a la Vieja Europa.
Finalmente, que el eje tanto de las estrategias comerciales y de defensa del mundo se ha desplazado al Asia-Pacífico.
El ex canciller de los Gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, Jorge Taiana, tuvo intenso rodaje internacional en las cumbres pre y poscrisis de 2007, si bien actualmente dirige el Centro Internacional de Estudios Políticos –CIEP–, en la Universidad Nacional de San Martín.
Dibuja el desplazamiento de poder de Norte y Noroeste hacia el Sur virando hacia el Este, por “la pérdida de peso relativo de Europa y Estados Unidos desde el punto de vista económico, por ahora, hacia el mayor dinamismo que tiene el Sur, y dentro del Sur, obviamente el Este de Asia y, aunque en menor volumen, América latina”.
Lo fundamenta con el retroceso del peso relativo del producto bruto de Europa occidental y Estados Unidos respecto de otros actores en los últimos 20 años de la economía mundial.
“Parece ser un fenómeno de larga duración, porque les costará salir de la crisis y recuperar un ritmo significativo de crecimiento”, subraya, en comparación con la tendencia perdurable de la elevada tasa de crecimiento que tienen los países del sur, en particular los del Este asiático (China e India) y América latina.
Ministro de Relaciones Exteriores durante el Gobierno de Raúl Alfonsín y actual jefe de misiones de observación electoral de la OEA en la región, Dante Caputo afirma que “por lo menos estamos yendo hacia una situación bipolar, en la que la emergencia china va a constituir el otro gran polo hegemónico de acá a 20 años”.
Sentencia: “Estamos ante un cambio estructural en las relaciones de poder mundial”, y para sostenerla brinda algunos argumentos y datos básicos
• “En 2016, la economía china tendrá un tamaño igual o un poco superior a la de EE.UU.. Obviamente que la hegemonía a escala internacional no está dada solo por ese factor, sino que el poderío militar es el determinante”.
• “En el campo tecnológico militar, Estados Unidos mantiene una ventaja considerable, pero la inversión china en tecnología y defensa es muy importante” y en tal sentido señala Caputo la fabricación de submarinos nucleares como dato que cambia totalmente la capacidad china; además, que en 2015 se pondrá en operación una flota de portaaviones (el primero fue experimental y hace muy poco que fue botado), y que tanto en materia de cazas como de cazas-bombarderos y misilística, el salto chino es considerable.
Jorge Taiana
Cuatro protagonistas en Asia
El ex embajador argentino ante las Naciones Unidas Emilio Cárdenas asevera que “difícilmente en el siglo 21 haya algún protagonista excluyente. Estados Unidos siempre tendrá peso propio, aunque el mundo ya no sea unipolar, sino multipolar”.
Interpreta al respecto que hay en Asia cuatro países que están dinamizando el quehacer económico del mundo: China, India, Japón e Indonesia, país este último de gran pujanza, del que se habla poco pese a que ha avanzado mucho en el plano del orden político y en el del crecimiento económico. Y que, de ellos, el que ha adquirido mayor peso político es ciertamente China. Descarta asimismo que China e India puedan transformarse en una suerte de Estados Unidos del siglo 20. “Serán ciertamente actores fundamentales, pero no exclusivos”, afirma.
Para Cárdenas, “la cantidad de potencias emergentes sugiere que el mundo multipolar es una realidad que ha llegado para quedarse. China e India compiten y se desconfían entre sí. Particularmente en el plano de lo político, donde la rivalidad es evidente. No obstante, la realidad económica ha estado acercando a ambas naciones y continuará haciéndolo, pese a la desaceleración de sus tasas de crecimiento económico”.
Decisiones compartidas
Jorge Castro, presidente del Instituto de Planeamiento Estratégico, subraya que “la crisis global 2008/2009 ha modificado en sus raíces la estructura del poder mundial: Estados Unidos dejó de ejercer la hegemonía unipolar que tuviera durante 17 años, desde la desaparición de la Unión Soviética por implosión en 1991 hasta 2008”.
Por ello, ahora, “debido a su importancia esencial en lo que se refiere al proceso de acumulación global y también a la toma y ejercicio de decisiones estratégicas de carácter fundamental, sobre todo de las reglas de juego de la economía y del sistema mundial, comparte las decisiones a través de una plataforma de gobernabilidad, en el Grupo de los 20, con países emergentes como China, India y Brasil”, sostiene Castro.
Ratifica Taiana que no hay un protagonista exclusivo en este siglo y que lo que estamos empezando a ver ahora es el surgimiento de un mundo multipolar. “Algunos piensan que va a ser bipolar, con Estados Unidos y China. Yo tiendo a pensar que va a ser multipolar en lo económico y es probable que paulatinamente lo también sea en lo político”, expresa.
Sostiene que este mundo es distinto, “y en Asia, sobre todo en la Gran China (un área de expansión enorme donde están Corea, Taiwan, Vietnam, Indonesia) e India vemos una zona de influencia donde Hong Kong es muy significativa”.
Castro apunta que “Estados Unidos aspira a tener una mayor presencia en Asia, porque allí están el eje y la fuente del proceso de acumulación global”, y vincula el trasfondo de esta transferencia de los países avanzados a los emergentes, como sustrato o fundamento “al proceso de integración mundial del capitalismo, en donde los principales protagonistas son Estados Unidos y China, que a su vez son los dos principales socios comerciales, en lo que se refiere a inversiones y comercio del sistema internacional”.
Defensa para un buen ataque
A Caputo le llama la atención que la discusión sobre el tema chino sea en Estados Unidos solo académica y que se remita en lo económico a presiones para que el yuan sea revaluado.
“La instalación de la base en Australia ha sido el único gesto de EE.UU. de carácter militar desde la evidencia del surgimiento chino”, señaló. Sin embargo, descarta que desde el punto de vista del análisis político el tema chino sea mencionado como una cuestión de naturaleza militar y se lo vea como una amenaza en el sentido del desplazamiento de la hegemonía estadounidense.
Aunque resalta que “en los ambientes políticos existe la, a mi juicio, extraña idea de que puede montarse un mecanismo de cooperación con China e inclusive con el centro asiático, es decir China-Japón”. Y se remonta a la idea de la cooperación del último libro de Brzezinski, ex consejero de seguridad del presidente Carter.
“Por mi parte –puntualiza el ex canciller radical– no creo que China quiera ser el mayor comerciante del mundo y nada más, creo que va por todo”.
Le extraña que la campaña presidencial estadounidense no aborde este crecimiento chino, y la posibilidad de un desplazamiento, que no sería de un país por otro en el seno de Occidente, sino de la cultura por otra distinta, de un conjunto de valores distintos, de una concepción de la política distinta. “No se menciona siquiera”, dice.
Explica en ese sentido que China es un país autocrático gobernado por el partido comunista nacional: “tiene la isla capitalista, Shangai con sus 80 millones de personas de alto consumo, y que si bien la estructura del poder china no está jaqueada por el poder exterior y está muy lejos de serlo por tratarse de una estructura tradicional del partido comunista, por lo tanto, el viraje que se produciría no es el mismo que de Francia a Inglaterra, o el de finales de la Segunda Guerra Mundial de Gran Bretaña a Estados Unidos. No, acá estamos Oriente-Occidente, y un acontecimiento de este tamaño ni siquiera es mencionado por los candidatos, por ejemplo republicanos, que están luchando en estos días en el partido por la candidatura presidencial”, dispara.
Dante Caputo
Modelo de crecimiento
También Emilio Cárdenas aborda una eventual puja entre modelos de crecimiento económico opuestos, al sostener que Asia no ha copiado al occidental y que en rigor tampoco hay uno.
“Las experiencias de Japón, China e India son distintas, aunque pueda identificarse, particularmente en el caso de China, una mayor presencia del Estado como actor en el sector productivo de la economía –expresa–. Los tres países recurren sustancialmente al juego de la economía de mercado en lo que tiene que ver con el accionar de sus sectores privados. Es posible que los asiáticos de mañana tengan un consumo parecido al de los estadounidenses de hoy. Esto es evidente en el sector alimenticio y, en el caso particular de China, ya es notorio el esfuerzo por remplazar a las exportaciones con el consumo doméstico, aunque todavía queda mucho por hacer”.
Por su parte, Taiana descree que el desplazamiento económico del eje mundial tenga correlato político y menos aún militar, ya que “los desequilibrios y desigualdades en este aspecto siguen siendo notorios: Estados Unidos tiene más de 40% del gasto de defensa mundial y por eso sigue siendo una superpotencia inigualada desde ese punto de vista, sin que prejuzguemos sobre la eficacia del uso de ese instrumento militar, porque de hecho está empeñado en varios conflictos con resultados entre dudosos y negativos en cuanto a los logros propuestos”.
En cuanto a China, pone de relieve que su concepción de la defensa es básicamente territorial, y que “está invirtiendo paulatinamente más en defensa por la dimensión adquirida, no solo geográfica y poblacional, que la tenía de antes, sino porque es la segunda economía del mundo”.
En relación con la mayor inversión armamentista naval de ambos, Taiana las considera significativas por distintas razones. “Primero, porque Estados Unidos es una potencia global y ha definido hace bastante poco una prioridad en fortalecer el despliegue de defensa en Asia. Segundo, porque de hecho significa hacer repliegue en otras partes, inclusive en Medio Oriente y Europa. O sea, redistribuye sus fuerzas poniendo su foco en Asia haciendo base en Australia”.
En el caso de China observa que “es lógico que su proyección marítima natural sea el Mar de China, donde mantiene disputas pendientes de soberanía sobre parte de las islas del sur marítimo”.
Emilio Cárdenas
Prioridades estratégicas
Jorge Castro enfoca la cuestión militar a partir de las prioridades estratégicas del Gobierno del presidente Barack Obama en materia de seguridad, de comercio e inversiones en Asia y con los países asiáticos, lo que significa que no están más ni en Europa ni en Medio Oriente.
“Se retiró del ciclo de guerras en Medio Oriente, de Irak, lo hace en forma adelantada de Afganistán, ha cesado la intervención en la ofensiva internacional que se realizó contra el régimen de Kadafi en Libia y ahora ha ubicado todas sus prioridades estratégicas en el Asia y con los países asiáticos”, destaca, para enfatizar que “la prioridad para Estados Unidos es China, que es su principal socio comercial y con el que tiene un grado de integración económica y financiera cada vez mayor.
Cárdenas admite la existencia de una acelerada competencia en el plano militar entre China y Estados Unidos, “aun cuando la verdad es que China todavía está lejos de la capacidad y del músculo militar estadounidense”. A la vez, indica que se ha intensificado la cercanía militar de Japón, India, Australia y Corea del Sur con Estados Unidos, “como una reacción al armamentismo chino y a su política amenazadora en materia de conflictos fronterizos, particularmente en las aguas del Mar de China y con relación a la explotación de los yacimientos de petróleo y gas que allí puedan existir”.
Sin embargo, alerta sobre que “grandes potencias no pueden prescindir de un brazo militar robusto. De ahí, la continua presencia militar estadounidense en el área del Pacífico, así como la creciente inversión en armamento de China, a la que dedica, año tras año, algo así como el 11% de su PBI”.
¿Batalla o complementación comercial?
El Trans-Pacific Partnership, que impulsa EE.UU. e incluye a Canadá, Estados Unidos, Australia, Brunei, Chile, Malasia, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam, es un acuerdo al que Cárdenas califica como el esfuerzo de integración económica más importante de Asia, que está en expansión.
Aunque “para algunos el objetivo central haya sido equilibrar la presencia de China, que puede ser sofocante, como parece evidenciarlo el giro político-económico de Myanmar. Pero si China tuviera éxito en impulsar el libre comercio en la región, no hay razón para pensar que su esfuerzo no pueda ser complementario al de TPP”, reflexiona.
De este lado del mundo, la acción comercial china tocó con la varita a los latinoamericanos del sur. Destaca Castro que se ha convertido en el principal socio comercial de todos los países, encabezados por Brasil, con el que desde 2008 ocupa el lugar que mantuviera Estados Unidos durante 90 años. “Es que 61% de las exportaciones brasileñas son materias primas orientadas hacia los mercados asiáticos, en primer lugar China. El comercio bilateral el año pasado creció 56%, contra 17% del internacional global”, ejemplifica.
Afirma que lo mismo que sucede con Brasil se repite con Chile, Perú y probablemente se concrete también este año, con Colombia.
“El vínculo creciente de inversiones entre Asia Pacífico, sobre todo el sudeste asiático, y América del Sur es de lejos el corredor de comercio e inversiones internacionales de mayor y más rápido crecimiento del sistema mundial. Y China es el principal inversor extranjero directo en los últimos dos años, tanto de Brasil como de la Argentina”, redondea.
En cambio, Cárdenas identifica la presencia China en América latina, hasta ahora, en el esfuerzo por asegurarse la provisión de recursos naturales a largo plazo. Algo parecido a lo que sucede también en África.
Jorge Castro
La posición argentina
Desde la óptica del reciente ex canciller argentino, Taiana señala que el país maneja dos grandes prioridades de política exterior: una, contribuir a fortalecer el sistema multilateral, que básicamente es el sistema de Naciones Unidas, en el sentido de que es el único que, a pesar de sus limitaciones, da garantías de ponerles límites a los más poderosos. “No es nuestro caso, ni hacemos del uso de la fuerza el centro de nuestra acción, por lo que necesitamos una vigencia de lo multilateral en derecho internacional”, aclara.
Y va más allá: “si nos dirigimos a un mundo que no queremos que sea unipolar sino multipolar, el sistema multilateral favorece su existencia y la conciliación en ese escenario de las distintas posiciones”.
Mientras, para Castro, la Argentina es un país extremadamente relevante en lo que se refiere a una producción que tiene un carácter estratégico en el mundo de hoy, que es la agroalimentaria.
En este sentido, menciona que si se toman sus exportaciones en relación a su población y al producto, sería el principal exportador mundial de agroalimentos y orienta más de 60% del total de su producción agroalimentaria, encabezada por los commodities, sobre todo la soja, a un solo mercado, que es China.
A Caputo nadie le saca de la cabeza que la estrategia china en América del Sur se remite al interés en hacer negocios. Cuenta que mantuvo una conversación bastante extensa en inglés con un alto responsable chino en la materia, y que lo sorprendió la crudeza de su lenguaje al responder a dos colegas internacionales muy conocidos que le habían preguntado sobre el interés de su país por América latina: “To make money”.
Confiesa haber quedado más perplejo aún cuando reveló que no podían comprar tierras, por ejemplo en el caso argentino, “porque la intención sería hacerlo para producir y exportar, pero nuestra gente no quiere ir a “those” countries (“esos” países, dicho en tono despectivo a sabiendas que estaba ante un argentino). Esto nos limita mucho, pero queremos tener nuestra propia producción de soja para abastecernos el consumo”, completó.
Así definió Caputo lo que le parece pintar el objetivo chino para la región.