Ahora, el tema central en este campo es dónde se pone el énfasis. Con nitidez se comienza a percibir un grupo creciente de compañías que ponen el acento cada vez más en lo que pueden hacer por el crecimiento de la comunidad dentro de la cual desarrollan su tarea.
Estos programas suelen tener en común que desarrollan acciones sostenidas en el tiempo, que fortalecen las capacidades disponibles en cada comunidad para acelerar el progreso regional, que todos sus esfuerzos son medibles y traducidos en resultados, y finalmente que el punto de partida suele ser la articulación eficiente de lo público y lo privado.
En suma, acciones que promueven aspectos sustentables en el campo económico, social, ambiental e institucional para fortalecer el capital humano en todos los órdenes. Por ejemplo: en el plano de la atención de la salud, y de la calidad educativa.
Pero no solo eso. La intención de los esfuerzos de las empresas que eligen este camino es contribuir a fortalecer el desarrollo local y el de la infraestructura y la producción regional, al par que fortalecer lazos comunitarios y el desarrollo de la sociedad.
Todos estos programas encuentran inspiración y base teórica inicial en los ODM (objetivos de desarrollo del milenio) que estuvieron vigentes hasta 2015, y ahora han sido reemplazados por los 17 ODS (objetivos de desarrollo sostenible) adoptados por Naciones Unidas, y que deben ser cumplidos por los países firmantes para 2030.
En el contexto de los ODS, es necesario que el sector empresarial tome conciencia para poder entonces asumir el rol adjudicado. Al respecto habría dos grandes responsabilidades que las empresas deben atender: la primera es una acción interna y empieza con un management que tenga claro su propia agenda de RSE y sustentabilidad. Básicamente el primer paso es analizar la relación directa e indirecta que existe entre los 17 objetivos (y sus 169 metas) y los aspectos estratégicos del negocio. No todos los ODS van a ser relevantes o de directa vinculación con la estrategia. Aquí es donde se comienzan a vincular tanto la relevancia de las temáticas como la potencial “contribución” que la empresa (o el sector) puede realizar respecto de uno, dos o más objetivos.
Como lo advierte una de las entrevistadas en el marco de este informe, entre las corrientes de pensamiento dominantes en la materia, el cambio más relevante “es la incorporación de la sustentabilidad al modelo de negocios de la empresa como parte de su ADN y no tanto como Responsabilidad Social Empresaria, lo que implica un modelo de gestión de negocios que tiene en cuenta el impacto y orienta a un desarrollo sustentable”.
En esta dirección, las empresas son un eslabón fundamental en el desarrollo de las economías regionales, en tanto y en cuanto se involucren con un compromiso sustentable asumiéndose como agentes de cambio.
Este dossier pone de relieve otro aspecto muy preciso –importante, pero no tan universal como los otros tópicos posibles– que es “el impacto, la incidencia de las acciones de las empresas en el plano del desarrollo económico local”.
Es un enfoque transversal que tiene un especial atractivo para los empresarios.
En síntesis, el eje pasa por “las empresas que buscan convertirse en promotoras activas del desarrollo en comunidades cercanas a donde está la base de sus actividades”.
Una encuesta reveladora
En una reciente encuesta a 153 empresas, se advierte el aporte del sector privado empresarial a la Agenda 2030 y los 17 ODS. Entre otros datos, revela que 97% de las empresas argentinas encuestadas conoce los ODS; y que 32% ya realizó un trabajo de alineación con esta agenda internacional.
Como también lo señala otro de los entrevistados, todavía está pendiente una mirada socioambiental integral de las empresas sobre toda la estrategia de negocios. Los ODS se encuentran aún en muchas empresas como iniciativas de un sector, generalmente vinculado a medio ambiente o RSE, pero está pendiente una articulación transversal en el armado total del negocio, incluyendo la cadena de suministros.
Las asociaciones público-privadas son un factor clave para generar más impacto con las inversiones y optimizar los estándares de la industria. Suponen una ayuda para utilizar tanto los recursos públicos como privados, lo que facilita la investigación, el liderazgo y la gobernanza.
Es que la articulación entre lo público y lo privado es sin duda la clave para que estos objetivos que se plantean a nivel de enunciado sean bajados a tierra por las empresas.
Como lo registra otra opinión relevada en este informe, “hoy se busca que el compromiso de las empresas y organizaciones impacte de manera directa en el corazón del negocio. Imaginar una estrategia de sustentabilidad por fuera de la actividad principal de la empresa, como una estrategia independiente a su negocio, no agrega valor”.
En tal sentido, la agenda 2030 y los Objetivos del Desarrollo Sostenible provocaron un cambio importante en el paradigma y mueven a las organizaciones a alinear la estrategia de su negocio.
Es por esto que cobran cada vez más relevancia las actuaciones de los organismos supranacionales, como ONU, o como el tan mentado G20 que, este año, está teniendo a la Argentina como epicentro.
Ya en 2015, los Estados miembros de ONU establecieron la Agenda 2030, que contiene 17 objetivos de desarrollo sostenible (ODS); una llamada a la acción universal para terminar con la pobreza, proteger el planeta y asegurar la paz y la prosperidad en el mundo.
Hay empresas que buscan convertirse en promotores activos del desarrollo de las comunidades cercanas a sus operaciones. Para ello implementan acciones sostenidas en el tiempo, al par que fortalecen la capacidad local para avanzar en el crecimiento regional. El eje, naturalmente, pasa por la articulación entre lo público y lo privado.
Una parte importante del gran cambio conceptual es que la idea de sustentabilidad implica basar la acción de la empresa en tres pilares: la articulación-cooperación público-privada; el trabajo en red/creación de capital social; el desarrollo local como motor para la acción.
Estas características que hacen a la sustentabilidad pueden sintetizar de alguna manera la forma en que algunas empresas presentan su acción. El desarrollo del capital humano contribuye a mejorar la atención de la salud, el acceso a la calidad educativa y la capacitación laboral; el desarrollo del capital productivo se enfoca en el desarrollo local, con la generación de empleo y programas especiales –para pymes, por ejemplo– que apuntan a mejorar la infraestructura de la región y cuyo objetivo es el de cooperar para ayudar a mejorar la calidad de vida de la comunidad en la que una empresa se inserta.
(Todas las entrevistas de este dossier fueron realizadas por el periodista Blas Gómez)
Impacto en la gestión
Cuando la sustentabilidad se incorpora al modelo de negocios
En el largo plazo, los intereses de los stakeholders se encontrarán con los intereses de la sociedad en general, según la visión adoptada por el capitalismo. Victoria Morales Gorleri opina que “vivimos en una época donde los impactos, positivos o negativos de las empresas son juzgados por la comunidad donde se desenvuelven”.
Victoria Morales Gorleri
Para Morales Gorleri, directora de Responsabilidad Social para el Desarrollo Sostenible del Ministerio de Salud y Desarrollo Social de la Nación, “en la actualidad aquellas empresas que buscan diferenciarse son conscientes de que deben incorporar la sustentabilidad a su negocio. Aquellas que lo logren serán valoradas positivamente mejorando su desempeño económico. Entonces, sin dudas, es parte de un buen plan de negocios sumar al desarrollo de los consumidores, empleados, el país y sus riquezas”.
La responsable del área de Responsabilidad Social considera que entre las corrientes de pensamiento dominantes en la materia, el cambio más relevante “es la incorporación de la sustentabilidad al modelo de negocios de la empresa como parte de su ADN y no tanto como Responsabilidad Social Empresaria, lo que implica un modelo de gestión de negocios que tiene en cuenta el impacto y orienta a un desarrollo sustentable”.
–¿De qué manera las empresas pueden colaborar en el desarrollo de las economías regionales a partir de sus programas de sustentabilidad?
–Las empresas son un eslabón fundamental en el desarrollo de las economías regionales, en tanto y en cuanto se involucren con un compromiso sustentable asumiéndose como agentes de cambio. Por ejemplo, desde nuestra Dirección promovemos el programa “Juntos por el agua”, una estrategia de impacto colectivo que busca aportar soluciones de acceso al agua a poblaciones rurales y periurbanas de nuestro país. Es una red colaborativa entre Ministerio de Salud y Desarrollo Social, empresas y organizaciones de la sociedad civil, cuya metodología se basa en la gestión comunitaria con la participación activa de los vecinos. De esta manera logramos un verdadero empoderamiento de la comunidad para el desarrollo regional.
–¿Son los ODS un objetivo central de la agenda empresaria?
–Sin duda se ha avanzado mucho pero todavía estamos en una instancia inicial. Hay una encuesta muy interesante realizada por Rigou Consultores y Tres Mandamientos a 153 empresas, que muestra el aporte del sector privado empresarial a la Agenda 2030 y los ODS. Entre otros datos, revela que 97% de las empresas argentinas encuestadas conoce los ODS; y que 32% ya realizó un trabajo de alineación con esta agenda internacional.
Los ODS más importantes para el sector privado son Trabajo Decente y Crecimiento Económico; Producción y Consumo Responsable; e Industria, Innovación e Infraestructura. Es decir que las prioridades del sector privado se alinean al eje prosperidad, más asociado a la actividad propia de las empresas.
Nuestro desafío es acercar a las empresas el ODS número uno: Fin de la Pobreza, que es prioridad para el Gobierno desde el momento en que asumió. Y desde la Dirección Nacional de RS lo hacemos a través del ODS número 17, que es generar alianzas estratégicas para el cumplimiento de los todos los otros objetivos. En este sentido, nuestro trabajo es articular el compromiso de las empresas con la comunidad y orientarlos hacia las personas que más lo necesitan.
–¿Cómo debería ser la articulación público privada para llevarlos a cabo?
–Lo ejemplifico con una acción de la Dirección: el Foro de Responsabilidad Social para el Desarrollo Sostenible, que propone un abordaje integral y multidimensional promoviendo la articulación entre el Estado y el sector privado y en alianza con las organizaciones de la sociedad civil para aunar los esfuerzos y brindar soluciones concretas a las problemáticas sociales más sensibles de nuestro país.
Lo llevamos adelante desde 2017 en torno a cinco ejes: Mujer, Empleabilidad, Infancia, Juventud y Adolescencia, y Desarrollo Comunitario. En esta red colaborativa creamos estrategias, iniciativas y proyectos a partir de un espacio de diálogo y co-creación entre los distintos actores. Una vez que los proyectos ya están en marcha, buscamos replicar y amplificar programas con impacto positivo.
–¿Cuáles son las fortalezas, oportunidades y debilidades de la actualidad argentina para que se logre ese desarrollo?
–Creo que estamos en un momento histórico por dos motivos: en primer lugar, por el contexto internacional de la Agenda 2030, renovando así los objetivos del milenio en el desarrollo sostenible y que tiene como uno de sus principales cambios la incorporación del sector privado como un actor clave para su implementación.
El otro es el contexto local en el cual el Gobierno argentino ha decidido nuevamente abrirse al mundo y potenciar sus relaciones internacionales y el trabajo en las diferentes agendas en los temas que hacen a la sustentabilidad. Se trata en definitiva de cambiar la matriz de trabajo.
La inversión verde, herramienta de acceso al crédito
Centros urbanos más inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles
Lo relevante, año tras año, es comprobar y analizar los cambios ocurridos en las corrientes de pensamiento que dominan la agenda sustentable. En el último tiempo una serie de criterios han sido definidos como principales indicadores que utilizan los inversores para medir la gestión responsable y la contribución al desarrollo sostenible por parte de las empresas.
“En el caso de los criterios ambientales y sociales, los inversores valoran que las empresas tomen medidas en cuestiones centrales tales como el análisis de la huella de carbono, el consumo de los recursos naturales, protección de la biodiversidad, utilización de energías renovables, entre otros”, opina Gustavo Mange, un experto consultor en temas cinculados con la sustentabilidad.
“Respecto al criterio social, aspectos como la defensa de los derechos humanos tanto dentro como fuera de la empresa, la diversidad étnica, cultural y religiosa de los trabajadores o el trabajo infantil son algunos de los conceptos donde los inversores socialmente responsables ponen el foco”.
–¿Cuáles son en su opinión los beneficios reales de la inversión verde?
–La inversión verde no solo genera un posicionamiento de la empresa ante la comunidad y la opinión pública, sino que además es hoy una herramienta ineludible de acceso al crédito.
La gran mayoría de las instituciones crediticias del mundo occidental han adherido a los Principios del Ecuador, y miden el desempeño socio ambiental de las empresas por su ajuste a las Normas de Desempeño de la IFC (Corporación Financiera Internacional).
Tanto la inversión verde como el posicionamiento ético son centrales para lograr la licencia social de cualquier proyecto privado o público.
–¿Qué tan relevantes son los ODS hacia el interior de las empresas?
–Todavía está pendiente una mirada socioambiental integral de las empresas sobre toda la estrategia de negocios. Los ODS se encuentran aún en muchas empresas como iniciativas de un sector, generalmente vinculado a medio ambiente o RSE, pero está pendiente una articulación transversal en el armado total del negocio, incluyendo la cadena de suministros.
Las asociaciones público-privadas son un factor clave para aprovechar las inversiones y optimizar los estándares de la industria. Suponen una ayuda para utilizar tanto los recursos públicos como privados, lo que facilita la investigación, el liderazgo y la gobernanza.
La articulación entre lo público y lo privado es sin duda la clave para que estos objetivos que se plantean a nivel de enunciado sean bajados a tierra por las empresas, en función de su actividad y prioridades, pero enmarcados en una estrategia general que debe ser definida por el estado en función del diseño de las políticas públicas.
–¿Es posible en la Argentina de hoy implementar este desarrollo?
–Los ODS proponen un conjunto de metas destinadas a lograr que los diferentes centros urbanos sean más inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles.
El logro de estas metas implica en sí mismo una enorme oportunidad, que solo es posible concretar mediante el diseño de políticas y la implementación de instrumentos de gestión que intervengan en el funcionamiento de los mercados, busquen la disminución de las brechas de desigualdad y promuevan un desarrollo territorial respetuoso de los bienes comunes.
Adicionalmente, es importante resaltar que la Agenda 2030 plantea 17 objetivos con 169 metas de carácter integrado e indivisible que abarcan las esferas económica, social y ambiental.
Esto supone una visión holística de los procesos, contraria al abordaje sectorial y fraccionario que han tenido en general las políticas públicas. Esta ha sido su mayor debilidad para una exitosa implementación en Argentina y Latinoamérica en general.
–¿Piensan las empresas en una verdadera concepción del negocio como un factor de triple impacto?
–Existe un conjunto de empresas que buscan conciliar el desarrollo económico, el social y la protección del ambiente, desarrollando su actividad de forma tal que sus acciones redunden en beneficios integrados sobre estos tres factores.
La política referida a emisiones de CO2, los planes de igualdad, la movilidad sustentable y la inversión en energías renovables son los temas centrales en la agenda sustentable a escala internacional y son los ejes que deberían seguirse en el país para estar en sintonía con dicha agenda. Para esto es fundamental contar con indicadores de medición de impactos y poder reportarlos dentro del año calendario.
En tal sentido, hay compañías que están actuando proactivamente y otro grupo más reactivo que se mueve según regulaciones o exigencias del mercado. Por lo tanto, es vital la formación de los cuadros gerenciales y directivos para poder extender las políticas de sustentabilidad a toda la cadena de valor.
Impacto en las tres dimensiones
La creación de valor para los stakeholders
Es importante ahora seguir profundizando en el relevamiento de los impactos en sus múltiples dimensiones, gestionarlos y mejorar la rendición de cuentas y su comunicación a la sociedad, en el campo de la RSE y la sustentabilidad.
María Eugenia Rodríguez
Para la coordinadora del Centro de Sustentabilidad Social de la Universidad Siglo 21, María Eugenia Rodríguez, las grandes empresas ya han superado la etapa de sensibilización e introducción de la temática de RSE o sustentabilidad, a través del reporte de sus acciones.
–¿Por dónde pasan los ejes centrales de la agenda sustentable en las organizaciones?
–Hoy se busca que el compromiso de las empresas y organizaciones impacte de manera directa en el corazón del negocio. Imaginar una estrategia de sustentabilidad por fuera de la actividad principal de la empresa, como una estrategia independiente a su negocio, no agrega valor.
En tal sentido, la agenda 2030 y los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS) provocaron un cambio importante en el paradigma y mueve a las organizaciones a alinear la estrategia de su negocio.
–¿Cuál es su opinión acerca de la creación de valor, cuando los stakeholders están en el foco de atención?
–La creación de valor para los stakeholders es sin duda fundamental para la creación de valor para el accionista, entendiendo este concepto de valor en un sentido amplio y no limitándolo solamente a su concepción económica. No se trata solo de aumentar sus beneficios, sino de crear condiciones que permitan a la empresa lograr un crecimiento, una sostenibilidad y un mayor atractivo en el mercado.
Muchas empresas han debido enfrentarse a situaciones donde, al no responder a los intereses de sus principales stakeholders, como por ejemplo, consumidores, han debido cancelar nuevas iniciativas que se consideraban prioritarias.
–¿Es posible llevar a la práctica y con éxito una empresa comprometida con el triple impacto?
–Las empresas B son hoy una muestra de una importante corriente dentro de las empresas que, con la concepción del triple impacto, buscan ser, como ellas mismas lo definen, no solo las mejores empresas del mundo sino también las mejores empresas para el mundo.
Más allá de estos movimientos, es importante reconocer a aquellas empresas que hacen una gestión diaria contemplando su impacto en las tres dimensiones.
Día a día vemos el surgimiento de nuevos emprendimientos, impulsados en su gran mayoría por las generaciones más jóvenes. Son pensados desde su origen con criterios de sustentabilidad para marcar una diferencia competitiva que está fundamentada en la creación de múltiples formas de valor, que alcanzan altos niveles de reconocimiento y que son priorizados por clientes o usuarios que valoran una gestión más responsable y sustentable.
–¿Son los ODS un desafío central de la agenda empresaria?
–Hoy el concepto de sustentabilidad está instalado y es parte de la agenda empresarial y política. Las empresas, en diferentes tiempos miden sus impactos, definen sus temas materiales, consolidan estrategias y establecen líneas de acción hacia la Agenda 2030. Con sus objetivos que hoy nos permiten un lenguaje común y un norte más claro acerca de cómo efectivamente cada organización en alianza con otros actores puede aportar al desarrollo local, incidir claramente en su entorno y generar transformaciones en la sociedad.
–¿Cómo debería ser la articulación público privada para llevar a cabo los ODS?
–La articulación público privada es fundamental para avanzar en los planes locales y el logro de las metas. La incorporación del ODS 17 es una clara señal en este sentido. Poder construir una agenda local compartida entre los diferentes sectores, el sector público, el sector privado y las organizaciones sociales, teniendo como horizonte los ODS permite orientar una agenda de acción que priorice las metas locales y muestre real impacto en las múltiples dimensiones.
–¿Qué opinión tiene acerca de la inversión ética y los beneficios que ella implica?
–La inversión ética viene demostrando que, lejos de comprometer las ganancias, logra que los inversores puedan obtener el mejor balance entre rendimiento económico e impacto social o ambiental.
Las Universidades tenemos un rol fundamental que cumplir en este sentido de formar personas que puedan pensar, decidir y actuar con criterios de responsabilidad social. Formar profesionales éticos, abiertos a nuevos paradigmas, que puedan resignificar el sentido y la medición del éxito empresarial es fundamental para que las futuras empresas cuenten con profesionales responsables, líderes capaces de asumir posiciones de responsabilidad en la creación y distribución de la riqueza, con la aspiración última de que la región sea cada vez más desarrollada, ética, solidaria y equitativa.
Pensar en el desarrollo local
ODS en la agenda empresarial, de Gobiernos y sociedad civil
Las empresas tienen su grado de responsabilidad en el desarrollo de capital local, tanto en el plano productivo, como humano y social. Luego, cada una en forma individual debe asumir sus compromisos para aportar desde su propio lugar.
Ana Muro
“El compromiso del sector privado está en pensar junto con otros actores en el desarrollo local y verse como un vecino activo y comprometido de las localidades donde están insertas, trabajar en conjunto por la prosperidad y el desarrollo del bien común”, sostiene la coordinadora del área de Responsabilidad Social del Consejo Empresario Argentino para el Desarrollo Sostenible (CEADS), Ana Muro.
Precisamente el CEADS, junto a EY Argentina, desarrolló la plataforma online ODS.ar, donde se reúnen cientos de iniciativas de empresas argentinas que contribuyen a ciertos Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), impulsados por Naciones Unidas, y sus respectivas metas. “Cuando decidimos trabajar desde el Consejo con la Agenda 2030 de Naciones Unidas, nos dimos cuenta de que las empresas necesitaban ayuda para conectar sus estrategias corporativas con la Agenda hacia 2030”, cuenta Muro.
“El proceso comenzó con la realización de talleres en los cuales descubrimos que también era interesante ofrecer la posibilidad de que las empresas documentaran lo que iban haciendo. Fue así como nació www.ods.ceads.org.ar donde se recopilan las experiencias de empresas en temas ambientales o sociales con metas de algunos de los ODS, con la idea de que continúe retroalimentándose y creciendo con el tiempo”.
–¿Son los ODS un objetivo central de la agenda empresaria? ¿Cómo debería ser la articulación público privada para llevarlos a cabo?
–Luego de tres años de haber sido lanzados los ODS, entendemos que están marcando las agendas empresarias, gubernamentales y de la sociedad civil. El lenguaje compartido y el desglose de los objetivos en metas ha resultado muy ordenador para la gestión empresarial.
La finalidad de la agenda es generar y potenciar las alianzas entre el mismo sector privado y con otros sectores.
En este sentido, la articulación con el sector público es esencial ya que las empresas gestionan en terreno junto a las comunidades y allí el sector público tiene mucho que ver.
El tercer informe realizado por el CEADS, llamado Conectando a las empresas con los ODS (2018), revela que 40% de las iniciativas comunicadas por las empresas argentinas en el marco de la Agenda 2030 son realizadas en alianza con el sector público; 29% con las organizaciones de la sociedad civil; 16% con el sector privado (cadena de valor); y 15% con el sector académico.
–¿Por qué cree que se eligen tales iniciativas?
–Observo que el contexto país es una de las razones que explican por qué las empresas ven como una prioridad el ODS de “Educación de Calidad”. En el caso de “Salud y Bienestar”, la meta sobre la cual se está trabajando tiene que ver con la reducción de muertes por accidentes de tránsito. Ambos están vinculados con la agenda país.
Por otro lado, está la parte relacionada con la agenda propia del sector privado, que reconoce el “Trabajo Decente y Crecimiento Económico”, “Industria, Innovación e Infraestructura” y “Producción y Consumo Responsables”.
–Es decir que la realidad y la actualidad son determinantes a la hora de definir las metas por parte de las empresas.
–La coyuntura afecta a la actualidad argentina en todas sus aristas: podemos quedarnos quietos y cerrados a búsqueda de oportunidades o despuntar la creatividad e innovación e ir hacia adelante.
Parte de la clave es la transparencia y el trabajo conjunto, secundado por el diálogo. Entiendo que estamos transitando ese camino, unos con más éxito que otros.
–¿Los reportes de RSE continúan siendo el elemento más importante que tienen las empresas para mostrar a sus públicos?
–Los reportes son un importante elemento para mostrar a sus públicos lo que se hace en materia de sustentabilidad, aunque hoy vemos que las redes sociales tienen una injerencia muy importante en la comunicación que, además se actualiza de manera constante, mientras que los reportes suelen ser del año anterior respecto del año en curso.
Destacamos que también son excelentes como herramienta de gestión interna, principalmente por el proceso en el que se ve inmersa toda la compañía, donde sucede gran parte del cambio cultural.
–La inversión verde genera rentabilidad, buenos negocios, y además respetabilidad dentro de la comunidad en la que está inserta una empresa. Pero también inversión ética. ¿Qué opinión tiene al respecto?
–Creo que el concepto de inversión es bueno en sí mismo, si además viene de la mano de tecnologías y prácticas más sostenibles otorga a la empresa mayor competitividad, mejor reputación y hasta un aumento de la credibilidad.
Desafíos comunes
Sin liderazgos que crean en el bien común, no se avanza
A la larga, los intereses de los stakeholders convergen con los intereses de la comunidad en general, de acuerdo a una visión, adoptada por el capitalismo de largo plazo, más profunda del rol de la empresa en la sociedad.
Para el titular del Ãrea Académica Empresa, Sociedad y Economía de IAE Business School, de la Universidad Austral, Marcelo Paladino, la idea “exige un liderazgo muy importante y legitimado de los empresarios, que no siempre se da”. Y, al respecto, ejemplifica con “lugares como Rafaela, o el sector vinos” como el modelo a seguir. No obstante, Paladino insiste en la idea de liderazgos y resalta que “aunque los intereses estén ahí, si no hay liderazgos que crean en el bien común, el tema no avanza”.
Paladino cuenta con título de ingeniero mecánico (UBA), con especialización en metalurgia, y experiencia en empresas industriales. Su área de trabajo ha sido Dirección de Operaciones y Tecnología, donde focalizó su investigación en la competitividad, mejora continua de la calidad y los sistemas de trabajo orientados al desarrollo de las personas.
Con el tiempo, lideró en el IAE el desarrollo del departamento académico Empresa, Sociedad y Economía, con el propósito de estudiar, entender y difundir ideas acerca del rol y el sentido de la empresa en la sociedad.
–¿Existe hoy en las empresas una verdadera concepción del negocio como un factor de triple impacto, en los planos ambiental, social y económico?
–Es una respuesta difícilmente generalizable y diría más bien que hay al menos tres grupos. En primer lugar, las empresas grandes que formalmente firman pactos, acuerdos, etc, pero con bajo compromiso real; luego, las empresas grandes comprometidas, con normas o pactos o sin ellos; y por último, las pequeñas y medianas empresas, o pymes, donde es más difícil verlo, pero que tienden a tener estas preocupaciones.
Agregaría que el mayor problema hoy es la baja calidad ética promedio, y eso lo más preocupante.
–¿Son los ODS un objetivo central de la agenda empresaria? ¿Cómo debería ser la articulación público privada para llevarlos a cabo?
–Este es un tema sobre el que se está avanzando en la actualidad y existen dos maneras de llevarse a la práctica: una de ellas es top down, organizadas por los gobiernos, como las mesas de competitividad; y la otra bottom up, impulsada por los mismos actores, como puede ser la Mesa de Carnes. Esta última es la de mejores resultados y con solución de continuidad.
–¿Hasta dónde llega la responsabilidad de las empresas en el desarrollo de capital local?
–Los directivos de empresas, Gobiernos y organizaciones no gubernamentales enfrentan desafíos comunes, tales como la realidad de un 50% de la población mundial viviendo con menos de US$ 2 diarios en un contexto de desigualdad creciente, las recurrentes crisis financieras y el calentamiento global.
Si bien estos desafíos son comunes a los tres sectores, cada uno de ellos los encara predominantemente en forma independiente, desaprovechando el potencial de la cooperación público-privada para su solución.
Desde el sector privado se propone la responsabilidad social empresaria como proceso clave para encararlos, sin dejar de lado el fin de maximizar el beneficio económico, mientras que el sector gubernamental sigue considerando el crecimiento económico y/o la regulación como el medio y el fin para solucionar tales desafíos.
–¿Cuáles son las fortalezas, oportunidades y debilidades de la actualidad argentina para que se logre un desarrollo productivo humano y local en el país?
–No se entiende la magnitud del problema que tenemos y el tiempo que llevará, y esto es patrimonio del Gobierno, empresarios, economistas. A modo de ejemplo, 30% de pobreza por más de 10 años no es un problema económico sino cultural que ha hipotecado a una generación que no tiene salida; cada dos empleos formales hay uno en el sector público; y solo hay seis millones de empleos formales. Y la discusión es el modelo económico…