Tecnología mobile en el retail

    Por Matías Hilaire (*)


    Matías Hilaire

    A solo tres años de aquel lanzamiento, encontrar un celular sin cámara integrada era tan factible como el de una TV sin control remoto. La cámara de fotos fue entonces el primero de los pasos para la gran transformación que viviría la telefonía móvil.
    En 2003 llegarían los primeros smartphones de la mano de Blackberry integrando el correo electrónico como principal característica y cuando Steve Jobs presentó su iPhone un par de años más tarde, la suerte ya estaría echada y tendría lugar una de las adhesiones tecnológicas más vertiginosas de la historia de la humanidad.
    Pero volviendo unos años atrás, fue en 2005 cuando estando a cargo del área de Category Management en Aguas Danone España, comenzaría a experimentar personalmente con el potencial que tendrían estos dispositivos mobile en retail.
    De pronto, esta tecnología ofrecía construir un puente entre el trabajo de campo y el de los analistas que trabajaban desde la oficina. Los equipos de desarrollo comercial podían conocer cual era la realidad del mercado a través de la información que sus propios comerciales relevaban en el terreno desde sus Palm y con ella diseñar sus estrategias. Cabe aclarar que habitualmente esa información se manejaba con muestras estadísticas que suelen comprarse a grandes consultoras, pero esta vez la información llegaba de primera mano, personalizada y en lapsos de tiempo mucho más acotados.
    A pesar de ello la incorporación de la tecnología mobile como una herramienta de uso diario tomaría su tiempo en implementarse. Las barreras de inversión en dispositivos y software eran altas, la adhesión a estas nuevas tecnologías no era rápida y todavía no se terminaba de captar el alcance y la importancia que tendría para la labor de los equipos comerciales en el día a día. Sin embargo, como suele suceder con muchos de los avances tecnológicos, esos obstáculos fueron desapareciendo con el correr del tiempo. Los precios y costos de reposición de los dispositivos se redujeron, la oferta de software se incrementó y los usuarios comenzaron a familiarizarse más con el uso de los dispositivos, al punto que hoy esta tecnología ya se encuentra en los bolsillos de la gran mayoría de la población.
    Vale realizar una primer pregunta: ¿Por qué todavía hay tantas empresas que no están aprovechando la oportunidad que estos dispositivos presentan?

    Imperio de la inmediatez


    Vivimos sumergidos en el mundo de la inmediatez. Si necesitamos información la conseguimos en segundos (cualquier información). Queremos comprar algún bien y en un instante podemos encontrar lo que queremos ya sea nuevo o usado. Compramos entradas para el cine, conciertos, teatros, sin desperdiciar un segundo haciendo una cola. El tiempo se convirtió en el commodity de mayor valor y buscamos la alternativa que nos satisfaga cualquier necesidad en el menor plazo posible. ¿Por qué entonces no trasladar esa filosofía a nuestras empresas?
    Es importante no ignorarla y por esa razón, luego de una década trabajando en distintas empresas del retail hace seis años decidí embarcarme en el mundo del entrepreneur y liderar equipos que permitieran desarrollar soluciones mobile con el fin de mejorar la performance de las empresas.
    No fue tarea sencilla ya que 2009 se vivía un contexto donde la tasa de penetración de los smartphones era de solo un dígito, pero me permitió ser testigo de como año tras año las expectativas de crecimiento de este mercado superaban ampliamente las proyecciones más importantes. La revolución mobile había llegado para quedarse.
    El arribo de las tablets abrió el juego aún más comenzando a reemplazar tareas que antes solo podían hacerse mediante computadoras dada la inmensa ventaja de la rapidez y simplicidad con la que se podían resolver.

    Hoy las oportunidades de explotación en cualquier dispositivo móvil es inmensa:

    • Catálogos digitales que eliminan costos de impresión y distribución, que permiten a los equipos comerciales llevar consigo las fichas logísticas actualizadas, imágenes de productos para cerrar publicaciones en folletos e incluso contenido multimedia sobre las campañas publicitarias que los departamentos de marketing crean;
    • Aplicaciones mobile que reemplazan las Intranets en empresas y que permiten crear un canal de comunicación personalizado para los usuarios;
    • Herramientas de toma de pedidos;
    • Herramientas de relevamiento de información;
    • Herramientas para la digitalización de circuitos de autorización, etc.

    Todo funcionando desde un teléfono o tablet y trabajando en sincronía con el sistema de administración que utiliza la empresa habitualmente.
    Pero ¿cuál considero que debería ser la clave para que este tipo de herramientas tengan éxito dentro de una organización?

    Claves de éxito

    La primera y principal es que la adopción de estas herramientas les represente una solución u optimización a un problema. En los años que tengo de experiencia en el campo he visto varias empresas que habían invertido en herramientas de software que luego nadie utilizaba debido a que no eran necesarias para cambiar radicalmente los resultados de la compañía. Cuando el DVD remplazó al VHS el cambio en calidad fue abismal, pero el Blu-Ray no llegó a tener un alto grado de penetración debido en parte a que no fue un cambio sustancial como lo sería el anterior.
    La segunda es que las herramientas deben ser de adhesión rápida. Es necesario evangelizar a los usuarios y para ello es clave que las aplicaciones sean intuitivas y que no requieran de ninguna capacitación para poder ser utilizadas. El éxito de la implementación reside en el diseño de la interfaz. No hace mucho le escuché decir esto al director de sistemas en una de las empresas con las que trabajo “Tengo vendedores que todavía no saben usar el e-mail pero ya no pueden vivir sin la aplicación de toma de pedidos”.
    Una última reflexión: cierro con una frase que pronunciara Steve Jobs en su discurso en Stanford en 2005, donde dijo “Mis cosas favoritas en la vida no cuestan dinero. Está claro que el recurso más importante que todos tenemos es el tiempo”.

    (*) Emprendedor tecnológico. Presidente del Alumni de ESADE Argentina. @matthilaire.

    De promoción a reputación

    Estamos viendo usar, cada vez más, en las discusiones y preocupaciones cotidianas de los profesionales de comunicación, las palabras percepción y reputación, que, en adelante, van a ser más importantes que la promoción, que es lo que en buena parte han venido haciendo las relaciones públicas tradicionales.
    Si las relaciones públicas han intentado siempre manejar la reputación empresarial, generalmente el tema de reputación y percepción de una marca ha estado limitado a las grandes empresas que tenían esa preocupación por estar lógicamente más expuestas. En los departamentos de RR.PP., y en las agencias de relaciones públicas, el trabajo generalmente era generar promoción, informar sobre nuevos features, nuevas productos, invirtiendo 60, 70 u 80% del tiempo en eso, apoyando las actividades de marketing.
    Reputación era algo que entraba en el radar solo si había una crisis o solo era una preocupación de las 200 ó 300 grandes marcas mundiales.
    Pero, la gente se ha acostumbrado a poder opinar, discutir, denunciar, y además a difundir la información en tiempo real. Y para colmo hay una generación entera que ya no conoce otra forma de comunicarse y no reconoce otra forma de expresarse y sí, también, de ejercer poder.
    Este factor ha hecho que el componente de percepción y reputación sea algo que tenga un peso mucho mayor que antaño, y ya no importa el tamaño de la empresa u organización. Todo lo que se va construyendo en Internet queda automáticamente relacionado. De la misma manera que la gente primero busca en la red cuando piensa en una marca, el manejo de esa reputación y el manejo de toda esa percepción están de alguna forma construidas por la misma gente. Preferimos, entonces, hablar de construcción de reputación más que de manejo de reputación.
    Y no hace falta ser una marca top para estar expuesto. Ya no se trata de tener una página en Facebook, un canal en Twitter o de tener un buen CEO. De acá en adelante se trata de qué tipo de ciudadano digital se es y cómo, –sea como empresa o como organización–, se va a ser percibido en un mundo interconectado donde las fronteras entre lo online y lo offline tienden a desvanecerse y se realimentan mutuamente.
    Incluso las personas ya tienen problemas de reputación online. Un dentista, un médico, un cirujano, un plomero tiene un problema de reputación online, porque la gente busca plomeros en Internet para contratarlos. Ya no le preguntan a los amigos, le preguntan a Internet. Hay sitios donde la gente reporta sus pareceres sobre servicios desde peluqueros, niñeras, plomeros, etc. Entonces, hay mucha gente que elige o no en función de esos comentarios.
    De esta manera, hablamos no de riesgos comunicacionales sino de riesgos de negocio.

    Alberto Arebalos (Consultor en Comunicaciones Corporativas y manejo de crisis).