En un mismo volumen aparecen dos grandes informes especiales. Uno, el dedicado anualmente a establecer el avance en la forma en que las empresas rinden cuenta sobre lo actuado a todos los actores sociales relevantes. El otro, también cada 12 meses, el Anuario de los Recursos Humanos, cuyo eje es analizar la agenda del área con sus notables transformaciones más allá de la búsqueda incesante -y de la retención- de talento. Como se advertirá en el desarrollo de ambos informes ambos asuntos se entrecruzan y tocan continuamente.
Para completar la coherencia, el título principal de Portada es “Qué es hoy la reputación”. Sorprenden también como los argumentos usuales en los dos informes mencionados, emergen aquí a poco que se profundiza. Como el mundo digital impone nuevas reglas de juego en imagen y reputación, pero también como modifican de modo revolucionario la forma de presentación transparente y ética en el campo de la sustentabilidad y la RSE. Y de que modo una nueva revolución indusrial y digital cambiará el mundo del trabajo como lo conocemos hoy.
Como añadidura, en la sección Grandes Temas, abordamos una megatendencia vital para el país: Argentina y el futuro de los alimentos, el gran desafío pendiente. Sin mencionar otros temas significativos (como en la sección Colofón, página 170, donde se toca “El autoritarismo globalizado”).
En el caso de la rendición de cuentas en RSE, el escenario ha variado de modo tan significativo que, inevitablemente, preanuncia transformaciones inminentes. La nueva realidad del cambio climático; menos recursos disponibles; y -con el auxilio incesante de la tecnología- la demanda de todos los actores por mayor transparencia.
La sustentabilidad y la RSE reclaman una diferente visión desde la tradicional perspectiva empresarial. Que se dará de dos maneras diferentes, por dos caminos distintos. El tema deberá ser considerado como prioridad estratégica del negocio, y no quedar reducido a un cuadrado en el organigrama de la empresa. Pero por otra parte, los tradicionales Informes de Sustentabilidad -que en nuestro país son familiares para un centenar de empresas y conversación obligada de muchas otras- también se modificará ustancialmente en los próximos años.
Es el entorno entero que cambia de modo vertiginoso y afecta todos los campos del conocimiento y el quehacer cotidiano de las personas. Cuando la sustentabilidad se instala como valor esencial, modifica las ideas antiguas sobre el capitalismo. La nueva idea de economía circular, donde el reciclaje de los productos aspira a llegar a 90% del material original; la economía compartida (como Uber, Airbnb, Alibaba y tantas otras); produce la irrupción de nuevos modelos de negocios; aparecen nuevas generaciones de empresas, y mueren otras.
Nuevo mundo del trabajo
Todo esto incide sobre la agenda en el campo de los recursos humanos. La inmediatez de la robótica hace sospechar que la nueva economía producirá millones de desempleados o bien, si se actúa con sensatez, a lo mejor dará más tiempo libre a los que sigan empleados.
Algunos advierten un universo laboral de trabajo precario. Ahora se trabaja de otra forma, se despide gente permanente, y se contrata gente en la nube para trabajos especiales, generalmente cortos. Lo que se ha dado en llamar gig economy. En forma sencilla: es un entorno en que lo común son los trabajos temporarios y las empresas contratan trabajadores independientes para trabajos de corto plazo. El proceso ha comenzado y avanza raudo. Un estudio realizado por Intuit pronostica que para 2020, 40% de la fuerza laboral estadounidense serán contratistas independientes. ¿Qué tendencias alimentan este proceso? En la era digital, la fuerza laboral es cada vez más móvil y puede realizar su trabajo desde cualquier parte. El empleo con lugar fijo en un sitio físico, deja paso a otras prácticas igualmente eficientes.
En síntesis: la gig economy (que podría traducirse por “changas” o “economía de los pequeños encargos”), define esa situación laboral en la que se contrata a alguien para trabajos esporádicos en los que el trabajador aporta todo lo necesario para la actividad.
En las economías más desarrolladas, el tiempo se agota para detener un proceso que amenaza con instalar masivo desempleo de modo permanente, o las incertidumbres constantes de empleos mal pagos o inseguros. Esta situación -advierte la OCDE- es protagonizada por quienes ingresaron al mercado laboral durante la tremenda crisis de 2008/9, la llamada la “verdadera gran depresión”. En gran medida, sostiene la investigación, toda la carrera laboral de una persona se define durante la primera década de trabajo. En los 34 países que integran la OCDE, hay todavía 42 millones de desempleados.