Variables de ajuste

    Por Consultora Ledesma

    El gobierno siguió negándose a implementar los ajustes de política necesarios para lograr un ajuste ordenado del desequilibrio de la balanza de pagos. Esto es: la aplicación de una paquete de ajuste fiscal y monetario, que necesariamente implique la recuperación del superávit primario, la eliminación del financiamiento monetario, un mayor nivel de apertura comercial y financiera y un menor nivel de presión tributaria, en general, y sobre el sector exportador, en particular, permitiendo alinear las expectativas y avanzar en una corrección ordenada del Tipo de Cambio Real (TCR) vía ajustes del Tipo de Cambio Nominal (TCN).
    Si bien hacia fines de 2013 y principios de 2014 se intentó ajustar el TCR vía una significativa devaluación nominal, el impacto real de la misma fue rápidamente erosionado por la aceleración de la tasa de inflación local en la que la misma derivó, dado el sostenimiento, y hasta profundización, del déficit fiscal y su nivel de financiamiento monetario y, consecuentemente, la persistencia de elevadas expectativas de inestabilidad macroeconómica.
    Y, como reza la máxima económica, lo que no ajusta por precio, ajusta por cantidad. Ergo, durante 2014 el nivel de actividad y empleo volvieron a jugar el rol de variables de ajuste, no pudiendo amortiguarse el impacto negativo vía uso de stocks de activos externos (reservas) o financiar el desequilibrio con ingresos netos de capitales.

    Comercio con el mundo

    La cuenta mercancías, más comúnmente referenciada como el intercambio comercial de bienes con el resto del mundo, continuó siendo el único componente de la cuenta corriente con saldo positivo (ingreso neto de divisas). Sin embargo, la magnitud de ese saldo positivo se redujo significativamente, dada la caída de las exportaciones, incrementándose las presiones sobre las reservas del BCRA y el Tipo de Cambio Nominal Oficial (TCNO).
    Razón por la cual el gobierno salió a despejar el retorno a los mercados internacionales de capitales (Club de París y Repsol), minimizar las salidas por servicios de la deuda (recálculo PIB 2013) y atraer inversión extranjera directa mediante convenios específicos (China).
    Sin embargo, el desarrollo desfavorable de la cuestión holdouts impidió la emisión de deuda externa a gran escala, razón por la cual los mencionados esfuerzos no alcanzaron a compensar la menor oferta de divisas que implicaba la contracción de las exportaciones, debiendo profundizarse el enfoque administrativo de la balanza de pagos.
    Hay que recordar que, por un lado, la profundización del mercado paralelo y de la brecha cambiaria asociada, habían propiciado una tímida flexibilización del “cepo cambiario” y, por el otro que los giros de utilidades y dividendos, las transferencias, las importaciones de bienes y servicios (turismo y fletes) habían sido objeto de ajuste durante buena parte de los dos años previos (2012-2013). Sumado, a que las reservas del BCRA acumulaban dos años continuos de caída y tenían que, como mínimo, cubrir la mayor parte de las necesidades de divisas del Tesoro Nacional.
    Debió, casi por descarte, profundizarse la restricción sobre las importaciones de bienes, profundizándose el esquema informal de racionamiento vía la administración de las Declaraciones Juradas Anticipadas de Importaciones (DJAI) y del sistema de autorizaciones para la compra de las correspondientes divisas por parte del BCRA.
    El resultado fue la acumulación de una importante deuda flotante y una fuerte caída de las cantidades importadas de bienes, que fueron las que en mayor medida compensaron el menor ingreso de divisas asociado a la contracción de los valores exportados. En particular, los datos del intercambio comercial indican que la caída de las importaciones compensó casi 90% de los menores ingresos de divisas derivados de la contracción de las exportaciones.

    Presiones recesivas

    Pero, se pagó un alto costo. Pues, la contracción de las importaciones retroalimentó el proceso de deterioro macroeconómico y amplificó las presiones recesivas, al profundizar el desempeño negativo de las exportaciones y la industria.
    De cara a 2015, lo esperable es una profundización en ese sentido.
    Respecto del deterioro de los términos de intercambio (razón entre los precios de exportación y los de importación), vale la pena resaltar que para 2015 proyectamos una contracción anual de 4%, cayendo por tercer año consecutivo y acumulando un retroceso de 14% respecto de 2012. En particular, esperamos que durante el período en cuestión promedien el nivel más bajo desde 2009.
    La mencionada contracción es perceptiblemente menor que la proyectada para los precios de exportación (-10%), ya que esperamos que el cambio de signo del ciclo de liquidez mundial también afecte a los precios de importación (-6%).
    La posibilidad de un acuerdo con los holdouts podría terminar de destrabar el acceso de la Argentina al mercado internacional de capitales, permitiendo generar ingresos de divisas vía la emisión de deuda externa neta (incremento del stock de deuda) o, al menos, compensar los egresos netos que implican los sucesivos vencimientos (refinanciar), relajando esa restricción externa.
    Sin embargo, nuevamente debemos subrayar, que esa posibilidad no afecta por sí misma la dinámica de los dos factores que explican la perspectiva de profundización del desequilibrio externo durante 2015: apreciación real y deterioro de los términos de intercambio. Peor aún, dado que se trata de un año electoral, el acceso a una nueva fuente de financiamiento (deuda externa) podría derivar en una profundización del sesgo expansivo de la política económica local y, por lo tanto, del proceso de atraso del TCR.
    Por último, y no por eso menos importante, el enfoque administrativo de la balanza de pagos, en general, y de la cuenta corriente, en particular, derivó, como era esperable, en un progresivo cierre de la economía local, ya que el flujo comercial en bienes y servicios se redujo en términos absolutos y relativos al PIB.
    Una economía más cerrada necesariamente implica que el sector productor de bienes exportables e importables (transable) pierde importancia relativa, incrementándose el nivel de sensibilidad del TCR de equilibrio a los términos de intercambio y los cambios registrados en los flujos netos de capitales.
    Como conclusión, el enfoque administrativo de la balanza de pagos le permitió a la conducción económica lidiar con el desequilibrio externo que ella misma ha venido generando y, al mismo tiempo, evitar ajustar el esquema de política económica. Sin embargo, el costo lo pagó y lo va pagar la economía real. En el mientras tanto, vía mal desempeño del nivel de actividad y empleo. De cara al futuro, vía un incremento de la magnitud del ajuste requerido sobre el TCR y su sensibilidad.

    Comercio exterior

    La contracción fue la regla

    Estimamos que lo valores exportados de bienes apenas lograron alcanzar los US$ 72.200 millones durante 2014, cayendo 11,6% respecto del año previo y reduciendo el flujo de ingresos de divisas asociado en unos US$ 9.500 millones. De esta manera, redondearon el nivel más bajo desde 2010.

    El mal desempeño fue resultado de las malas cosechas de girasol, maíz sorgo, vid y frutas, la apreciación real del peso respecto de las monedas de nuestros principales socios comerciales, el mal desempeño de la economía brasileña (principal socio comercial), el mayor coeficiente de retención de grano de soja por parte de los productores primarios y, hacia el segundo semestre del año, el retroceso de los precios de exportación de los productos primarios y derivados industrializados que supuso el fortalecimiento internacional del dólar.
    A lo cual hay que sumar las implicancias negativas que tuvieron la continuidad y profundización de las trabas a las importaciones sobre la disponibilidad en tiempo y forma de insumos clave para el proceso productivo local, la capacidad de ingreso de los productos locales a los mercados de nuestros socios comerciales afectados por las mismas y el flujo de comercio administrado (sector automotriz).
    Como se desprende de la enumeración previa de factores, la caída de los valores exportados fue en su mayor parte resultado del mal desempeño de los volúmenes (-10%), pues lo precios externos promediaron un retroceso de 2% anual, concentrándose el mismo hacia el fin del período.


    Productos primarios

    Desde el punto de vista de los principales rubros de exportación la baja de los valores estuvo en buena medida liderada por las menores ventas al exterior de productos primarios. En particular, el valor acumulado a lo largo de 2014 alcanzó los US$ 15.300 millones, experimentando un merma de 21% respecto de 2013 (-US$ 4.000 millones) y explicando por sí mismo 42% del recorte registrado por los valores totales.
    En este caso, la responsabilidad respecto del mal desempeño se distribuyó casi en partes iguales entre las cantidades (-10,2%) y los precios de exportación (-11,9%) En lo que hace a los principales productos, resaltaron las contracciones experimentadas por las frutas (malas cosechas, menores precios externos y atraso TCR), los cereales (la buena cosecha de trigo no alcanzó a compensar la mala de maíz), los granos oleaginosos (mala cosecha girasol, mayor coeficiente de retención de grano de soja por productores primarios y menores precios externos) y los metales (menores precios externos y atraso TCR).
    En tanto, los valores exportados de Manufacturas de Origen Agropecuario (MOA) tuvieron un desempeño 2014 relativamente mejor, al promediar un contracción anual de sólo 4,4% y redondear US$ 28.100 millones (-US$ 1.300 millones) En este caso, el protagonismo correspondió a las cantidades, ya que su ritmo de contracción (-3,2%) casi triplicó al de los precios (-1,2%)
    Desde el punto de vista de los principales productos del rubro resaltó la contracción de los envíos al exterior de carnes y sus preparados, productos lácteos, grasas y aceites (aceite de soja) y productos elaborados de frutas, hortalizas y legumbres. En su mayor parte resultado de la menor disponibilidad de materia prima que supuso el mal desempeño de las producciones primarias asociadas (por clima y atraso TCR) y, en el caso de los derivados de la soja, el mencionado mayor coeficiente de retención de grano por parte de los productores primarios y el deterioro de los precios de exportación.
    Las Manufacturas de Origen Industrial fueron el otro rubro que lideró la caída de los valores exportados totales, dado el mal de­sempeño de la economía brasileña, el atraso del TCR y las consecuencias internas y externas de las trabas a las importaciones. En particular, el valor de las ventas al exterior redondeó los US$ US$ 24.400 millones, retrocediendo 15,3% respecto de 2013 (-US$ 4.400 millones) y explicando más de 45% de la merma total.
    En este caso la responsabilidad de la caída correspondió en 100% a las cantidades, pues los precios promedio de exportación se mantuvieron estables. Desde el punto de vista de los distintos productos, resaltaron las contracciones de las máquinas, aparatos y material eléctrico (industria metalmecánica), las manufacturas de metales (metalmecánica) y los vehículos terrestres, aéreos, marítimos y fluviales (automotriz y metalmecánica).
    Por último, las ventas al exterior de combustibles y energía cayeron 15% anual y redondearon US$ 4.400 millones (-US$ 791 millones), como resultado en su mayor parte del mal desempeño de las cantidades (-12%), ya que la caída de los precios externos se produjo hacia fin de año y, en consecuencia, el promedio anual acusó una baja de solo 4%.
    En cuanto a los productos, por lejos, el protagonismo correspondió a la merma experimentada por los valores exportados de naftas y petróleo crudo. En ambos casos, resultado de la menor producción local.

    Menos importaciones

    Las trabas dispuestas a través de la propia Secretaria de Comercio (DJAI), la AFIP y la BCRA lograron más que compensar el impulso que suponía la apreciación real del TCR para las importaciones y determinaron la contracción de las compras al exterior.
    Los valores importados cayeron 11,4% anual respecto de 2013, redondeando US$ 65.300 millones. El 100% de la mencionada contracción fue resultado del mal desempeño de las cantidades (-12% anual)
    En cuanto a los rubros, las compras al exterior de partes y piezas de bienes de capital y los bienes de consumo fueron por lejos las más afectadas por el enfoque administrativo, promediando caídas en valor de -19% y -12% anual, respectivamente. En tanto, los volúmenes cayeron -20 y -12% anual, respectivamente.
    Las compras al exterior de bienes de capital y bienes intermedios, las primeras clave desde el punto de vista del desempeño de la inversión y las segundas muy ligadas al de­sempeño industrial, también cayeron, aunque a menor ritmo: -0,3% y -4%, respectivamente, en valor; y -2% y -3%, respectivamente, en volumen.
    Las compras al exterior de combustibles y lubricantes también estuvieron entre las que menos cayeron, tanto en valor (-5%) como en cantidad (-3%), evidenciando la elevada dependencia local en la materia. El mal desempeño se explicó en su mayor medida por la menor demanda local derivada de la contracción económica general y el encarecimiento relativo de estos bienes en el mercado local.
    De lo dicho se desprende que la contracción experimentada por los valores importados no alcanzó a compensar la totalidad de la caída registrada por los exportados y, en consecuencia, el saldo comercial se redujo 13% respecto de 2013 (- US$ 1.100 millones), ubicándose por debajo de US$ 7.000 millones y alcanzando el nivel más bajo desde 2001 (en los últimos trece años)
    En tanto, el rojo comercial en materia energética volvió a incrementarse (+4% vs 2013), aproximándose a los US$ 6.500 millones. Es decir, equivalió a 90% del superávit y a aproximadamente 2/3 de la merma total registrada por los valores exportados.
    De cara a 2015, esperamos que las mayores cosechas esperadas para la mayor parte de los cultivos extensivos e intensivos, con excepción del maíz, y el punto de comparación menos exigente (2014) permitan reducir la magnitud de la caída prevista para las cantidades exportadas. En tanto, que creemos que la apreciación real, un año de transición para nuestro principal socio comercial (Brasil), la continuidad de las trabas a las importaciones y las expectativas de inestabilidad macro (incentivo a stockearse en productos primarios) serán determinantes en pos de la contracción.
    Por todo lo dicho proyectamos una caída de las cantidades exportadas de 6%, que estará en su mayor parte propiciada por el mal desempeño del rubro MOI (2/3 de la contracción total de las cantidades)
    En tanto, y dado el fortalecimiento internacional del dólar, esperamos que los precios promedio de exportación pronuncien la tendencia negativa, promediando una baja de 10% y alcanzando el menor valor desde 2009. La contracción estará liderada por los precios de los productos primarios y de las MOA. En particular, la merma proyectada para el valor de la cosecha de soja (US$ 6.650 millones), equivaldrá a 60% de la merma registrada por los valores exportados.
    Por tanto, proyectamos que durante 2015 los valores exportados promediarán una contracción anual de 15%, redondeando US$ 61.000 millones. El menor nivel de exportaciones desde 2009.
    La caída de las importaciones compensará la mayor parte del efecto negativo de la contracción de las exportaciones sobre la oferta neta de divisas, ya que esperamos que el menor nivel de actividad proyectado a escala local, la profundización de las trabas a las importaciones y la contracción de los precios de importación, en general, y de los bienes energéticos, en particular, determinarán una caída de poco menos de 15% de los valores, los cuales redondearán US$ 55.700 millones.
    De lo dicho se desprende que proyectamos un saldo comercial 2015 de solo US$ 5.400 millones (-22% vs 2014), el cual contribuirá a sostener en niveles elevados las presiones sobre el mercado de cambios y las expectativas de inestabilidad, al tiempo que incrementará los incentivos de la actual administración para retornar al mercado internacional de capitales, acuerdo con holdouts mediante, o, al menos, salir a buscar capitales externos por vías alternativas.

    Cuenta capital

    Como en el tango: detrás del mango

    Ya hacia fines de 2013 la actual administración tomó nota de, por un lado, el deterioro esperado para el resultado de la cuenta corriente durante 2014 y la persistente desconfianza del sector privado (fuga de capitales) y, por el otro, el menguado nivel de reservas del BCRA y el exigente perfil de vencimientos de deuda para el último bienio de su segundo mandato.

    En consecuencia, presa de su necesidad por conseguir divisas, retomó el pragmatismo y se enfocó en la cuenta capital no privada (ingresos y egresos de capitales generados por el sector público) tirando por tierra con dos grandes pilares de su relato: el crecimiento a tasas chinas y el desendeudamiento.
    Respecto de los primero, dispuso el cambio de base del Sistema de Cuentas Nacionales (SCN), recalculando el PIB 2013 y determinando el no pago del Cupón PIB en diciembre de 2014. En particular, la tasa de crecimiento calculada oficialmente para el PIB 2013 pasó del 4,9% que se había anunciado según el EMAE y el SCN base 1993, a 3% real anual según el SCN base 2004.
    Como para habilitar el pago la citada tasa de crecimiento debía superar el límite de 3,22% anual fijado en los canjes 2005 y 2010, el mencionado recálculo se tradujo en un ahorro de US$ 2.700 millones por las especies denominadas en moneda extranjera y más de $5.000 millones para las especies denominadas en moneda local.
    Respecto de los segundo, comenzó a avanzar en la superación de todos las obstáculos que existían o que podían dificultar el retorno de la Argentina a los mercados internacionales de capitales.
    Estos, a su vez, servían de gestos que confirmaban la voluntad del gobierno de honrar en tiempo y forma las obligaciones de la Argentina y permitían sumar adhesiones y apoyos en pos de superar el otro gran obstáculo: El litigio abierto en Nueva York por la deuda no ingresada en los canjes de 2005 y 2010 (holdouts) Y, sobre todo e, inicialmente, buscaban forzar que la Corte Suprema estadounidense aceptara la apelación argentina del fallo de segunda instancia (pero confirmó el de primera).

    Los hitos al respecto fueron:
    • Acuerdo con REPSOL (25/02/14). Denominado “Convenio de Solución Amigable y Avenimiento de Expropiación”, indemnizó a REPSOL con US$ 5.000 millones en bonos argentinos por la expropiación de 51% de las acciones de YPF, otorgando garantías para su pago efectivo y acordándose el desistimiento recíproco de las acciones judiciales y arbitrales y la renuncia a nuevos reclamos.
    La forma de pago se acordó de la siguiente manera.
    • Un paquete fijo, por un valor nominal de US$ 5.000 millones, compuesto por Bonar X (US$ 500 millones), Discount 33 (US$ 1.250 millones) y Bonar 2024 (US$ 3.250 millones).
    • Un paquete complementario, por un importe máximo de US$ 1.000 millones, compuesto por Boden 2015 (US$ 400 millones), Bonar X (US$ 300 millones) y Bonar 2024 (US$ 300 millones)
    • La entrega del segundo paquete de bonos era condicional y buscaba garantizar que el valor de mercado de todos los bonos entregados a REPSOL ascendiera, al menos, a US$ 4.670 millones.
    El mencionado acuerdo fue ratificado por el Congreso Nacional, vía la sanción del correspondiente proyecto de Ley, dos meses después (fines de abril).
    • Acuerdo con el Club de París (28/05/14). Mediante el mismo se buscó regularizar la situación de la deuda impaga con el mencionado club de países acreedores, reconociéndoles una deuda total de US$ 9.700 millones.
    En términos básicos se estableció:
    • Un perfil de pagos mínimos que la Argentina deberá enfrentar durante los primeros cinco años, durante los cuales el costo financiero quedó fijado en 3% nominal anual sobre saldo deudor. Un primer pago, en julio de 2014, por US$ 650 millones y un segundo pago, en mayo de 2015, por US$ 500 millones.
    • Se estableció un criterio de pagos adicionales en caso de que se incrementen las inversiones provenientes de los países miembros del Club.
    • También se fijó que, si durante el plazo de cinco años las inversiones adicionales fueran insuficientes, la Argentina podía posponer los vencimientos hasta dos años más, incrementándose durante ese período el costo financiero (+1% anual).


    Juez Griesa


    La cuestión de los holdouts

    Sin embargo, el desarrollo de la “cuestión holdouts” fue claramente desfavorable. La no aceptación del caso por parte de la Corte Suprema estadounidense, determinó la caída de la medida cautelar y puso en vigencia el fallo de primera instancia, forzando a la Argentina a sentarse a negociar con los holdouts.
    El 30 de junio de 2014 el juez Griesa decidió bloquear, pero no embargar, el pago realizado por la Argentina a tenedores de bonos reestructurados (canjes 2005 y 2010) con legislación Nueva York, dando vigencia a su propio fallo y respaldándose en la falta de avances en las negociaciones entre los representantes de la Argentina y los fondos demandantes (tenedores de títulos en default). Aproximadamente 30 días después, el juez volvió a ratificar su decisión, dando pie al default técnico.
    Inmediatamente, el gobierno envió al Congreso y forzó la sanción de la denominada “Ley de Pago Soberano” y la de reapertura del canje de deuda.
    Mediante la primera, se modificaron las condiciones de los bonos reestructurados cuyo pago había quedado bloqueado por la decisión de Griesa. En particular, se cambió la jurisdicción, el agente de pago y el lugar de pago. El primer pago bajo las nuevas condiciones se realizó hacia fines de septiembre de 2014. Treinta días después, ninguno de los tenedores de los bonos en cuestión se había presentado a cobrar. Es decir, nadie había aceptado el cambio de condiciones. El default dejó de ser técnico y se convirtió en default a secas.
    Mediante la segunda, se estableció una nueva reapertura del canje para los tenedores del 7% de bonos defaulteados en 2001 y que no ingresaron en ninguno de los dos canjes (2005 y 2010), ofreciéndole condiciones similares a las obtenidas por los que sí lo hicieron. Para lo cual, fue necesario suspender la vigencia de la denominada “Ley Cerrojo”. Tampoco se registraron adhesiones al nuevo canje.
    El fracaso del “Plan A”, retornar a la emisión de deuda externa a escala significativa, catapultó al protagonismo al “Plan B”: Garantizar ingresos de capitales vía la firma de Convenios de Cooperación con Gobiernos Extranjeros y licitaciones internacionales, aun a costo de tener que otorgar garantías y beneficios impositivos muy superiores a los reconocidos a los agentes locales y hasta aceptar contrataciones directas.

    Los hitos al respecto son:
    • Convenio de cooperación en materia económica y de inversiones con la República Popular China (18/07/14) Implicó un compromiso de aporte externo de capitales por más de US$ 4.800 millones, que implica inversiones en el sector ferroviario, energético, naviero y proyectos de infraestructura, entre otros campos.
    El capítulo ferroviario consiste en un compromiso de inversión por US$ 2.099 millones por parte del gobierno chino, para la renovación total del sistema carguero ferroviario nacional, en especial la renovación del ex Belgrano Cargas.
    Se suscribieron además convenios de cooperación en materia económica, comercial, financiera, nuclear y cultural, que incluyen el compromiso de financiamiento por parte de China de US$ 4.714 millones para las represas “Kirchner-Cepernic”.
    • “Swap” por US$ 11.000 millones (18/07/14) El BCRA firmó con el Banco Central de República Popular de China un nuevo swap de monedas locales por un monto equivalente a US$ 11.000 millones (70.000 millones de yuanes) y con un plazo de vigencia de 3 años.
    En la práctica, lo mencionado implica que el BCRA solicita desembolsos al Banco Central de China por hasta 70.000 millones de yuanes, emitiendo la cantidad equivalente de pesos al tipo de cambio oficial y depositándolos en el Banco de China. Todo con plazo de reintegro de hasta 12 meses. Posteriormente, valúa los yuanes así obtenidos en dólares y los suma a las reservas.
    Hacia fines de 2014 el BCRA ya había ejecutado tres tramos del mencionado swap, incorporando yuanes a las reservas por un valor de US$ 2.314 millones.
    • Licitación frecuencias 4G (30/10/14). La licitación de frecuencias para iniciar el servicio de telecomunicaciones 4G ayudó a conseguir más dólares. En particular, hacia fines de octubre la subasta de 10 lotes de frecuencias radioeléctricas sumó ofertas de las compañías Movistar, Personal, Claro y Airlink por un total de US$ 2.233 millones.
    Hacia fin de año, el fracaso de la operación de canje del Boden 2015, volvió a poner en evidencia el poco margen con el que contaba el gobierno para obtener financiamiento externo voluntario en cantidades significativas.
    En particular, a principios de diciembre y con el doble de objetivo de relajar los vencimientos 2015 de deuda y obtener financiamiento externo, la actual administración lanzó el canje del Boden 2015. Eran US$ 6.700 millones con vencimiento en octubre de 2015.
    La operación se estructuró a través de la Resolución conjunta de las Secretarías de Hacienda 321/14 y Finanzas 86/14, otorgándoseles a los tenedores de los mencionados títulos las siguientes opciones:
    • Quedárselos a vencimiento, recibiendo los pagos comprometidos para abril y octubre de 2015.
    • Recibir la cancelación anticipada en efectivo (US$ 97 por cada US$ 100 de valor nominal).
    • Canjearlos por BONAR 2024 (el título emitido para cancelar la deuda con Repsol por la expropiación de YPF) a una relación fija de VNO U$S 99,7 de BONAR 2024 por cada VNO U$S 100 de BODEN 2015 y recibir en efectivo el cupón devengado (US$ 1,53611 por cada US$ 100 de valor nominal).
    • Utilizar las opciones anteriores para comprar Bonar 2024, para lo cual se decidió la ampliación de la serie hasta US$ 3.000 millones, a un precio de US$ 96,20 por cada US$ 100 de valor nominal.
    Los tenedores tenían entre el 10 y el 12 de diciembre para manifestar su voluntad, haciéndose efectiva la última el 22 de diciembre.
    Transcurridos los plazos, menos de 2% de los tenedores de los referidos títulos demostraron intención de querer canjear sus tenencias. $185 millones por efectivo y US$ 377 millones, la mayor parte en poder de entes y organismos oficiales, por Bonar 2024. En tanto, hubo una oferta extra para emisión adicional de BONAR 2024 de solo US$ 286 millones, menos de 2% del total buscado.
    Como señalamos en el caso de la cuenta corriente, la estrategia desplegada por el gobierno para seguir evitando el ajuste, aún a pesar de no poder emitir nueva deuda externa, resultó costosa para la economía local y, además, los supuestos efectos positivos fueron en buena medida “cosméticos”.
    Respecto de lo primero, desde que se firmó el primer convenio de swap con China (2009), el déficit comercial con el gigante asiático no paró de crecer, dado el fuerte crecimiento de las importaciones de ese origen y el mucho más modesto desempeño de nuestras exportaciones. Justamente por eso, crecen las denuncias que indican que, en este período de escasez de divisas para importar, aplicación discrecional de trabas y dadas las contrataciones directas y los flujo de importaciones asociados a los acuerdos de inversión, la relaciones carnales Argentinas-Chinas están impulsando, como mínimo, un perceptible desvío de importaciones.
    En particular, entre 2009 y 2014 las compras argentinas a China (importaciones) se duplicaron (+126%), en tanto que nuestras ventas apenas acumularon un alza de 43%. En consecuencia, el déficit comercial con China se multiplicó por cinco, explicando con su incremento casi la mitad (45%) de la reducción acumulada por el superávit comercial agregado durante el mismo período.
    Respecto de lo segundo, la convertibilidad del yuan en grandes cantidades está limitada, en el mejor de los casos, a algunas pocas plazas internacionales y con una penalidad importante por el grado de iliquidez de la moneda. Peor aún, el litigio abierto con los holdouts dificulta la realización de una operación de conversión de esta magnitud (riesgo de embargo) Con lo cual, su utilización como moneda de reserva y su contabilización dentro de las reservas internacionales del BCRA resulta, como mínimo, discutible.