Aranguren
Foto: Gabriel Reig
Constantini
Apenas pocos días antes de asumir el flamante Presidente, una conocida encuestadora dio a conocer una reveladora investigación de opinión pública: una gran parte de los encuestados no conocía a la mayoría de los flamantes ministros. Pero aun así tenía muy buena opinión sobre el nuevo gabinete y sobre el criterio de selección de Mauricio Macri.
Fue la sensación dominante entre quienes lo votaron, e incluso en buena medida entre los que no lo hicieron. Todos profesionales con experiencia y conocimiento en distintas especialidades, prometen un nuevo modelo de gerenciar el Estado, muy distinto al hiperpolitizado elenco cristinista y a su evidente falta de eficiencia y al desorden de la administración central.
Sin embargo, algunos políticos aliados del PRO, discretamente, hicieron saber una inquietud. El núcleo duro del kirchnerismo podría sentirse provocado por algunas designaciones que parecen hechas ex profeso para mortificarlo.
En primer lugar, la designación de Juan José Aranguren como ministro de Energía y Minería. Se trata del empresario más cuestionado por el anterior gobierno, más enfrentado y con más juicios iniciados en su contra –sin real fundamento, es cierto–. Pero es también un profesional que hizo toda su carrera en una de las grandes multinacionales petroleras globales, como la Shell, a la que renunció hace pocos meses.
Aranguren tendrá a su cargo la supervisión de YPF, de los yacimientos de shale oil & gas de Vaca Muerta, y todo lo relativo a las futuras inversiones extranjeras que se pueden producir en el sector. No hay duda de que “La Cámpora” y los sindicatos del sector lo tendrán en la mira –y disparando– desde el primer día.
Algo similar ocurre con Aerolíneas Argentinas, que será presidida por Isela Constantini, hasta ahora la número de otra gran multinacional, General Motors. La tarea que le espera es ardua, en un lugar colmado de adictos al gobierno y con sindicatos poderosos y arbitrarios a los que les gusta demostrar su fuerza aunque no sea necesario. Será un foco de conflicto intenso e inevitable: “el gran capital transnacional dirigiendo la empresa nacional emblemática”.
Por si fuera poco, uno de los dos coordinadores del gabinete económico (ellos mismos con rango ministerial) es Gustavo Lopetegui, hasta ahora CEO de LAN Argentina, la empresa aérea competidora por excelencia de Aerolíneas.
De modo que habrá áreas calientes desde el vamos, sin desdeñar conflictos intensos que pueden producirse en otras áreas. Como en el INDEC, por ejemplo, que será dirigido por Jorge Todesca, un reconocido economista y consultor multado hace unos años por Guillermo Moreno, a quien ha llevado hace poco hasta las puertas del juicio oral, por sus arbitrariedades como Secretario de Comercio. Todesca fue viceministro de Economía de Jorge Remes Lenicov, durante el gobierno de Eduardo Duhalde.
La ópera bufa en torno a la entrega de los atributos del mando sirvió para demostrar lo que piensa el reducto duro del cristinismo sobre la alternancia democrática. También para abochornar al peronismo tradicional, y tal vez, para acelerar el cabio de liderazgo en ese movimiento.
En todo caso, este será el telón de fondo para otra polémica que en su momento levantará vuelo.
¿Sirven los empresarios para gestionar la cosa pública, donde no está en juego la ganancia para los accionistas, sino el bienestar de los ciudadanos? Hay opiniones y argumentos a favor y en contra.
Pero lo cierto es que en esta etapa esta estrategia podrá avanzar sin demasiada oposición. Están frescos los desaguisados de adherentes entusiastas pero inútiles a la hora de gestionar con eficacia. Poner orden, fijar un rumbo, desarrollar procedimientos correctos para arribar a las metas propuestas.
El otro debate que surgirá, es si es posible gobernar con un equipo de tecnócratas, cuando el ejercicio de la práctica política es obligatoria –por su propia naturaleza– en todos los ámbitos del Estado. Pero todavía falta para llegar a este punto. Y entonces, tal vez, muchos de los empresarios en funciones demuestren olfato y habilidades políticas desconocidas hoy.
Solo un pestañeo de Arabia Saudita
Se percibió como un tímido intento por parte de los grandes autores de la estrategia petrolera global, para introducir algunos cambios. Si los otros miembros de la OPEP –decía la versión– y otros grandes productores como Estados Unidos y Rusia prestaban acuerdo, se podría reducir algo la producción petrolera global y permitir que los precios subieran a lo mejor hasta un nivel entre US$ 60 y 80. Riyad niega que haya tenido esta iniciativa.
Pero Estados Unidos está muy bien con su capacidad de explotar shale oil a pesar de los precios bajos, e incorporando cada día más tecnología que le permite bajar los costos. Rusia, obligada por la OPEP, hizo acuerdos de largo plazo con China y con la India, y ahora está enfrentada a otros problemas como los de Siria y Ucrania.
Lo cierto es que la verdadera oposición fue dentro de la OPEP. Iraq no tiene el menor interés en reducir lo que extrae, justo ahora que está recuperando el mercado perdido. Irán piensa exportar más de un millón de barriles diarios a partir del año que viene. En suma, la reunión de la OPEP de principios de mes terminó en fracaso, acritud y nuevas fisuras.
Justo cuando en voz baja los líderes petroleros árabes aceptaban que US$ 45 es demasiado barato, el famoso “mercado” al que dicen responder, los castigó. El precio bajó a US$ 40. Proyectos de la industria petrolera, en todo el mundo, por valor de US$ 220 mil millones han sido pospuestos para mejor oportunidad. Algunos de los productores menores, como Venezuela, Nigeria o Angola, pueden quebrar si este escenario persiste.
El gran debate entre los expertos es: el actual precio deprimido ¿es solamente temporal o es un cambio estructural en los mercados globales?
Si la última hipótesis fuera la correcta, puede ocurrir una gran transformación para la economía mundial, para el escenario geopolítico y sobre todo, trabaría los mejores intentos por combatir el alza de la temperatura y los cambios climáticos.
Hay que recordar que entre junio de 2014 y noviembre de 2015, el precio del barril de crudo se redujo a la mitad. Medido en precios reales, 17% menos que en 1970.
La primera parte del programa diseñado por los sauditas arrastrando a toda la OPEP detrás de ellos, dio resultado. El precio del barril cayó a menos de la mitad. La segunda, paralizar por antieconómica la extracción del shale oil en Estados Unidos, fracasó.
¿Recurso agotable?
Cada tanto se renueva la discusión sobre el famoso peak oil, el momento en que no haya más petróleo. Durante las décadas finales del siglo pasado abundaron los pronósticos. Se suponía que el momento tan temido ya debía haber llegado.
Como mucha gente cree que el petróleo es un recurso que inexorablemente se agotará, en el fondo se cree que los precios bajos son transitorios y que la OPEP estabilizará el mercado con lo cual comenzará otra vez un proceso importante de precios. Puede que no.
En 1970, la producción petrolera de Estados Unidos era casi igual a cero. Hoy extrae 4,5 millones de barriles diarios (shale, fundamentalmente). La decisión saudita apuntaba a detener este crecimiento. Ha fracasado: en los grandes yacimientos de shale, hasta con US$ 40 es rentable extraer petróleo. Pero el incesante avance tecnológico en el fracking y toda la metodología propia de la explotación de estos yacimientos se reduce día a día.
El costo del shale es elástico y tiende a bajar con la tecnología. Estados Unidos puede llegar en un tiempo al autoabastecimiento, y en el futuro, incluso a exportar. Hoy importa mucho menos (mientras que China y la India lo hacen en mucha mayor proporción). La explotación del petróleo convencional es más cara, y cuanto más antiguo el yacimiento, mayor el costo de extracción.
En 20 años, 60% del aumento en la demanda petrolera provendrá de China e India. Se estima que para 2035, China importará 75% del petróleo que consume, mientras que en el caso de la India, el porcentaje será de 90%.
De aquí el impresionante cambio en el escenario geopolítico. Estados Unidos se desentiende del Medio Oriente (aunque ahora deba prestar atención a Siria debido a la presencia de Rusia). Será tarea de China y tal vez de la India vigilar la zona y preservar la paz en la región.
Una vez que Estados Unidos demostró la resiliencia del shale oil, el problema es grave para la OPEP y en especial para Arabia Saudita, el arquitecto de esta política. El gasto público, en todos los países productores, está superando a los ingresos. Incluso Riyad ha tenido que recurrir a su fondo de reserva y a emitir deuda en el mercado internacional para afrontar su presupuesto (que tiene un alto componente militar).
En síntesis: mejor olvidarse de la teoría del peak oil. La prueba. En los últimos 35 años se consumieron, en todo el mundo, 1 billón (millón de millones) de barriles de petróleo. En el mismo tiempo, las reservas probadas aumentaron en más de 1 billón de barriles de crudo. Mala noticia para el programa que resulta de la Cumbre del Clima en París.