Daniel Yergin
Yergin aclara en The Globalist que dice “hasta le fecha” porque se puede confiar en que va a haber otras innovaciones. Hay mucho más énfasis puesto en temas energéticos ahora que antes. El petróleo y el gas no convencionales llegaron como una muy buena sorpresa. Hasta sorprendieron a las mismas industrias, petrolera y gasífera. Hace cinco o seis años se hablaba de haber llegado al pico máximo de la producción petrolera, recuerda Yergin.
Eran días en que se hablaba de que se acababa el petróleo. Pero en el pasado hubo varios otros momentos en que se creía lo mismo. Y cada vez se sorteó la crisis gracias a nuevas tecnologías, nuevo conocimiento, nuevos territorios. La historia económica, además, nos recuerda la importancia del precio. El precio insta a los consumidores a ser más eficientes. Fomenta el desarrollo de nuevas tecnologías y nuevas formas de hacer las cosas. Yergin cree que hay una tendencia a subestimar la importancia del precio como estímulo de la innovación y la creatividad.
Hay, en este momento, una serie de grandes iniciativas y oportunidades que podrían traer cambios. El auto eléctrico seguirá recibiendo empuje, ha cautivado a mucha gente y ha recibido mucha inversión. La política pública también está empujando. Probablemente deban pasar algunos años para terminar de entender lo que está pasando, porque los autos eléctricos están compitiendo con los autos de ayer sino con los autos con uso eficiente de combustible de mañana.
El almacenamiento eléctrico
Otro tema importante es el almacenamiento de la electricidad. Hoy es un tema clave porque las innovaciones en almacenamiento eléctrico cambiarían la economía de la energía eólica y solar.
La generación distribuida de electricidad –también conocida como generación in situ– será un tema cada vez más importante para los países desarrollados. La electricidad no solo se generará en grandes plantas industriales sino mediante energía eólica en las laderas de las montañas y mediante energía solar generada en muchísimos techos. Esos desarrollos complican mucho más las cosas para la gente que tiene la responsabilidad de manejar la estabilidad de la red. También plantean problemas importantes sobre los incentivos y subsidios que deben contemplarse, como quién paga para sostener la red. Todo esto será objeto de mucho debate y complicaciones en los próximos años mientras vemos cómo encaramos todo un nuevo conjunto de problemas.
No se sabe todavía cuál va a ser el camino para resolverlos todos, pero cuando se junta mucha gente inteligente para trabajar un problema en forma sostenida, probablemente encontrarán una solución. Podrán ser cinco años o quince. No se sabe, pero finalmente la necesidad llevará a la innovación. Todo esto es parte de una gran revolución que comenzó con la máquina de vapor y nada hace pensar que va a terminar. Va a continuar en las industrias del gas y del petróleo y va también a estimular innovaciones de otros tipos entre las alternativas y renovables.
“No siempre vamos a poder predecir dónde ocurrirán las innovaciones”, dice Yergin. “Pero esta gran revolución en la civilización humana alrededor de innovación energética va a continuar hasta donde alcanzamos a ver y mucho más de lo que alcanzamos a ver. La historia nos dice que la geopolítica puede hacerse presente y darnos sorpresas, pero las sorpresas son una de las características fundamentales de la energía en el largo plazo. De una cosa podemos estar seguros: siempre habrá más sorpresas”.
Una alianza curiosa
Entre Japón EE.UU., no hay acuerdo en comercio. El viejo imperio ha confiado su supervivencia física, territorial, a su protector. Así desde el tratado conjunto de 1951. Prueba evidente de su vigencia es que, cuando China intentar imponer su presencia en una zona del mar común, la armada estadounidense navega por la zona y crea una zona de contención.
Japón, producto de su antigua etapa imperialista y expansiva tiene difíciles relaciones con algunos de sus vecinos. Pero el temor a China es más grande, y con los japoneses –admiten varios países del sudoeste asiático–, se puede convivir.
En poco tiempo más, desde ciertas perspectivas numéricas de la economía, China será el primer país en materia económica desplazando de su sitial a Estados Unidos, que estuvo siglo y medio en esa posición. Pero el flamante poderío económico no implica necesariamente hegemonía geopolítica o poder militar de primer orden.
Estados Unidos está consciente de la nueva etapa y desarrolla una doble estrategia de contención de su nuevo rival. Por un lado redobla su presencia militar en la región.
Barcos, aviones y tropas que dejaron el Medio Oriente, ahora patrullan esta zona del Pacífico. Pero además, hay que crear un anillo que si no ahoga al menos impida el crecimiento veloz del comercio chino.
Esa es la clave de la Alianza del Pacífico, donde los latinoamericanos Chile, Perú, Colombia y México acompañan a Washington, junto a Australia y otros países del sudeste asiático. Acuerdo comercial al que Japón no renuncia ya quiere tener presencia activa en su marco.
Y esto es precisamente lo difícil. Las negociaciones comerciales entre Tokio y Washington, terminan siempre estancadas durante las últimas cuatro décadas.
La reciente visita del presidente Barack Obama abrió nueva experiencia: tal vez ahora la negociación sería fructífera. No lo fue.
Hay demasiadas diferencias importantes como para acordar en el Acuerdo Transpacífico. Sobre aranceles en productos agrícolas hay posiciones irreconciliables en productos como arroz, trigo, cerdo, productos lácteos y azúcar.
Cambios en el paisaje económico
Manuel Valls, el Tony Blair francés
Muchos franceses dicen que el nuevo premier es lo más parecido al ex primer ministro británico que Francia puede tener. El ahora encumbrado funcionario, nacido en Barcelona en 1962, se ubica a la derecha del Partido Socialista y es, tal vez –dicen muchos analistas– el único que podría salvarlo.
Manuel Valls
François Hollande, el vapuleado Presidente socialista de Francia, se animó a nombrar como Premier a su ministro del Interior: Manuel Valls, nacido en España en 1962.
El nombramiento de Valls, quien reemplaza a Jean-Marc Ayrault, ocurrió al día siguiente de una histórica derrota del gobernante Partido Socialista (PS), en las elecciones municipales de Francia celebradas el 23 y 30 de marzo.
El nuevo primer ministro, políticamente situado a la derecha del Partido Socialista, podría llevar grandes cambios al paisaje económico de Europa. Valls no esconde su admiración por el ex líder británico Tony Blair. Cree que el mercado, y no el Estado, podría generar crecimiento económico, creando empleos y prosperidad. Según Denis MacShane, ex ministro de Europa por Gran Bretaña, su nombramiento podría lograr mucho más que un alejamiento de la tan transitada política verde en Francia.
Si con él Francia se aleja del campo estatista que los franceses han elegido tradicionalmente, calcula MacShane en The Globalist, el premier lograría mucho más que volver a poner a Francia en un pie de igualdad con Alemania en el concierto de Europa. Ese objetivo es una receta para ganar estatus diplomático, pero no sirve para generar crecimiento. Eso solo se logrará si el camino que elige Valls para el país conduce a un reequilibrio de las fuerzas económicas en Europa para fortalecer a quienes proponen la orientación hacia el mercado.
En Italia –el otro país europeo que necesita reformas económicas, el nuevo líder Matteo Renzi se mueve en la misma dirección. Para lograrlo, tal vez ayudarían las condiciones que tuvo Schroeder en la Alemania de los años 90, reflexiona MacShane.
A Valls no le falta ambición ni voluntad ni energía. Falta saber si cuenta con el apoyo necesario en el parlamento francés y en el partido socialista. Si no logra el apoyo de la izquierda francesa, el destino del presidente Hollande estará sellado: perderá las próximas elecciones presidenciales en 2017.
Sin crecimiento, nada
Manuel Valls entró a la escena política francesa como vocero y asesor de Lionel Jospin, quien asumiera como primer ministro socialista en 1997, un mes después de que Tony Blair se convirtió en primer ministro de Gran Bretaña. Valls admira a Blair, no por su desafortunado apoyo a la guerra en Irak, sino por la orientación que dio a su mandato tal como lo observó de 1997 a 2002 desde su propio cargo de asesor de Lionel Jospin. Después de que los socialistas franceses fueran sacados del poder en 2002, Valls se pasó 10 años formulando una pregunta: ¿cómo hace para funcionar una democracia social moderna en tiempos de individualización global?
En el libro que publicó en 2008, “Time to Bury the Old Socialism and finally Become the Left” (Tiempo de enterrar el viejo socialismo y finalmente ser la izquierda”, expresó su compromiso con el pensamiento mercantilista, que chocaba fuertemente con al estatismo socialista francés. Coincide en esto con la alemana Angela Merkel, quien no se cansa de repetir que “si no hay crecimiento económico, no hay nada que los Gobiernos puedan redistribuir ni hacer más justas las sociedades”.
Tal vez por no ser 100% francés –nació en Barcelona de padre catalán y madre ítalo-suiza– puede ver a Francia en un contexto más amplio. Se nacionalizó francés a los 20 años y además del francés habla catalán, español e italiano. Junto con Anne Hidalgo, alcaldesa socialista de París y nacida en Cádiz, son los dos políticos más poderosos de Francia con historias personales del otro lado de los Pirineos, dice el ex ministro europeo. Valls es un político duro, con mucha experiencia en la maquinaria política conseguida en 35 años de luchas internas en el partido socialista. En muchos sentidos, es la antítesis de Hollande.
También es la antítesis de la izquierda tradicional francesa. Fuerte “atlanticista” y defensor de Israel, participó en las conferencias del grupo Bilderberg, que son reuniones de políticos económicamente liberales y pro americanos.
Hollande anunció que se abre “una nueva etapa” con un Gobierno “de combate” y más reducido que dirigirá Valls con tres objetivos: devolver a Francia su fuerza económica, concentrarse en la justicia social y aumentar el poder adquisitivo de los franceses.
Banco Vaticano
Escándalo y oportunidad
El papado de Francisco será una misión para demostrar que la iglesia sigue siendo una piedra angular de moralidad. Algunos cercanos a él aseguran que ve el escándalo del banco como una oportunidad.
El papa Francisco quiere prevenir y luchar contra el blanqueo de capitales en una doble vía. Por un lado se ha creado un Comité de Seguridad Financiera y una Secretaría de Economía. Por otro, se refuerza con un nuevo estatuto la función de vigilancia de la Autoridad de Información Financiera sobre entes que desarrollen su actividad en ese ámbito, como es el caso del Instituto para las Obras de Religión (IOR), nombre formal del Banco Vaticano.
El banco vaticano lleva décadas despertando oscuras sospechas que han alimentado películas y novelas, pero la sombra de los delitos financieros se ha agrandado en los últimos años. Ettore Gotti Tedeschi, director del IOR desde 2009 (y antiguo presidente de la división italiana de Grupo Santander) fue nombrado con la intención de poner orden en las controvertidas finanzas de una institución que gestiona un patrimonio de unos 5.000 millones de euros depositados en 44.000 cuentas corrientes. En 2010 la justicia italiana congeló € 23 millones de “operaciones irregulares” en el banco y el escándalo le pasó factura. Fue investigado por blanqueo de dinero y su destitución en mayo de 2012 se interpretó como una consecuencia de la lucha de poder entre Benedicto XVI y el Secretario de Estado Tarcisio Bertone.
El 28 de junio de 2013, la policía italiana arrestó a Monseñor Scarano en Roma. El clérigo, apodado Monseñor Quinientos por los billetes de € 500 que siempre llevaba en su bolsillo, fue acusado de fraude y corrupción junto a un ex agente del servicio secreto y un intermediador financiero. Los tres eran sospechados de contrabandear € 20 millones en avión privado que cruzaba los Alpes a Suiza.
Según la denuncia el cura, ex banquero, usaba el Instituto para las Obras de Religión, para mover dinero hacia empresarios en la región de Nápoles, considerada en Italia como el paraíso del crimen organizado. Además, Scarano (quien negó participación en crimen alguno) había sido hasta un mes antes jefe del departamento de Contabilidad de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica, la tesorería del Vaticano.
El arresto, y los titulares que generó en toda la prensa italiana, fue el último shock para la Santa Sede. El año había vivido con estupefacción la renuncia en febrero del papa Benedicto XVI, primera vez en 700 años que un papa se aparta del cargo voluntariamente. Pero esta nueva crisis exigía una decisión fría y dura. Los reguladores y políticos en Europa pedían un cambio profundo en el banco vaticano plagado de escándalos desde los últimos cuatro años.
Vínculos con la gran banca
A principios de julio Peter Sutherland, presidente no ejecutivo de Goldman Sachs International y ex fiscal general de Irlanda, voló al Vaticano con la misión de contribuir al cambio. Sutherland, católico practicante y consultor ad honorem de la Tesorería, había recibido el mandato de hablar con el consejo de cardinales que asesora al Papa. Debían pedirle un cambio profundo en la forma de operar el banco.
Según se desprende de una amplia investigación realizada por el Financial Times de Londres las reformas que se han puesto en marcha en el Banco Vaticano se deben en parte a las presiones de bancos como el Deutsche Bank, JPMorgan yUniCredit, todos los cuales se vieron en la mira de los reguladores por sus relaciones comerciales con la Santa Sede. Muchos de los grandes bancos e instituciones financieras del mundo oficiaron de corresponsales durante años aportando servicios cuando los negocios del papa iban más allá de las fronteras de la Ciudad del Vaticano. Entre otras cosas, esos bancos les daban acceso a los mercados financieros internacionales. Los bancos corresponsales movían hasta € 2.000 millones del banco Vaticano a otras cuentas en todo el mundo. Luego de la crisis de crédito, y de la fuerza arrolladora con que los reguladores comenzaron a investigar a las instituciones financieras internacionales, comenzaron a tomar medidas para blanquear la situación.
Ya en los dos años anteriores los altos banqueros interrogados por los reguladores habían comenzado a admitir que el Banco Vaticano operaba de manera diferente de la de cualquier otro banco conocido. Realizaba pocos controles y balances sobre el efectivo; los 112 empleados eran casi todos italianos y los supervisores eran cardenales.
El Instituto para Obras de la Religión emitió su primer informe anual a principios de octubre del año pasado y allí mostró que el banco tiene 19.000 clientes de todo el mundo, 33.000 cuentas y € 5.000 millones en activos. Otorga pocos préstamos, acepta depósitos, transferencias de dinero y hace inversiones. La mitad de sus clientes proviene de órdenes religiosas, otro 15% son instituciones de la Santa Sede, 13% son cardenales, obispos y miembros del clero, 9% son diócesis católicas de todo el mundo. El resto de los clientes se reparte entre los que tienen, o deberían tener “alguna afiliación con la iglesia católica”, dice el informe. Personas allegadas al Vaticano revelaron que el banco está abarrotado de donaciones y efectivo que proviene de colectas dominicales y obras de caridad. Hasta 25% de las actividades del banco se realizan en efectivo, algo que hace pensar a los reguladores en lavado de dinero. Alrededor de un tercio de los negocios llegan en forma de donaciones de obras de caridad. Hay, entre el banco Vaticano y los bancos internacionales un complejo sistema de representaciones a nombre de clientes muchas veces no identificados. Pero la presión de los reguladores sobre el banco Vaticano generó un cambio de actitud de los banqueros hacia la Santa Sede. Ya no están dispuestos a aceptar más operaciones secretas.
Ciudad del Vaticano es un estado soberano que protege ferozmente su privacidad. Como un pequeño pueblo, tiene supermercado, farmacia, estación de servicio, correo y banco. Pero el banco está ubicado en el Palacio Apostólico. Todos los papas hasta Francisco tuvieron sus aposentos dos pisos más arriba del banco. Un ascensor fue instalado en el Palacio Pontificio por Juan Paulo II cuando se sintió demasiado débil para usar las escaleras. La entrada al ascensor en la planta baja es contigua a la puerta trasera del banco. El papa Francisco, en cambio, optó por vivir en la residencia de Santa Marta, en el lado opuesto al banco.
Cambios con la crisis del euro
Durante generaciones se ha debatido si los papas sabían o no sabían quién entraba y quién salía por las puertas del banco.
Hasta 2008 la regulación era muy indulgente con el banco. Pero la crisis del euro cambió todo. Se intensificó la presión de los organismos de la Comunidad para sancionar a los estados que no cumplieran con las reglas internacionales. Las autoridades italianas, por su parte, comenzaron a seguir la pista de transacciones sospechosas que parecían salir de la Santa Sede para introducirse en el sistema bancario italiano. Una investigación de rutina al Banco de Italia sobre lavado de dinero encontró inconsistencias en sus operaciones con el Banco Vaticano y refirió el asunto a los fiscales de Roma.
Implementar cambios era difícil. Parte del problema era que la Unión Europea no tenía poder regulatorio sobre el banco del Vaticano. Entonces se decidió que el Banco de Italia, comandado entonces por Mario Draghi, presionaría a los bancos que tuvieran operaciones con el Vaticano.
El papa Benedicto, cada día más frágil, trató de implementar cambios nombrando nuevo presidente y pidiendo una investigación. En sus últimos días como papa antes de renunciar, nombró a un abogado suizo, Rene Bruelhart, como regulador financiero del Vaticano.
Luego de su renuncia se inició una época de transición como pocas en la historia del banco. La jerarquía vaticana está nombrando reguladores experimentados para revisar las cuentas. El personal del banco está abriendo sus puertas a banqueros extranjeros con experiencia global. La limpieza llega a la vigilancia del Tesoro, conocido como Administración del Patrimonio de la Santa Sede (APSA), que controla la cartera de propiedades inmobiliarias de la Iglesia Católica y la tenencia de bonos de Gobiernos internacionales. En octubre el Vaticano anunció que sus consultores formarían parte de un cuerpo supervisor recientemente creado.
En definitiva, hay un cauteloso optimismo entre los asesores técnicos en Roma y en el mundo. Sin embargo, sigue habiendo tensiones entre los altos prelados de las finanzas y el Vaticano. Hasta adónde podrán avanzar las reformas dependerá del papa. Hasta ahora el método del papa Francisco ha generado largas horas de trabajo intenso. Francisco cree que la naturaleza insular del Vaticano ha dañado a la Iglesia Católica y generado preocupación sobre su relevancia. Su papado será una misión para demostrar que la iglesia sigue siendo una piedra angular de moralidad. Algunos cercanos a él aseguran que ve el escándalo del banco como una oportunidad.