Por Rubén Chorny
Por Rubén Chorny
Clap, clap, clap, aún retumba en las zonas bancarias de las grandes ciudades del país el eco de un frenético golpeteo cotidiano contra puertas metálicas y cacharros que furiosos ahorristas descargaban desde fines de 2001 en repudio al derrumbe de las entidades.
Transcurrieron cuatro años para que los últimos estertores de la acometida contra los activos visibles de la City se diluyeran y los balances de las 81 entidades que sigue el Banco Central reflejaran una reconstitución del capital del conjunto que se alineaba con los estándares internacionales (estipulados en 8% del total de los activos de riesgo, entre crédito, mercado y tipo de cambio sumados).
Hasta que un ventarrón norte trajo noticias inquietantes: la quiebra de Lehman Brothers, en Estados Unidos, desataba un vendaval internacional contra las finanzas globales que no reconocía antecedentes globales desde la crisis de Wall Street de los años 30.
Los fantasmas regresaron al área de los bancos, aunque no alcanzaron a asustar a nadie, porque paradójicamente resultó ser la miniprimicia nacional de la hecatombe en 2001 la que preservó a los esbeltos edificios bancarios de estas latitudes de un eventual reavivamiento de la enjundia popular.
Es más, en los papeles, la banca emergente había logrado mejorar 53,2% el patrimonio neto durante la primera etapa K, y entre el despegue económico y los aportes de capital sobre todo de la banca extranjera, como consecuencia del canje de la deuda en default, hicieron llegar a 12,47% la relación del patrimonio con los activos totales, valor que superó las proporciones de la banca internacional y los propios requisitos de Basilea.
El sistema financiero nacional emergió de entre las cenizas en ese período curiosamente sin que la bancarización hubiera acompañado el fuerte crecimiento de la economía: los depósitos cubrían 16% del PBI y los préstamos, 9%. Los primeros venían de 30% del PBI a fines del 2.000, tras remontar un magro 2% que recibió la salida de la hiperinflación al comenzar los años 90, y en Perú los cuadruplicaban, mientras en Brasil y Colombia los duplicaban.
La enorme ganancia que amasaron los bancos en los diez años anteriores proviene de una millonaria e inédita tenencia de títulos públicos y de los créditos al consumo, desde electrónica y viajes con tarjeta hasta automotores. El largo plazo, fundamentalmente hipotecarios y Pyme, no figuró en ninguna pizarra estratégica.
Federico Sturzenegger
Ganancias
El presidente del Banco Ciudad, Federico Sturzenegger, admite que “la ganancia nominal ha sido alta, pero hay que tener cuidado con las comparaciones, porque con suerte se le está empatando a la inflación. Eso quiere decir que, después de ganar 29,6% en 2013, el capital real es casi el mismo que cuando arrancó el año”.
Tampoco Evelin Dorsch, de consultora Ledesma, cree que sea repetible un resultado neto 50% superior respecto del año anterior como el de 2013, que quintuplica el nivel promedio del último lustro. Lo define como un hecho extraordinario, consecuencia de la evolución del valor de los títulos en cartera (favorecidos por la devaluación de fin de año) y del crecimiento del stock de crédito a un ritmo mayor que el de los depósitos, lo cual desembocó en un período de presión sobre las tasas hacia el final del año.
Argumenta los condicionamientos: aumento de los costos operativos, tope impuesto por la nueva regulación a las comisiones y los gastos administrativos y al aumento del costo del fondeo (como consecuencia de la migración de las cuentas a la vista hacia colocaciones remuneradas con tasas en ascenso), así como también los nuevos límites impuestos a las posiciones en activos denominados en moneda extranjera.
Eric Ritondale (de Ecoviews) le pone números. En 2013, los bancos privados obtuvieron una ganancia de $17.487 millones, 44,1% más que el año anterior. Este resultado se traduce en un ROA de 3,7% y un ROE de 29,2%, que marcan un récord de ganancia desde la salida de la crisis de 2001, cuando en 2010 y 2012 los ROA más altos habían sido 3,2%.
Para Pablo Guidotti, de la UTDT y ex secretario de Hacienda en la década de los 90, la alta rentabilidad de 2013, en gran medida, refleja el ajuste muy grande que tuvo el sistema financiero luego de la crisis de 2002, que a partir de allí fue creciendo rápidamente. Se basó fundamentalmente en el bajo costo de fondeo asociado a los depósitos transaccionales (cuentas corrientes, cajas de ahorro, y plazo fijos de corto plazo), en un contexto macroeconómico de tasas reales de interés negativas, analiza, aunque advierte que, en comparación a otros países de la región, continúa siendo chico.
Banqueros y economistas coinciden en que la bonanza viene del lado de mayores ganancias nominales por los créditos personales, el financiamiento a titulares de tarjetas, el descuento de cheques, los títulos públicos y las tenencias de dólares. Y, al mismo tiempo, por una gran cantidad de depósitos a la vista, con tasa casi cero, en un contexto inflacionario como el actual que deja mucha rentabilidad.
Sturzenegger llama la atención sobre que, como los bancos argentinos son muy chicos en la comparación internacional, los gastos de administración les resultan muy pesados. Y que además, un tercio de las ganancias nominales (no reales), se lo lleva el impuesto a las ganancias: al tener los bancos muchos activos financieros y pocos activos físicos, cuentan con poca defensa para diluirlo.
El equipo de Ecoviews, en el que están Ritondale, Miguel Kiguel y Kevin Sijniensky, sacó el cálculo de que el mayor margen financiero (11,6% de los activos) mejora la rentabilidad y que el resultado por intereses (intermediación financiera) es el que hizo llegar a un récord el crecimiento del margen financiero (7,7% de los activos). El segundo factor que menciona fue la ganancia por tenencia de títulos (1,8% de los activos), si bien se redujo a la mitad que en 2009. Y en tercer lugar, contabiliza las ganancias por diferencia de cotización (1,3% de los activos), que se aceleraron en el último trimestre al ritmo de la depreciación. Finalmente, el resultado por servicios también se encuentra en sus máximos niveles posdevaluación: 5,5% de los activos.
Evelin Dorsch
Foto: Gabriel Reig
Capitalización
Guidotti ve al sistema financiero sólido y bien capitalizado, con bajas tasas de incobrabilidad. Y detecta la mayor debilidad en la que ha sido su fortaleza en estos 10 años: que su fondeo tiene plazos promedio muy cortos y prácticamente ha desaparecido el crédito a largo plazo, tanto para empresas como el crédito hipotecario para personas. La adecuada capitalización bancaria actual –previene– será acechada por la alta inflación, el alza de las tasas y una actividad económica más cercana a la recesión que al crecimiento, lo cual incidirá en la evolución de la calidad de las carteras y el costo del fondeo.
Desde la praxis de conducir el Banco Ciudad, Sturzenegger prevé que, pese a la solvencia y liquidez actual (al menos para un contexto con cepo cambiario incluido), posiblemente las entidades se van a ir descapitalizando porque difícilmente puedan ganarle a la inflación.
Las luces de alerta se encienden, no obstante, por el lado regulatorio. “Si siguen obligando a prestar con tasas subsidiadas, a reducir la cobertura contra una devaluación, a no aumentar las comisiones, y a eso le sumamos que va a aumentar la incobrabilidad por la recesión, el panorama podría no ser muy auspicioso”, sostiene el economista avenido a banquero.
Coincide su colega Dorsch en denunciar la amenaza de que la reforma de la carta orgánica del BCRA expone a arbitrariedades dominadas por la agenda política al haber sido reducido significativamente su nivel de autonomía. Pone como ejemplo las líneas que obligan a los bancos a prestar a una tasa subsidiada a las Pyme en un contexto de inflación creciente.
Sturzenneger descarta que se llegue a crear en estos dos años un problema de solvencia sistémico antes del cambio de gobierno. “Y soy optimista por lo que va a pasar después”, afirma.
En ese aspecto, Ritondale agrega que, en general, la banca se encuentra con buenos niveles de capitalización y muy baja exposición al sector público y al descalce de monedas y plazos, lo que desde el punto de vista sistémico es muy bueno. “Estos factores en el pasado representaban vulnerabilidades importantes, que hoy ya no tienen una incidencia relevante”, puntualiza.
Por cierto que la debilidad del sistema financiero sería que se trata de uno de los más chicos en términos del producto en la región y que prácticamente no cumple la función clásica del banco, que implica “descalzarse” en plazos y tasas, al convertir plazos cortos y retornos variables (por el lado de los depósitos) en plazo largas y tasas fijas (por el lado del crédito), con lo cual, hoy por hoy, es más intermediario, que financiero, subraya la economista de consultora Ledesma. Ritondale casi que podría estamparle su firma.
La foto del sistema financiero de hoy lo muestra con un alto nivel de liquidez, sin estar descalzado ni en plazos, ni en moneda de denominación, ni en tasas, y con bajo riesgo de iliquidez y/o insolvencia en un contexto de inestabilidad macro.
En síntesis, sólido con solo ganar barrenando la economía.
Eric Ritondale
¿Y si les aplicaran Basilea?
La banca argentina encuadra en los principios de los sucesivos acuerdos globales de solvencia y riesgos denominados Basilea I, II y III, surgidos para afrontar las crisis financieras que sacuden al mundo desde los años 90.
Las sucesivas crisis bancarias que se vinieron disparando en el mundo desde esa década alumbraron distintos acuerdos globales para ajustar los capitales bancarios y el control de los riesgos por sus préstamos. El primero fue Basilea I tras el efecto Tequila, Vodka, Caipirinha y de los otros bautismos espirituosos asignados por la prensa internacional. Luego vino el II y con el estallido de la burbuja en 2008, el III.
Según los especialistas consultados por Mercado, los indicadores de solvencia y la integración de capital regulatorio se encuentran en la Argentina por encima de los objetivos de la nueva regulación en EE.UU. y en Europa, resume Evelin Dorsch, de consultora Ledesma.
Pero no es para enorgullecerse, porque en todo caso encuadra más por su debilidad que por la participación en la economía y en el financiamiento del crecimiento económico: la intermediación de plazos y riesgos ha sido acotada porque no desarrolló productos financieros sofisticados ni derivados (los instrumentos que terminaron disparando la crisis financiera y luego el foco de la regulación).
Tanto Sturzenegger como Ritondale destacan que la Argentina aplica la mayoría de los requisitos recomendados por el comité de Basilea y tiene un cronograma para ir aplicando los criterios que faltan para el último, el III. El economista de Ecoviews advierte, sobre el particular, que inclusive si nos atuviéramos estrictamente a la letra, disminuiría levemente el capital regulatorio del sistema bancario en conjunto, ya que 13,6% actual de los activos ponderados por riesgo en que se encuentra la integración de capital, podría reducirse en torno de 0,7 puntos porcentuales, pero aun así quedarían debajo.
También para Guidotti, de la UTDT, “el marco normativo argentino, salvo por algunas modificaciones de corte dirigista que se han introducido en los últimos años, es bastante acorde a los estándares de Basilea”.
Agrega que incluso se ha trabajado en incorporar riesgos de operaciones fuera de balance en las exigencias de capital, limitar los descalces de moneda y exigir capital sobre financiaciones a Gobiernos provinciales y locales, lo que es correcto.
Pone de relieve que gran parte de las modificaciones de las normas de Basilea están dirigidas a incorporar riesgos, como el de liquidez, que las economías avanzadas habían descuidado en el pasado, mientras que los bancos centrales de países emergentes los tenían bien presentes.
Y concluye que, en cierta medida, la experiencia de la crisis financiera internacional es que ha acercado la regulación de Basilea a lo que se utilizó y se utiliza en distintas economías emergentes y que hoy se conoce bajo el nombre de regulaciones “macroprudenciales”.
De ave Fénix a cóndor, en una década
Basado en reportes del BCRA, el asesor financiero Carlos Donantueno describió cómo los bancos pasaron de “tirar las llaves” en 2001 a generar ganancias superiores a 50% en los balances apenas 10 años después.
Tras una reacción en el segundo semestre de 2003, la recomposición de la rentabilidad del sistema financiero del año siguiente hizo mejorar el activo 2,6%, sin contar la amortización de amparos y los ajustes de valuación de activos del sector público.
En 2005, las ganancias fueron cercanas a $232 millones (1,3%a. del activo), con resultados positivos por $1.958 millones (retorno sobre activos de 1%). Las entidades oficiales ganaron casi $129 millones (1,8%a. del activo), acumulando resultados positivos por $1.092 millones (1,3% del activo), mientras las privadas ganaron $93 millones (0,9%a. del activo).
En 2006, aumentan ingresos por la tenencia y negociación de activos financieros, con un destacado y continuo crecimiento en la titulización de activos bancarios (cerca de $3.000 millones).
En 2007, el patrimonio neto acumula 11,7% de alza, fundamentalmente por los beneficios contables (impulsados por las fuentes de ingresos más estables) y por nuevos aportes de capital.
En 2008, la rentabilidad sobre activos del sistema financiero (ROA) se ubica en 1,3%a. en diciembre, liderada en mayor medida por los bancos públicos, si bien las utilidades se redujeron a 1,5% del activo como el año anterior.
En 2009, el patrimonio neto consolidado del conjunto se expandió 1,6%, acumulando un incremento de 21%. Las ganancias contables alcanzan 2,4% del activo.
En 2010, el patrimonio neto finaliza con un incremento anual de 18,3%, mientras que el ratio de integración de capital se sitúa en 17,7% de los activos ponderados por riesgo (APR). Los bancos, en especial los públicos, terminan el año con ganancias equivalentes a 2,8% del activo.
En 2011, el patrimonio neto consolidado acumula un incremento de 21,8%, principalmente por las ganancias contables. Las capitalizaciones totalizaron casi $1.000 millones, superando así al registro de los últimos tres años. El conjunto de bancos obtuvo, por séptimo año consecutivo, beneficios contables positivos.
En 2012, el incremento anual del patrimonio neto fue de 29,7%, como resultado de la obtención de beneficios contables y, en menor medida, por los aportes de capital. Las utilidades devengadas alcanzaron 2,9% del activo (0,2% más que el año anterior), merced a intereses y servicios.
En 2013, finalmente, el retorno sobre activos (ROA, por su sigla en inglés) se ubica en 3,2%a, 0,3% encima del registro de los primeros once meses del año anterior.
Vuelta a los mercados
Irlanda toma deuda tras dejar el rescate
El Gobierno irlandés captó con bonos a 10 años € 1.000 millones a un interés de 2,967%. Es la primera emisión de este tipo de deuda desde que abandonó en diciembre el rescate a su PBI de la UE y el FMI.
Según informó la Agencia Nacional de Gestión del Tesoro (NTMA), la demanda superó la oferta, pues se solicitaron € 2.883 millones, casi el triple de lo subastado.
Paralelamente a esta emisión de deuda se supo que el Producto Interior Bruto (PIB) del país se contrajo 0,3 % durante 2013 en contra de lo que esperaban los analistas, informó la Oficina Central de Estadísticas (CSO, en inglés).
No obstante, el Producto Nacional Bruto (PNB), que excluye las aportaciones de las multinacionales y que, para muchos expertos, es un indicador económico más fiable, creció 3,4 % el pasado año.
La CSO precisó en un comunicado que las cifras del PIB y del PNB son provisionales y que serán revisadas en un informe posterior.
En cuanto a la deuda «la subasta representó el regreso total de Irlanda a los mercados por primera vez desde septiembre de 2010 y se completa con éxito el programa desarrollado por la NTMA en los últimos dos años para el regreso gradual a los mercados», explicó el director ejecutivo de esa agencia estatal, John Corrigan.
El directivo destacó que los € 1.000 millones captados más los 3.750 millones obtenidos el pasado enero en otra subasta sindicada representan 60% de los € 8.000 millones que prevé recaudar la NTMA durante este año.
La última ocasión que Dublín subastó bonos a 10 años directamente a través de esta agencia fue el 21 de septiembre de 2010, cuando los altos intereses pagados ya hacían prever el cierre de los mercados para un país en bancarrota tras el estallido de la burbuja inmobiliaria y el colapso de sus bancos.
Dos meses después, el Ejecutivo irlandés se veía obligado a pedir un rescate a la UE y el FMI por € 85.000 millones, un programa de ayuda que abandonó con éxito el 15 de diciembre de 2013 después de tres años de duros ajustes.
El pasado enero, Irlanda ya recaudó € 3.750 millones con una subasta de deuda con vencimiento en 2024 a un interés de 3,54%, si bien esa emisión se efectuó a través de un grupo sindicado compuesto por las entidades Barclays, Citi, Danske Bank, Davy, Deutsche Bank y Morgan Stanley.
Irlanda es el primer país rescatado que abandona el programa de ayuda, después de tres años marcados por la austeridad y duros ajustes.