Una voz en contra de la RSE

    Aunque pasaron ya dos años, no cesa la ácida discusión iniciada por Aneel Karnani, en una columna de opinión en Wall Street Journal en agosto 2010 donde se pronunció en contra de que las empresas emprendan proyectos de responsabilidad social. El polémico ensayista es profesor de la Universidad de Michigan.


    Aneel Karnani

    Ahora, en una entrevista de Karnani con Beyond Profit se analiza la reacción que provocó ese artículo y cuál debería ser el rol de la empresa privada en la reducción de la pobreza en el mundo.

    –¿Cuál fue la reacción inicial a su columna?
    –Mucha. Lamentablemente, RSE se ha convertido en la posición políticamente correcta a tomar. Entonces, es muy difícil argumentar en contra de algo que parece moralmente bueno. Deberíamos dejar a un lado la corrección política y tener un verdadero debate intelectual informado, no uno ideológico sobre si uno es capitalista o comunista o socialista.

    –¿Por qué se opone a la RSE?
    –Porque es o irrelevante o ineficaz. Yo veo dos tipos de situaciones. La primera es una donde las ganancias de la compañía y el bienestar de la sociedad están en sintonía. Eso significa que las medidas que toma la compañía aumentarán sus ganancias y también aumentarán el bienestar social, como ocurre, por ejemplo, con una empresa de camiones que opta por usar vehículos que ahorran energía. Este es un resultado feliz. La premisa fundamental que sostiene esta lógica es que los mercados son eficientes.
    El problema es que hay un segundo tipo de situación donde los mercados no son eficientes y esto es lo que los economistas llaman una falla del mercado. En el caso de una falla del mercado, las ganancias privadas y el bienestar social están en conflicto. Para aumentar el bienestar social, uno tiene que reducir las ganancias de la compañía. En esta segunda situación, decir a las empresas que sean socialmente responsables no va a funcionar porque ellas están motivadas por las ganancias, y tienen una responsabilidad fiduciaria con sus accionistas, que es aumentar las ganancias.
    Para esta segunda situación necesitamos algún otro mecanismo que obligue a las compañías a hacer lo que le interesa a la sociedad aunque penalice las ganancias. La única organización que tiene el poder de imponer ese tipo de obligación a las empresas es el Gobierno.

    –¿De modo que usted piensa que la solución está en la regulación por parte del Gobierno?
    –Sí. Es la principal responsabilidad del Gobierno tratar de corregir estas fallas del mercado. En esas situaciones donde el mercado falla, el modelo RSE no funcionaría porque la compañía tiene la responsabilidad fiduciaria de ganar dinero, de modo que voluntariamente no va a reducir la contaminación.
    En realidad, si en verdad intenta reducirla, lo que hace es aplicar un impuesto a los accionistas y no tiene autoridad para hacer tal cosa. Solo el Gobierno está autorizado a aplicar impuestos.

    –¿Y cómo ve usted una regulación del Gobierno en países en desarrollo que tal vez no tengan los medios para hacer cumplir tal regulación?
    –A veces los Gobiernos también fracasan, y en muchos países en desarrollo, no tienen la capacidad para implementar buena regulación o tal vez tampoco la presencia política para hacerlo. Lamentablemente en esa situación, cuando el Gobierno fracasa y el mercado fracasa, tenemos una verdadera crisis. Nuestra máxima aspiración es corregir el Gobierno. Pedir a las empresas que lo hagan voluntariamente es una alternativa que va a ser todavía más inútil.

    –¿Qué opina del negocio social?
    –Creo que el concepto de negocio social o es un oximoron (una contradicción en sus propios términos) o bien es algo confuso. Si es un negocio y gana no solo lo suficiente para cubrir los costos sino también lo suficiente para cubrir el costo de capital, entonces es un buen negocio. Ese es todo el objeto del capitalismo, que un negocio tenga valor social y aumente el bienestar social al mismo tiempo.
    Entonces, todos los negocios son sociales. Por otro lado, si usted no gana dinero, usted no tiene un negocio. Podrá estar haciendo algo socialmente útil –eso es lo que las ONG siempre han hecho– pero entonces no entiendo por qué deberíamos llamarlo negocio social.

    –¿Usted cree que se puede ganar dinero vendiendo productos a los pobres?
    –Sí, pero no mucho. Lamentablemente, los pobres por definición son pobres y no tienen mucho dinero. Creo que las empresas que les vendan productos no serán grandes multinacionales sino pequeñas y medianas empresas que vendan productos a escala local, como en India.