Tiempo de escuchar

    ESTRATEGIA | Alta gerencia

    Por Federico Crespi (*)

     

    “…en tiempos donde nadie escucha a nadie…
    …en tiempos donde siempre estamos solos
    habrá que declararse incompetente
    en todas las materias del mercado…”

    De “Al lado del camino”, Fito Páez

    También que, en general, escuchar es una cualidad resaltada en la mayoría de las empresas. Sin embargo, ¿escuchamos?
    En términos generales, escuchar comprende fundamentalmente dos cosas: 1) poner atención en lo que dice un otro; 2) comprender –al menos hasta dónde se puede– el contexto desde el cual nos habla ese otro (o sea, ponerse en los zapatos de nuestro interlocutor).
    Escuchar no es fácil. Sin pretensiones de hacer un análisis exhaustivo, pienso que, en gran medida, la ausencia de capacidad para escucharnos tiene que ver con lo vertiginoso de los tiempos actuales. En las organizaciones solemos focalizarnos demasiado en “hacer”. Y hacer mucho no necesariamente conlleva productividad o eficacia.
    En su libro ¿Quién es este hombre?, Jesús antes del Cristianismo¹; Albert Nolan hace un análisis muy interesante y sumamente vigente de lo temporal. Básicamente señala que la concepción del tiempo que tenían los hebreos hacia el año cero difiere mucho de la visión occidental que existe en la actualidad.
    Mientras que aquella concepción del tiempo era esencialmente cualitativa, la actual, producto de la modernidad, es cuantitativa. El tiempo cuantitativo o cronológico establece una secuencia lineal de acontecimientos: pasado, presente, futuro. El tiempo cualitativo refiere a la calidad del tiempo. Es decir, refiere a la pregunta “¿De qué es tiempo?”
    “Todo tiene su momento y cada cosa su tiempo bajo el cielo: su tiempo el nacer, y su tiempo el morir; su tiempo el plantar, y su tiempo el arrancar lo plantado, su tiempo el matar, y su tiempo el sanar; su tiempo el destruir, y su tiempo el edificar…”²
    Siguiendo el planteo de Nolan, podríamos deducir que, en la concepción “antigua” del tiempo, el bienestar e incluso el éxito de las personas dependía de dos factores: identificar qué tipo de tiempo era y vivir en armonía con ese tiempo. Es decir, hacer lo que era tiempo de hacer.
    Rescato esta concepción distinta porque pienso que en gran medida la dificultad para escuchar a los demás empieza por la dificultad para hacer una pausa, decodificar lo que sucede, levantar la vista, mirar alrededor, escucharse a uno mismo.
    En una de sus obras más célebres Nietzsche decía: “Jamás escuché tanto silencio en derredor mío: mi corazón se estremecía de espanto. Y oí la voz opaca del silencio que me decía: ¿Lo sabes Zarathustra? Y yo le contesté como un testarudo: ¡Sí lo sé bien, pero no quiero decirlo!³
    En un sentido profundo, escucharse a uno mismo implica conectarse con el propio deseo y con la propia realidad. Y esto a su vez conlleva el riesgo de darnos cuenta de que hemos equivocado el camino o que hay cosas que no andan bien o acaso no son como queremos. Hacer es más fácil que pensar; ganarle la carrera al tiempo es más fácil que descifrar lo que pide la situación. En última instancia, siempre la introspección es dolorosa, porque nos enfrenta con la propia finitud y la propia carencia. Sin embargo, quien puede reconocerse a sí mismo tal como es y comprenderse, será también más proclive a aceptar –y a escuchar– a los demás. No hay mejor antídoto contra la propia soberbia que el autoconocimiento.
    Sabemos que los tiempos actuales demandan actuar con rapidez, pero si no nos hacemos el espacio necesario para decodificar qué tipo de tiempo es, quizás nos pasemos de largo. Si consideramos la noción cualitativa del tiempo descubriremos que cíclicamente es tiempo de escucharnos y de escuchar a los demás. En los términos definidos más arriba, la escucha no solo es un motor de ideas, sino también un vehículo clave para establecer una conexión humanizadora con los otros que, a su vez, ayuda a sortear los obstáculos en el trabajo cotidiano.

    1- Albert Nolan. ¿Quién es este hombre?, Jesús antes del Cristianismo. Editorial Planeta – De Agostini, Barcelona, 1995.
    2- Eclesiastés 3 (1 – 3).
    3- Friedrich Nietzsche. Así habló Zarathustra, pág. 170. Editoral Planeta – De Agostini, Barcelona, 1992.

    (*) Federico Crespi es gerente de Recursos Humanos para la Argentina y Uruguay de Maersk Line. Es licenciado en Psicología (USAL), Master in Liberal Studies (Georgetown University). Es profesor titular de “Management global”, en el MBA de la UCA.