Nativos e inmigrantes digitales: entre la brecha y la inclusión

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    Por Javier Rodríguez Petersen

    Nativos o inmigrantes. Brecha e inclusión.
    Las primeras conceptualizaciones en torno a la relación de cada uno con las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) resaltaban la diferencia generacional: por un lado, los jóvenes que nacieron con esas tecnologías y para los que es difícil imaginar la vida sin ellas; por el otro, los que las conocieron de adultos y tuvieron que adaptarse. Este marco define a los nativos e inmigrantes digitales según su generación.
    Sin embargo, los analistas plantearon luego el problema de las condiciones de acceso: el arsenal tecnológico que tienen a mano los jóvenes, la edad en la que conocieron y empezaron a usar esas herramientas y la familiaridad que sienten con las TIC son muy distintos según el nivel socioeconómico (NSE) que, así, también divide a nativos e inmigrantes digitales.
    En esa línea hubo un replanteo del concepto de “brecha digital”, que define “la distancia significativa entre lo que los alumnos hacen en la escuela y lo que hacen en sus tiempos de ocio con la tecnología digital” (David Buckingham). Por su connotación negativa, hoy tiende a hablarse más bien de “inclusión digital”, que contempla los grados de conectividad y acceso técnico, práctico y significativo y los modos de apropiación y uso de las TIC, la cuestión de nativos e inmigrantes, y que le da un sesgo positivo al problema.
    Con la convicción de que la modificación del sujeto en el entorno digital implica un cambio en sus prácticas y en el relacionamiento social y con medios y marcas, y con el objetivo de analizar los grados de inclusión digital entre los jóvenes de distintos NSE y responder a preguntas como qué significa estar conectado hoy, cómo incluye o excluye lo digital en lo cotidiano, qué apropiación hacen los chicos de estas herramientas y qué rol ocupa la educación formal en este proceso, la consultora DatosClaros realizó una investigación de tres etapas (ver aparte).
    “Apuntamos a público objetivo joven y escolarizado, con lo cual no había nadie que a priori entrara en la categoría de excluido digital. Pero luego vimos que dentro de los incluidos podían establecerse brechas por las formas de apropiación de las herramientas y de Internet como medio”, señala Natalia Gitelman, directora de DatosClaros, que resalta además cómo la investigación es parte no solo del foco de especialización de la consultora sino, en cierto sentido, un segundo paso del informe que habían realizado en 2009 –y que también publicó Mercado– sobre las redes sociales.

    Parecidos, pero no tanto
    Los jóvenes que participaron en la investigación mostraron una serie de coincidencias: distribuyen su tiempo libre entre los amigos (ir a bailar, a bares o al cine), los intereses personales (proyectos solidarios y hobbies) y el ocio (juegos electrónicos o en red o dormir).
    Entre los temas de actualidad que captan su atención, son centrales los conflictos sociales (pobreza, desempleo, inseguridad), los escolares (tomas de colegios, centros de estudiantes) y, minoritariamente, la política y los policiales. Eso sí, se informan por Internet (Google) y la tele, pero poco y nada por medios gráficos.
    Así como exhibieron coincidencias, los jóvenes también dejaron en evidencia diferencias notorias según su NSE: en los de clase media alta y alta, la cotidianeidad gira en torno a lo curricular, lo extracurricular y el entretenimiento (estudiar, salir y divertirse) y sus intereses se relacionan con el “hacer” (“Me gusta” escuchar o estudiar música, diseñar, etc.); en los de NSE bajo, en cambio, la cotidianeidad se vincula con el trabajo (limpiar la casa, labrar la huerta) y sus intereses, con el “deseo” (“Me gustaría” trabajar el verano, seguir estudiando, etc.).

    ¿Computadoras para todos?
    La computadora tiene ya una presencia masiva en los hogares de los jóvenes del AMBA: ocho de cada 10 entrevistados (79%) tienen por lo menos una y la consideran una herramienta para comunicarse, entretenerse, informarse y hacer la tarea. Más aún: según la encuesta de DatosClaros, en casi la mitad de los hogares hay dos o más computadoras (en varios casos conviven PC con notebooks y netbooks).
    Pero las diferencias son sustanciales.
    Mientras 100% de los jóvenes ABC 1 tienen algún tipo de ordenador en su casa, el porcentaje va decayendo hasta 70% en los hogares D1, D2, y E. Y mientras en 77% de las casas de clase alta hay dos o más computadoras, siete de cada 10 (72%) hogares de clase baja tienen solo una.
    En la misma línea, tienen computadora propia 63% de los jóvenes ABC1 y 36% de los de NSE bajo donde, además, en más de la mitad de los hogares que tienen una sola PC, los adultos no tienen contacto con ella (mientras que en el NSE alto es habitual el vínculo de los adultos con la informática).
    Cuando las familias adquirieron su primera computadora, los chicos tenían alrededor de 11 años; en promedio, porque 62% de los adolescentes de NSE alto tuvieron una computadora en su casa antes de los 9 años y 44% de los de NSE bajo recién la tuvieron después de los 13. Diferencias que marcan brechas dentro de una misma generación.
    “Para los chicos de los sectores más altos, Internet es parte de su vida cotidiana, es su medio natural de comunicación y llegada al mundo, incluso de sus negocios. Los de NSE más bajos, en cambio, encuentran muchas barreras y ponen escudos, como si les diera un poco de vergüenza”, sintetiza Gitelman y pone un ejemplo: “Para buscar trabajo, a un joven de clase media o alta le es natural enviar su currículum por mail; pero uno de clase baja dice que quiere ver a la persona cara a cara para que tenga una idea de quién es. Hay una gran diferencia en las prácticas de uso”.

    Hiperconectados
    Entre los jóvenes del AMBA, la falta de conexión a Internet es vivida como exclusión y carencia. A mediados del año pasado, tenían conexión en la Argentina 3,6 millones de hogares, 28,4% del total. Pero entre los jóvenes entrevistados, 98% navega en la Web y 95% de los que tienen computadoras en sus casas las tienen conectadas a la red (100% ABC1, frente a 91% D1 D2 E).
    Aunque más de la mitad (62%) de los chicos están conectados entre una y tres horas por día, más de un tercio (36%) permanece en red tres horas o más. El lugar preferido es el hogar (72%), seguido por el ciber (19%).
    Casi uno de cada cuatro entrevistados (24%, 28,6% entre los de 14 y 15 años) dice tener más amigos virtuales que reales, pese a que tres de cada cuatro (74%) responden que la red puede ser peligrosa (un temor que crece a 80% entre las mujeres).
    Sin distinción de géneros, edades o NSE, todos reconocen que Internet cambió conductas: “Pasamos menos tiempo en familia”, “cambiaron mis modos de jugar”, “estoy menos tiempo al aire libre”, “se consultan menos libros”. Igual, los chicos aseguran que los fines de semana y en vacaciones pueden prescindir del servicio sin problemas.

    Cibercultura
    La inmensa mayoría (86%) envía y recibe e-mails (otra vez, con diferencias: de los de NSE más alto, 46% envió su primer correo antes de los 9 años, mientras que de los del más bajo, 39% lo hizo después de los 13). Y hay actividades que tienen una adhesión superior: casi todos (98%) usan el chat (y 59% lo hacen siempre que se conectan), realizan búsquedas en Google (95% y 44% lo hacen cada vez que están en red), entran a redes sociales (94%, y 61% “siempre”) y descargan música (91%), algo que, sin embargo, reconocieron que no harían si tuvieran que pagar.
    También son muchos los que usan la red para buscar información para el colegio (87%), jugar (69%), visitar páginas de TV o músicos (66%), descargar programas (63%), escuchar música (62%), ver películas o series (57%) y hablar por teléfono (50%). En cambio, pocos visitan la página del colegio (36%), leen diarios (30%) o, dicen, miran páginas pornográficas (18%). En promedio realizan 3,5 actividades cada vez que se conectan.
    Consecuentemente con esas preferencias, 88% dijo que el día anterior a la encuesta habían entrado a Facebook; 74%, a MSN; 53%, a YouTube; 25%, a Wikipedia; 19%, a Taringa; 13%, a MercadoLibre; 10%, a Twitter; 7%, a Olé, el rincón del vago, Clarín y la web del colegio; 5%, a MySpace; y 3%, a La Nación. El blog aparece en desuso porque los jóvenes no le reconocen el feedback que pretenden.
    MSN es el sitio al que ingresan todos los jóvenes, sin distinción. Los hombres tienen entre sus favoritas a MercadoLibre (con más visitas a mayor NSE), Olé y Taringa, mientras que las mujeres no tienen páginas de preferencia. Los principales diarios tienen su segmento en el nivel alto (Clarín llega a 22% y La Nación, a 14%).

    Tipología de usuarios
    Uno de los objetivos de la investigación era definir, a partir de los patrones de conducta, grupos típicos de usuarios de Internet. El sondeo los reunió en tres tipologías:
    Conectados críticos: son principalmente varones mayores de 16 años, con mucho acceso a la tecnología pero que la usan solo como una herramienta y con una mirada crítica. Conocen mucho sobre páginas pero no las visitan asiduamente, contrastan información en más de un sitio y, eventualmente, en fuentes “offline” y tratan de elaborar la información que encuentran.
    Fan@ticos: son sobre todo jóvenes de NSE alto, que tuvieron un acceso temprano, pasan muchas horas por día conectados sin cuestionar lo que encuentran en la red y creen que no podrían vivir sin Internet. No usan otras fuentes de información, aprendieron solos lo que saben de la red y la usan mejor que el celular.
    Temerosos/Cautos: en este grupo priman las mujeres más chicas y de NSE bajo. Tuvieron un contacto tardío y pasan pocas horas conectados; tienen menos familiaridad y más temor. Creen que Internet puede ser peligrosa, no usan todos los recursos (solo se conectan seguido al MSN y Facebook) y no buscan información a menos que la necesiten para el colegio. Gitelman cree que este grupo tiende a reducirse por la familiaridad cada vez mayor que tienen con la red las nuevas generaciones.
    Del total de entrevistados, 47% entran en la tipología de conectados críticos; 27%, en la de fan@ticos y 26%, en la de temerosos/cautos. El número de conectados críticos es mayor entre los de 16 y 17 años, los varones y la clase media baja; el de fanáticos es similar en todas las edades y entre mujeres y varones, pero crece en los NSE más altos; y el de temerosos/cautos es mayor entre los más chicos, los más pobres y las mujeres.

    Enredados
    Casi todos (95%) los jóvenes entrevistados son parte de alguna red social, con una preeminencia notoria de Facebook (98%: solo dos de cada 100 que son parte de alguna red no están en Facebook); juega el sentido de pertenencia: no estar ahí es “quedarse afuera”.
    Las otras redes extendidas son Windows Live Spaces (48%), YouTube (35%, más entre los hombres y en el NSE alto) y Fotolog (34%).
    La encuesta muestra a Twitter con baja penetración entre los adolescentes (19%) y con usuarios que pertenecen mayoritariamente al NSE alto (donde llega a 24%, frente a apenas 7% en el NSE más bajo).
    En promedio, cada usuario integra 2,47 redes.

    Alternativas
    Como vaticinan desde hace años los optimistas que ven en la telefonía móvil un canal para reducir la brecha digital en América latina, casi todos los jóvenes (94%) tienen teléfonos celulares, muy por delante de otros dispositivos como las cámaras digitales (51%) o los reproductores de música y/o video (48%). La altísima penetración de los teléfonos móviles entre los adolescentes obedece a razones emocionales de los padres, que así compran control y tranquilidad. Igual la relación es más afectiva que represiva y es vivida por los adolescentes con naturalidad. Solo 7% apaga el celular en la escuela.
    De todos modos, por ahora no hay una gran conectividad. Las actividades típicas son los mensajes de texto, las llamadas y la reproducción de música. La conexión a Internet, en cambio, no es muy usada porque los chicos la consideran cara, incómoda y lenta.
    Solo 11% –y en particular entre los más adultos y ricos de la muestra– tiene smartphones; son los que más usan Internet desde el celular.

    En la escuela
    No hay correlación entre el conocimiento tecnológico que poseen los jóvenes y la enseñanza en las escuelas; aquí la distancia entre nativos e inmigrantes digitales se da, sí, por el factor generacional. La mitad de los chicos (51%) cree que en el colegio aprendió poco sobre Internet y solo 43% se maneja por mail con algunos profesores (algo a lo que le dio impulso la gripe aviar de 2009 y en lo que hay diferencias según NSE, ya que llega a 73% en el ABC1 y a 31% en el D1 D2 E).
    Sin embargo, los adolescentes sí usan tecnología para la escuela: la Web es su lugar preferido de acceso a la información (por la inmediatez) y 90% considera a Internet muy útil para las tareas. Otras cosa es que las herramientas se usen bien: siete de cada 10 aseguran buscar en más de un sitio, pero casi la misma cantidad (67%) reconoce hacer “copy & paste” y solo 43% corrobora la fuente de la información. Los alumnos sí dicen que, en algunos casos, los docentes recomiendan sitios confiables, verifican si se reelaboraron los contenidos y/o insisten en la búsqueda de información en libros.
    El interior de las aulas, además, reproduce las diferencias del afuera. Las escuelas a las que concurren los jóvenes con mayor poder adquisitivo tienen salas de computación con acceso permanente, confortables y con máquinas modernas cada uno o dos alumnos, mientras que aquellas a las que asisten los adolescentes de escasos recursos no disponen de equipos actualizados, espacios confortables ni conectividad.
    Para los especialistas en educación y tecnología que actuaron como “informantes clave” en la investigación, en las escuelas no se establece un vínculo entre la tecnología y la enseñanza, no hay organización ni planificación en la materia y es imprescindible incluir TIC para que el Estado pueda garantizar la inclusión y evitar que el acceso y uso quede limitado a una minoría privilegiada.
    Una dificultad es que, casi inevitablemente por las diferencias generacionales, los docentes van a estar menos familiarizados que los alumnos con la tecnología. “El trabajo –dice Gitelman– está en aceptarlo y trabajar en esa línea. Los chicos ya llegan usando la computadora, no les enseñan, y el docente no va a saber más que ellos de tecnología. Hay que trabajar en un criterio educativo de apropiación. Damos por supuesto que navegamos igual, pero no es así, y el que no sabe navegar, en un sentido crítico, se queda afuera de la historia”.

    Las marcas
    Para las empresas, el problema es similar en un punto al de la escuela: quienes las administran, pergeñan las campañas de marketing y crean las publicidades son inmigrantes digitales con una cosmovisión distinta a la de quienes crecieron acompañados por las TIC desde chiquitos.
    Los datos cuantitativos son contundentes: 67% de los jóvenes consideran las publicidades en Internet aburridas o poco ingeniosas; 77% dice que es molesto (y avasallante) que las marcas aparezcan en las páginas; 81% no suele comprar por Internet por desconfianza; 70% no quiere recibir información de las marcas por mail o por su red social; 72% considera poco creíbles las promociones online y 88% no suele participar en las mismas. Que 40% se declare fan de muchas páginas en Facebook o que 13% no declare no seguir marcas Twitter suena casi esperanzador.
    Consecuentemente, es muy baja la recordación de campañas en Internet (17%). Algunas marcas mencionadas son Speedy, Arnet, Fibertel y Coca-Cola. La campaña más recordada es “¿Y Candela?”.
    Por segmentos, los jóvenes de 16 y 17 años se muestran como un público permeable, ávido de publicidad creativa e innovadora y para el que seguir marcas en Facebook y Twitter podría ser una forma innovadora de conocer los productos. Las mujeres son las más receptivas a la publicidad en Internet, pero los hombres son los que más compran por este medio. Los de NSE alto participan más en las promociones. Y los de NSE bajo no creen en las publicidades y promociones en Internet, no siguen marcas ni quieren recibir información por mail o SMS, pero son a los que menos les molesta que aparezcan publicidades mientras navegan.
    Dice Gitelman: “Hay un tremendo desfasaje en cómo hablan las marcas y los chicos. Extrapolar modelos de campañas offline al online no tiene posibilidad de éxito. Lo digital tiene su propio paradigma y a los chicos, nativos digitales, les interesan otras cosas”. El problema, evalúa, es cómo cada quién vive la comunicación de doble vía: “Las marcas y las agencias no llegan a escuchar al usuario en Internet, se quedan como paralizadas. No están pensando como si fueran nativos digitales. El desafío que tienen para participar en Internet es, justamente, el de convertirse en nativos digitales”.

    www.datosclaros.com
    datosclaros@datosclaros.com
    DatosClaros New Market Research

    Tres etapas

    La investigación que realizó DatosClaros sobre la inclusión digital constó de tres etapas diferenciadas.
    La primera fue la exploratoria, con un relevamiento y organización de la información bibliográfica y producción teórica existentes sobre brecha e inclusión digital y la selección y entrevista a cinco informantes claves –expertos en la temática– a fin de elaborar el marco teórico de la investigación.
    La segunda fue la cualitativa, con 24 entrevistas en profundidad a jóvenes usuarios de Internet sobre los usos que hacen de las tecnologías de información y comunicación (TIC). Los entrevistados fueron dos por cada segmento, conjugando NSE, género y edad.
    La tercera fue la cuantitativa, con una encuesta coincidental de unos 15 minutos que incluyó preguntas cerradas pre-codificadas y preguntas abiertas y se hizo en noviembre pasado a la salida de escuelas de AMBA (570 casos efectivos). Esta etapa apuntó a contrastar las hipótesis de trabajo, caracterizar los perfiles de usuarios de Internet y observar la relación de los jóvenes, según su nivel de acercamiento a lo digital, con las marcas.

     

    Los no usuarios

    Del total de entrevistados, solo 2% dijo no conectarse a Internet. La mayoría no tiene computadoras, pertenece al NSE bajo y vive en el Conurbano Bonaerense. Solo la mitad posee celular. En general, dicen creer que no se pierden de aprender mucho por no estar conectados.