Wal-Mart: montañas de datos personales

    Próximo capítulo, la
    computación utilitaria

    El último fenómeno tecnológico
    que promete atractivas posibilidades es la utility computing. Con
    divertidos anuncios de televisión, IBM está promocionando
    varias alternativas de computación on-demand a través
    de proveedores de servicios muy poco conocidos. La moda se difunde y con
    ella crece el interés y aceptación del mercado para soluciones
    de este tipo.

    Utility computing (UC) es el desarrollo
    y manejo automatizado de potencia de computación y capacidades
    de aplicación para entrega on-demand. La UC aprovecha una
    combinación de nuevas y más flexibles tecnologías
    de hardware y sistemas operativos basados en la Web para
    permitir a usuarios individuales y corporativos acceder a aplicaciones
    y funciones de negocios en el momento y la forma en que las necesitan.

    Tres grandes temas están generando
    interés y demanda de computación utilitaria: 1) la creciente
    necesidad de las empresas por reducir costos;

    2) el deseo de aumentar confiabilidad y valor
    comercial en las inversiones en TI; y 3) la gran dificultad para manejar
    los sistemas de TI en forma económica.

    Las ventajas que promete la computación
    utilitaria se pueden agrupar en dos categorías: mayor eficiencia
    en la operación de TI y mayor precisión en las operaciones.

    Con la UC, dicen sus defensores, se podrá
    lograr: a) mayor utilización de los sistemas; b) mejor aplicación
    de las capacidades de gestión y mantenimiento; c) más previsión
    de los costos operativos.

    Dicen también los entusiastas que
    esta nueva arquitectura de TI permitirá aplicaciones de negocios
    que crearán nuevas oportunidades de generación de ingresos.
    Quienes, en cambio, se han desilusionado muchas veces con las promesas
    tecnológicas, prefieren esperar a ver.

    Wal-Mart: montañas de datos
    personales

    Se ha vuelto un proceso tan común
    que ya nadie se sorprende. Dar nombre, dirección y número
    de documento en casi cualquiera de las compras cotidianas. Las grandes
    cadenas de supermercados tienen almacenada una inmensa cantidad de datos
    sobre sus compradores. Son datos que recogen con cada transacción
    y que luego almacenan, seleccionan y reservan para uso futuro. En este
    sentido, Wal-Mart se lleva todos los premios. Con 3.600 bocas de expendio
    en Estados Unidos y aproximadamente 100 millones de clientes que visitan
    sus locales cada semana, tiene acceso a información sobre una respetable
    porción de la población de ese país. Tiene los números
    de seguridad social, licencia de conducir, documento de identidad, preferencias
    de jugos, vinos, maquillaje o champú. Todo guardado, artículo
    por artículo en las cajas de salida, clasificado por local, Estado,
    y región.

    Según su propia cuenta, Wal-Mart
    tiene 460 terabitios de datos almacenados en grandes computadoras (mainframes)
    Teradata NCR en sus oficinas centrales de Bentonville. Para darse una
    idea de lo que eso significa, la Internet tiene menos de la mitad, según
    algunos expertos.

    Wal-Mart procura mantener su información
    en secreto. Usa sistemas especialmente diseñados para despistar
    a competidores. Además, las empresas que le venden equipos y software
    deben firmar acuerdos de no divulgación.

    Si hay algo objetable en todo esto es
    que los compradores no saben que sus hábitos están siendo
    vigilados. Ninguna señal les advierte que se está juntando
    y guardando información sobre sus personas. Y tampoco reciben algo
    a cambio. Wal-Mart no usa tarjetas de lealtad y rara vez ofrece promociones
    sobre la base de compras pasadas.

    En su sitio Web, Wal-Mart explica
    en detalle su política de privacidad y dice que "mantiene
    razonables medidas físicas, técnicas y de procedimiento
    para limitar el acceso a información personal a individuos autorizados
    con propósitos adecuados".

    Según Caspian, un grupo de protección
    a consumidores, el sistema permite también captar una enorme cantidad
    de información externa que nada tiene que ver con la compra de
    productos, como si tienen hipoteca o no, monto de la deuda y capacidad
    de repago.

    Hoy, la publicidad no sabe a quién
    hablarle

    Una década atrás, la persona
    que tomaba la mayor cantidad de decisiones de compra en una familia tipo
    —exceptuando las de supermercado— era el padre. Ahora muchas
    decisiones son tomadas por madres conversando en la puerta de la escuela,
    por hijas, hijos y hasta por abuelos. Esto ocurre porque hoy la tradicional
    familia nuclear sólo representa 30% de los hogares. El resto está
    conformado por familias adoptadas y no sanguíneas. Si la nueva
    dinámica familiar se suma al actual debate sobre los desafíos
    que acosan al tradicional poder de la publicidad para generar consumo,
    el desconcierto de los anunciantes va en aumento y dudan sobre el canal,
    el mensaje y el interlocutor.

    Los niños siguen siendo una influencia
    importante, especialmente en tecnología y entretenimiento. No es
    el poder del "comprame" en su sentido tradicional sino una sutil
    democratización de la vida familiar. Los chicos ahora tienen más
    permiso de sus padres para opinar en las decisiones de compra. Los padres
    hoy tienen más poder adquisitivo, menos tiempo para dedicar a sus
    hijos y bastante culpa por esto último.

    En moda y cosmética, las hijas
    influyen sobre sus madres de 30 a 40 años. Años atrás,
    madres e hijas usaban ropa diferente. Pero ahora se visten igual y muchas
    veces las madres buscan la aprobación y el consejo de sus hijas
    para estar a la moda.

    Los hijos varones ejercen una importante
    influencia sobre sus padres en música, tecnología y juegos
    de computación. En la cada vez más compleja relación
    padres/hijos, estos últimos se han convertido en críticos
    de compras, y hay renglones en los que son ellos los que recaban información,
    seleccionan y moldean los gustos de sus padres.

    Finalmente, los abuelos, muchos de los
    cuales hoy están "fuertemente involucrados" en la crianza
    de sus nietos. Sobre la base de estos datos, los anunciantes buscan estrategias
    para estimular las recomendaciones boca-a-boca. Advierten que sería
    un error concentrarse en una sola relación dentro de la familia.
    Hablarles a los niños, por ejemplo, para que influyan sobre sus
    padres puede tener un efecto adverso sobre la marca.

    ibm-Lenovo: puente entre dos culturas

    IBM vendió su negocio de computadoras personales
    a Lenovo, el mayor fabricante chino de PC. La importancia de esta transacción
    va más allá de los US$ 1.750 millones en efectivo, acciones
    y deuda que paga Lenovo, opina Steve Lohr en el Financial Times.
    Según su interpretación, la transacción señala
    las crecientes aspiraciones del empresariado chino, de convertirse en
    un proveedor confiable de empresas y consumidores occidentales. Por su
    lado, IBM reconoce que su futuro está en otra parte: en servicios
    de TI, consultoría e Internet, todos negocios mucho más
    rentables que su unidad de computadoras personales.

    En general, todas las empresas estadounidenses se desviven
    por aprovechar el increíble potencial del mercado chino. Del otro
    lado, las empresas chinas buscan aprovechar mercados, habilidades tecnológicas
    y experiencia gerencial de occidente.

    Vista así, la transacción puede servir de
    puente entre dos empresas y dos culturas muy diferentes. IBM aceptó
    mantener por tres años su participación en Lenovo, con opción
    a ampliarla. Y Lenovo, además de experiencia gerencial, adquirirá
    cinco años de derechos de uso de marcas y logotipo de la Big
    Blue
    .

    IBM tiene 10.000 empleados en el mundo para su negocio
    de computadoras. 40% ya trabaja en China.

    Eurozona: el consumo no se reactiva
    lo suficiente

    Aunque el gasto de los consumidores en
    el último trimestre revela una leve recuperación en Alemania
    y Francia —las dos mayores economías de la eurozona—
    otros datos indican que el crecimiento de la producción es más
    lento. En noviembre, los índices de compra de las gerencias en
    los sectores servicios y manufactura —considerados como los principales
    indicadores de probables tendencias en la producción— mostraron
    que el crecimiento de la manufactura se desaceleró marcadamente,
    con el de los servicios apenas detrás. Si los indicadores muestran
    lo correcto, la producción manufacturera ya se está contrayendo
    en Alemania e Italia.

    A pesar de que siguen insistiendo en que
    para el 2010 formarán parte de la economía más competitiva
    del mundo, las economías de la eurozona se están quedando
    detrás de Estados Unidos, donde el crecimiento del tercer trimestre
    fue tres veces más rápido.

    El euro subió 8% frente al dólar
    desde principios de octubre. Los políticos, especialmente de países
    como Italia, que hace esfuerzos por mantener competitividad internacional,
    ya reclaman a gritos que si Estados Unidos no hace nada para sostener
    el dólar, el Banco de la Comunidad Europea debería tomar
    medidas para recortar la fortaleza del euro.

    Pero razones más importantes que
    la cotización del euro explican las dificultades económicas
    en la eurozona. El fuerte crecimiento en las exportaciones no alimentó
    la demanda interna como se habría esperado según la experiencia
    dejada por ciclos anteriores. El gasto de capital creció modestamente
    pero el gasto del consumidor apenas se movió: 0,2% en el segundo
    y tercer trimestre.

    Según Michael Dicks, economista
    de Lehman Brothers, los modelos económicos tradicionales para pronosticar
    la conducta del consumidor ya no pueden explicar por qué se está
    ahorrando más de lo que se gasta. Su explicación es que
    la eurozona, especialmente Alemania, está sufriendo los efectos
    colaterales de corto plazo de las reformas estructurales aplicadas por
    los gobiernos y de la reestructuración aplicada por las empresas,
    ambas con miras a fomentar la flexibilidad laboral y la competitividad
    internacional.

    Los países del Este ante la
    adopción del euro

    Al euro —que reemplazó al
    marco, al franco y a otras monedas nacionales para 300 millones de europeos
    en el 2002— podrían faltarle varios años para llegar
    a las 75 millones de personas que viven en los nuevos miembros de la Unión
    Europea. Cuando Polonia, Hungría, la República Checa y otras
    siete naciones se sumaron a ella en mayo, se hablaba de avanzar rápido
    hacia el paso siguiente de la integración: la adopción del
    euro.

    Ahora el entusiasmo se ha enfriado. Varios
    países postergaron su cronograma hasta el final de la década,
    mientras que se esfuerzan por despejar sus finanzas públicas. A
    medida que las fechas se siguen corriendo, muchos se preguntan cómo
    van a hacer los diez nuevos miembros para cumplir con las condiciones
    económicas requeridas para adoptar la moneda.

    Hasta algunos de los viejos miembros de
    la UE tienen sus dudas sobre el euro. Suecia votó el año
    pasado para decidir si adoptar o no la moneda y el resultado fue por no,
    principalmente por miedo a perder el control de su política económica;
    Gran Bretaña, por su parte, sigue evaluando el tema y Dinamarca
    decidió no entrar.

    Las recomendaciones para lograr disciplina
    fiscal que provienen de Bruselas y Francfort, donde está el Banco
    Central Europeo, suenan a hueco en los oídos de los recién
    entrantes. Alemania y Francia crónicamente violan los límites
    permitidos de déficit de presupuesto, y ahora se descubre que Grecia
    alteró las cifras de su déficit para lograr que la aceptaran.

    Además, está la política
    monetaria única para toda Europa. El Banco Central Europeo ha mantenido
    las tasas de interés bajas para ayudar a la recuperación
    de Alemania y Francia. Ése sería justo el camino equivocado
    para Polonia, con su rápido crecimiento y su enorme déficit.

    Pero el pesimismo no se extiende a todos
    los nuevos miembros. Estonia, que ya ha atado su moneda al euro y luce
    unas finanzas públicas impecables, proyecta adoptar el euro en
    el 2006. Lituania y Eslovenia, que también tienen sus monedas atadas
    al euro, pretenden adoptarlo en el 2007.

    En materia petrolera, el futuro se
    ve difícil

    Las grandes petroleras del mundo occidental
    están de parabienes. El increíble aumento del precio del
    petróleo —de US$ 10 el barril en 1998 a US$ 55, 67 en noviembre—
    las inundó de billetes. El 28 de octubre Royal Dutch/Shell, que
    tuvo un año difícil a raíz de un escándalo
    por reservas exageradas, registró un aumento de 120% en las ganancias
    del tercer trimestre. En noviembre, British Petroleum tuvo ganancias trimestrales
    43% superiores al mismo período el año pasado.

    Pero no todo está bien con el petróleo.
    A pesar de la actual rentabilidad, las petroleras pueden tener problemas
    en tres áreas: reservas en rápida declinación; costos
    en alza y falta de acceso a reservas nuevas y baratas.

    La última gran ola de crecimiento
    para estas grandes firmas occidentales se produjo hace varias décadas,
    cuando las echaron de los gigantescos yacimientos del golfo Pérsico.
    En desesperación, Exxon, BP y otras pusieron millones en áreas
    no Opep como el golfo de México, el Mar del Norte y Alaska.

    Pero ahora esos yacimientos están
    sobreexplotados y sus reservas declinan a toda velocidad. La International
    Energy Agency, en su World Energy Outlook, estima que el desafío
    de las reservas es tal que habrá que invertir US$ 3 billones (millón
    de millones) en infraestructura petrolera global, de ahora a 2030, para
    poder satisfacer la demanda prevista.

    El segundo gran problema es la suba de
    los costos. Un tema inmediato es la debilidad del dólar, la única
    moneda en que se fija el precio del petróleo; eso encarece las
    compras de las petroleras en otras monedas. Un costo más preocupante,
    sin embargo, es el de encontrar y desarrollar nuevos yacimientos. En la
    década de los ’80, el costo de exploración por barril
    cayó de US$ 20 a un nivel entre US$ 5 y US$ 7 gracias a la incorporación
    de tecnologías revolucionarias. En los ’90, los costos se
    mantuvieron estables, pero en los últimos tres años, subieron
    notablemente. Hay quienes piensan, sin embargo, que ahora también
    pueden aparecer nuevas tecnologías que abaraten el proceso de exploración
    y desarrollo de los hidrocarburos.

    En busca de energía termonuclear

    Un año atrás, las principales potencias
    industriales y científicas del mundo decidieron invertir

    US$ 10.000 millones durante los próximos 30 años
    en un experimento de fusión termonuclear capaz de ofrecer energía
    alternativa para mediados de siglo. El experimento consiste en desarrollar
    el "International Thermonuclear Energy Reactor", o Iter.

    Pero el proyecto se estancó porque los estados
    involucrados todavía no se ponen de acuerdo acerca de dónde
    construirlo. Los dos candidatos son Francia (Caradache, al sur) y Japón
    (Rokkasho-Mura), ambos países con argumentos técnicos, geográficos,
    sociales e industriales a favor de su territorio. En realidad, el reactor
    debe ser construido en cualquier país que pueda aportar el mejor
    paquete económico y financiero para soportar el proyecto.

    La Unión Europea acaba de proponer Caradache para
    la construcción del reactor y Rokkasho-Mura para instalar laboratorios
    de investigación (a modo de premio consuelo). Y, además,
    lo hace con una amenaza: si Japón y sus seguidores (Estados Unidos
    y Surcorea) no aceptan, el proyecto sigue sin ellos.