El petróleo requiere mayor inversión

    Para tener en cuenta

    El petróleo
    requiere mayor inversión

    La empecinada negativa de los países
    de la Opep en permitir que el precio descienda mucho de los actuales US$
    50 por barril, provoca un profundo desencanto en todos los que creyeron
    que el salto en los precios del petróleo sería transitorio.

    Pero algunos analistas creen que el fenomenal
    aumento de los precios deberá, en el largo plazo, ser absorbido
    por la economía global. El problema no tiene que ver ni con el
    terrorismo ni con las guerras sino con las limitaciones en el suministro.
    Jeffrey Currie de Goldman Sachs cree que no es cierto que el mundo se
    esté quedando sin petróleo; para él lo que ocurre
    es que hace muchos años que no se invierte como debiera en exploración
    e infraestructura petrolera.

    Desde mediados de los ’80, los retornos
    sobre la inversión energética siempre fueron muy pobres
    con relación a los que tenía el resto de la economía.

    Otro problema fue la desregulación
    de la industria, que incluyó en el mercado a muchos competidores
    y redujo los incentivos para que las compañías petroleras
    mantuvieran capacidad excedente. Según Currie, la última
    fase de inversión duró diez años y ahora es urgente
    iniciar otra.

    Los precios del petróleo tendrán
    que permanecer altos para que sea posible afrontar el costo de esa inversión.
    Los productores marginales (que constituyen aproximadamente 14% del total
    de la producción ajena a la Opep) necesitan un precio por encima
    de los US$ 30 por barril para lograr un retorno sobre el capital superior
    a 8%. Naturalmente, cuando la industria trate de hacer su inversión,
    los costos subirán, como acaba de demostrarlo la reciente presión
    sobre los precios del acero. Mientras tanto, los gobiernos que 30 años
    atrás subsidiaban la industria, ahora la gravan con impuestos.
    Según Goldman, los mayores impuestos a los productores añadieron
    US$ 6 al precio por barril durante la última década
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    La economía de Estados Unidos
    en el 2005

    El 2004 cerró con tres datos positivos
    –discreto crecimiento de 5%, aumento de empleo y módicas ganancias
    en los mercados de valores– y con tres bombas de tiempo: dólar,
    déficit y precio del petróleo.

    Si bien la suba de las tasas de interés
    de la Reserva Federal se propone disminuir la toma de préstamos
    y reducir el gasto para controlar la inflación, una suba violenta
    provocada por el nerviosismo de los mercados reduciría demasiado
    el consumo. El vigoroso mercado inmobiliario que en los últimos
    años ayudó a sostener la economía, perderá
    fuerza este año a raíz de la suba de precios y de las tasas
    de interés. Los millones de estadounidenses que compraron casas
    con hipotecas de interés variable verán aumentar sus mensualidades
    cada vez que la Reserva Federal modifique las tasas y quedarán
    cada vez con menos dinero para gastar.

    Si la situación en Irak empeora,
    el dólar podría bajar todavía más. Aunque
    el dólar barato ayuda a las empresas estadounidenses a vender productos
    y servicios en el exterior, Estados Unidos depende de préstamos
    extranjeros, en forma de compra de bonos de la Tesorería. Si el
    dólar sigue perdiendo valor, los inversores extranjeros podrían
    comenzar a preguntarse si no están perdiendo dinero con esos bonos.
    Si invirtieran el proceso y comenzaran a vender bonos de la Tesorería,
    el dólar caería aún más. Para atraer inversores,
    el rendimiento de esos bonos tendría que subir, lo cual provocaría
    un aumento de las tasas de interés de las hipotecas y demás
    préstamos y dañaría el crecimiento económico
    del país.

    Otra suba en el precio del petróleo
    aumentaría los gastos de las empresas, reduciendo ganancias y dañando
    precios en las bolsas de valores. El aumento de la nafta y de la calefacción
    también puede afectar el gasto del consumidor, reducir ganancias
    empresariales y crecimiento económico. Finalmente, como siempre,
    está la posibilidad de que acontecimientos no previstos den por
    tierra con los pronósticos: desastres naturales, crisis políticas
    y guerras.

    Otra vez: acciones de Internet por
    las nubes

    Desde su flotación, las acciones
    de Google, que ya estaban ridículamente caras, duplicaron su valor
    y la compañía ahora tiene una capitalización de mercado
    de US$ 50.000 millones. Además, se ha producido el “efecto Google”,
    o sea que el entusiasmo por las acciones de la compañía
    desde que comenzó a cotizar en bolsa arrastró a todo el
    sector Internet. Cuatro de las mayores empresas –Google, eBay, Yahoo!
    y Amazon– tienen ahora una capitalización combinada de mercado
    de US$ 190.000 millones.

    “Con todo el respeto que se merecen esos
    servicios que benefician a media humanidad, no parece lógico que
    alguien crea que esas compañías valen esas sumas ridículas
    que les adjudica en este momento el mercado”. La opinión es de
    un columnista de Economic Global Agenda.

    Algunos analistas creen que, desde el
    punto de vista de creación de riqueza, lo que ocurrió en
    el 2000 se debió al apresuramiento, no a una equivocación
    sobre las posibilidades de las punto com. Como prueba, citan el
    rápido crecimiento actual de la capitalización de mercado
    de las grandes empresas de Internet y dicen que esta vez el mercado está
    más sólido que hace cuatro años.

    Pero no todos razonan así. High-Tech
    Strategist
    cita en sus páginas al experto en fondos de cobertura
    Jim Cramer: “La gente está comprando Google porque, ¡diablos!,
    si sus acciones están subiendo hay que comprar. No se van a quedar
    afuera, el tiempo corre…”.

    Las acciones de las cuatro empresas citadas
    tienen hoy una relación precio/ganancias de 121. O sea que, a precios
    actuales y ganancias actuales, los inversores necesitan 121 años
    para recuperar su dinero. En Google, esa relación es hoy de 222.

    En semejantes circunstancias uno diría
    que los inversores deberían exigir algún descuento por comprar
    acciones con tanto riesgo. Al contrario. Para los fanáticos de
    las sobrevivientes en Internet, esto simplemente significa que, como muchos
    de sus competidores han quedado en el camino, las que quedan generarán
    enormes montañas de dinero ahora que el mundo vibra otra vez con
    la revolución informática.

    Alimentos orgánicos:
    crece la demanda

    El Whole Foods Market, un supermercado
    de alimentos naturales, orgánicos e integrales, es el comercio
    de mayor crecimiento en Estados Unidos. El éxito de este negocio,
    pese a los altos precios de los productos, demuestra que ha cambiado el
    perfil del comprador de alimentos orgánicos. Ya no se trata de
    una elite, ahora son profesionales, empresarios y artistas los que se
    interesan por la calidad de lo que comen.

    En los últimos años, los
    supermercados en Estados Unidos han tenido que defenderse del embate de
    Wal-Mart, ese gigante que combina alimentos, ropa, muebles y ferretería
    a precios bajos difíciles de igualar. En esa lucha por sobrevivir
    recortaron precios y redujeron sueldos. Ahora reciben otro ataque: la
    nueva realidad muestra que las ventas de alimentos orgánicos están
    subiendo a razón de 20% al año. Los supermercados tratan
    de convertirse en sinónimo de calidad para la gente de buen poder
    adquisitivo, ofrecer descuentos para los bolsillos más flacos,
    y vender también ropa, ferretería o librería sin
    descuidar los alimentos orgánicos, naturales, integrales.

    Whole Foods Market tiene ocho locales
    sólo en el sector occidental de Los Ángeles. Y sede en Nueva
    York es diez veces mayor que la del King Kullen, el primer supermercado,
    inaugurado en Queens en 1930.

     

    El software, ahora en la etapa
    fusión

    Los últimos meses demuestran que
    finalmente el sector tecnológico del software ha entrado en la
    etapa de la consolidación. Primero, Oracle Corporation logró
    comprar PeopleSoft por US$ 10.300 millones. Luego Symantec compró
    Veritas Software por un precio aun mayor: US $ 14.000 millones.

    Hasta ahora las grandes fusiones habían
    sido muy escasas en este sector. Por lo general, las empresas de software
    florecían o morían solas. Pero ahora las empresas clientes
    han iniciado una nueva tendencia. Durante el boom de Internet de los ’90,
    las que tenían el poder en el mercado tecnológico eran las
    empresas de hardware y software. Eran ellas las proveedoras de la nueva
    economía, las que amenazaban de muerte a las viejas empresas con
    viejas jerarquías que se resistieran a la nueva tecnología
    de Internet. Prácticamente la tecnología era impuesta por
    la fuerza a los clientes corporativos, quienes se veían ante una
    maraña de productos de hardware y software que les eran desconocidos.

    Después de que explotó la
    burbuja de Internet, el poder en el mercado tecnológico pasó
    a manos de las empresas. Y hoy, las compañías compradoras
    exigen que la tecnología sea más sencilla y más barata.

    En consecuencia, las fusiones anunciadas
    en las últimas semanas obedecen a la necesidad de recortar costos
    y armar paquetes completos de productos para vender a las empresas.

    Al comprar PeopleSoft, Oracle quiere incorporar
    más software empresario del tipo que usan las empresas para manejar
    sus finanzas, recursos humanos y relaciones con los clientes.

    Symantec, fabricante de software de seguridad
    y mantenimiento, quiere incorporar la oferta de Veritas (almacenamiento
    de información) al paquete de productos que vende a las empresas.

    “Las nuevas reglas de supervivencia en
    el negocio del software empresario”, según Lawrence J. Ellison,
    fundador y CEO de Oracle, “dictan que las empresas deben ser capaces de
    mejorar sostenidamente sus productos y sus costos. Para eso, hace falta
    tamaño y escala”. De ahí las fusiones.

     

    Serios problemas para la industria
    farmacéutica

    Con diferencia de horas, en diciembre
    Pfizer anunció que había descubierto mayor riesgo de problemas
    cardíacos en personas medicadas con su calmante Celebrex; AstraZeneca
    informó que Iressa, una droga para el cáncer de pulmón,
    no prolonga la vida como se pensaba; y Eli Lilly advirtió que Strattera,
    una para desórdenes de la atención, había dañado
    el hígado de por lo menos dos pacientes.

    Los inversores castigaron a las tres empresas:
    las acciones de Pfizer cayeron 11%, las de AstraZeneca 7,7% y las de Eli,
    2,4%.

    Ninguna gran farmoquímica está
    exenta del problema. El número de nuevas drogas aprobado por la
    Food and Drug Administration se redujo notablemente desde mediados de
    los ’90 (de 53 en 1996 a 21 en 2003) aunque el negocio casi duplicó
    su gasto anual en desarrollo de productos.

    Para colmo, como muchas de las drogas
    que ya están en el mercado dan resultados razonablemente buenos,
    la valla que deben superar las nuevas terapias es alta, especialmente
    porque muchas son muy caras.

    La industria farmacéutica parece
    tener dificultad para descubrir nuevos medicamentos.

    Mientras los ejecutivos del sector insisten
    en que el negocio está en buena forma y que las costosas investigaciones
    van a terminar dando frutos, por el momento procuran contrarrestar su
    incapacidad para crear nuevas drogas rentables con agresivas campañas
    para comercializar los medicamentos existentes a médicos y pacientes,
    imponer grandes aumentos de precios y hacer esfuerzos por extender las
    patentes sobre medicamentos existentes. Esas tácticas protegen
    sus intereses pero irritan a consumidores y gobiernos, causando reacción
    política en Estados Unidos y Europa.

    Si los laboratorios no pueden revertir
    la tendencia, los inversores seguramente van a exigirles que recorten
    el gasto en investigación. Los expertos advierten, sin embargo,
    que los descubrimientos en biomedicina van a generar una cantidad de nuevos
    productos. Pero hasta ahora, aunque los laboratorios han comprado licencias
    a varias empresas de biotecnología, han tenido poca suerte en ese
    sector.