Un gigante sudamericano, que ya es la tierra de hoy

Brasil fue percibido durante décadas como un país de enorme potencial pero con inmensas dificultades para concretarlas. La continuidad en la línea económica de los últimos gobiernos, y el nuevo contexto internacional con auge en los precios de las materias primas que exporta, han hecho la diferencia.

18 enero, 2011

<p><strong>El pasado reciente</strong><br />
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Por supuesto, analistas más afines a Zweig que a Thatcher o el FT encuentran que la renovada confianza  se vincula al ex presidente Luiz Inácio da Silva y ocho años de gestión heterodoxa y pragmática. En particular, respecto a mantener medidas de su antecesor Fernando Henrique Cardoso ajenas a la ideología de Lula y su gobierno. La clave fueron dos resultados: aproximadamente once millones de brasileños (sobre un total de 192 millones) ingresaron a la clase media en 2004/09 y, desde 1990, la pobreza se redujo a la mitad.<br />
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De una manera u otra, “el peso del país en política internacional es algo indiscutible”, admite Bethell. “Pero será interesante ver si la nueva presidente Dilma Rousseff mantiene las buenas relaciones con Irán o Venezuela, dos cucos esgrimidos por EE.UU. y Gran Bretaña, si bien no tanto por la Unión Europea o la propia Sudamérica. En diferente plano, cabe preguntarse qué perfil mostrará Brasil en la copa mundial de fútbol (2014) y los juegos olímpicos de 2016”.<br />
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En la visión conservadora, se subraya la persistencia de un sector público ineficaz –federal, pero ante todo estadual- cuya burocracia traba todo tipo de negocios, aun contra las necesidades del gobierno nacional o de los locales. Según el último “informe sobre negocios” (lleva el sello del Banco Mundial, pero lo confecciona el sector privado occidental), Brasil se ubica en el 129º lugar, o sea peor que Nigeria. Naturalmente, el gobierno de Brasilia y muchos países en desarrollo no lo toman en serio <br />
Sea como fuere, Rousseff afronta algunos problemas difíciles, entre los cuales destaca el tipo de cambio. El año arranca con el real a 1,65 por dólar, precio no alcanzado desde septiembre de 2008, durante el cénit de crisis sistémica. “Un dólar en ese nivel perjudica nuestras exportaciones y es una luz amarilla”, sostuvo 4 el titular económico Guido Mantega. Precisamente este tema está generando los primeros roces en la coalición de gobierno.</p>

<p>Los intensos v&iacute;nculos comerciales con China, su alineamiento en los Bric (Brasil, Rusia, India y China) que ha creado un nuevo foco de poder mundial, y su buen manejo de los mercados financieros, ha encumbrado el pa&iacute;s en el exclusivo club de los emergentes.<br />
Lo cierto es que hasta muchos analistas conservadores admiten que el pa&iacute;s se cre&iacute;a destinado a cosas grandes ya tras separarse de Portugal y constituirse en imperio (1822). No faltaron, en el exterior, quienes sostuvieran la noci&oacute;n en docenas de libros. Quiz&aacute; el m&aacute;s conocido y brillante fue <em>Brasil, tierra del futuro</em>, publicado en 1941 por el austr&iacute;aco Stefan Zweig.<br />
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No obstante, durante mucho tiempo y como otros pa&iacute;ses de tama&ntilde;o continental, estilo Rusia o China, Brasil miraba para adentro. Se dedicaba a su propio desarrollo y descuidaba al resto del mundo, un pecado para la concepci&oacute;n habitual de las econom&iacute;as centrales. Precisamente, uno de sus adalides, la ex primera ministra Margaret Thatcher, qued&oacute; muda de asombro en 2002, al contemplar desde el aire San Pablo y su bosque de rascacielos. Ese mismo a&ntilde;o, el gigante pasaba a observador en el grupo de los 8.<br />
Por cierto, Leslie Bethell (historiador brit&aacute;nico especializado en Latinoam&eacute;rica), dice&nbsp; &ldquo;reci&eacute;n en los &uacute;ltimos veinte o veinticinco a&ntilde;os, Brasil empez&oacute; a influir en cuestiones regionales y mundiales proporcionalmente al tama&ntilde;o geopol&iacute;tico, recursos naturales, peso econ&oacute;mico y financiero. El fen&oacute;meno refleja algo nuevo en su historia: estabilidad&rdquo;.<br />
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Por ejemplo, empresas otrora remisas a aventurarse en el exterior van cambiando de perfil. As&iacute;, Vale do rio D&ocirc;ce &ndash;la mayor productora mundial de hierro- se qued&oacute; en 2009 con una de las minas m&aacute;s grandes que subsist&iacute;an. JBS, primer grupo frigor&iacute;fico internacional, tom&oacute; la procesadora de pollos tejana Pilgrim&rsquo;s Pride. Casi al mismo tiempo, la sider&uacute;rgica Geradu compr&oacute; por US$ 1.600 millones su propia subsidiaria en Estados Unidos. <br />
En materia financiera, Banco do Brasil &ndash;l&iacute;der sudamericano en el sector- comenz&oacute; a expandirse afuera. No para de acumular activos, b&aacute;sicamente para respaldar firmas locales en sus proyectos orientados al exterior. Por ejemplo, adquiriendo por US$ 740 millones el control del argentino Banco Patagonia.<br />
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Por otra parte, se&ntilde;ala Bethell, &ldquo;las compa&ntilde;&iacute;as extranjeras se vuelcan a Brasil no s&oacute;lo por el mero volumen del mercado interno. Tambi&eacute;n lo ven como plataforma hacia los vecinos hispan&oacute;fonos, dada la extrema afinidad entre castellano y portugu&eacute;s&rdquo;. Tambi&eacute;n &Aacute;frica subsahariana es un campo donde el portugu&eacute;s (virtual <em>lingua franca</em> en Angola, Mozambique, Cabo Verde, Guinea-Biss&aacute;u) juega con claras ventajas. Bastan dos casos ilustrativos: el centro t&eacute;cnico de General Motors &ndash;dise&ntilde;a veh&iacute;culos aptos para mercados emergentes- y la f&aacute;brica Fiat, segunda en el mundo.<br />
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