<p>En aquellos días de 1978, China salía de de la Revolución Cultural, increíble génesis del gran cambio lanzado entonces sin que muchos se dieran cuenta, especialmente en la vecina Unión Soviética. Por el contrario, los japoneses –repletos de dinero, aunque no tanto como Beijing hoy- se compraban símbolos como el Rockefeller Center o los estudios Columbia. En ese momento, los chinos iniciaban una vasta reforma agraria. Lo que sí se conmemora este año es la revolución del 10 de octubre de 1911 o sea el fin del imperio manchú a manos de Sun Yat-sen.<br />
<br />
Yendo a otra historia, la revolución industrial Meiji (1873 en adelante) convertía a Japón en la única economía no occidental que figuraba entre las potencias al empezar el siglo XX. En esos tiempos, sus economistas desarrollaban una “teoría de la modernización” propia. Básicamente, consistía en estudiar las fuerzas que le permitían a un país transformarse en un actor proactivo del elenco universal. Japón era un ejemplo dinámico, en tanto China lo era de la pasividad.<br />
<br />
A diferencia de India, el sudeste asiático (salvo Tailandia), Levante y casi toda África, China no fue colonizada en el estricto sentido del término. Más vale, según definición de Sun Yat-sen, el imperio manchú era “multicolonia” sin una metrópoli directa a la manera de Indonesia (Holanda), Indochina occidental (Birmania, o sea Gran Bretaña), Indochina oriental (Francia) y Filipinas (Estados Unidos). En rigor, todas las potencias imperialistas, Japón en particular (Taiwán, Corea y Manchuria de 1895 a 1932, ejercían facultades de explotación colonial en toda China costera.<br />
<br />
Mientras el mundo cambiaba velozmente, la corte de la emperatriz viuda se abroquelaba y ni siquiera podía domeñar a los señores de la guerra que proliferaban desde mediados del siglo XIX. En vívido contraste con Tokio, Beijing rechazaba toda señal de modernización y sufría humillación tras humillación. <br />
Durante el lapso 1911/49, 38 años, invasiones japonesas y rusas, guerras civiles en cadena, corrupción endémica, etc., castigaban al inmenso país. En 1949/77, bajo Mao Zedong, el país recobró la soberanía y los resortes del poder, pero quedó parcialmente aislada de Occidente. Pero la “segunda revolución”, a partir de 1978, fue cambiando drásticamente cosas y, en este momento China ostenta el segundo producto bruto interno en el mundo.</p>
<p> </p>
¿Tiene China realmente 100 años de modernidad?
Nadie soñaba con la carrera del gigante desde 1978. Entonces, el mundo se dedicaba a Alemania, primero, y después a Japón. Así señala Jean-Pierre Lehmann (Internet Money Database, IMD) recordando el centenario de la frustránea revolución de 1911.