Noruega, el modelo exitoso al que todos miran ahora

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En octubre pasado, mientras la crisis financiera norteamericana invadía Europa occidental, algunos anunciaban el fin de una larga experiencia socialdemócrata. Pero Kristin Halvorsen, ministra de hacienda, no cree en los mercados… aunque los aproveche.

En efecto, el gobierno reaccion&oacute; veloz y reactivamente. Mientras el p&aacute;nico internacional hac&iacute;a malvender acciones en todas partes, se autoriz&oacute; al fondo inversor soberano a destinar US$ 60.000 millones (23% del producto bruto interno) para lo contrario: comprar t&iacute;tulos.<br />
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Esa suma, por su parte, significaba un quinto de los US$ 300.000 millones acumulado por el fondo. &ldquo;Manejamos bastante bien los tiempos&rdquo;, se&ntilde;alaba Halvorsen aludiendo a la amplia reacci&oacute;n de los mercados operada a principios de marzo. Particularmente, los emergentes, ajenos a la crisis occidental. <br />
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Por otro lado, Noruega &ndash;el pa&iacute;s menos poblado de Escandinavia- era el &uacute;nico en su regi&oacute;n no castigado por ese fen&oacute;meno a&uacute;n en curso. Hasta en Londres admit&iacute;an que era la contracara de Islandia e Irlanda. Si bien Oslo no est&aacute; en la Uni&oacute;n Europea, tampoco lo estaba Reykjavik. <br />
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Apelando quiz&aacute;s a una tendencia vikinga &ndash;navegar contracorriente en aguas agitadas-, los noruegos se aferran al estado de bienestar que los suecos han abandonado en aras del mercado. Pero, mientras otros derrochaban, ellos ahorraban, o cuando sus vecinos disminu&iacute;an el papel del estado, ellos lo profundizaban. Durante a&ntilde;os, medios como el &ldquo;Financial Times&rdquo; o el &ldquo;Wall Street Journal&rdquo; anunciaban el colapso de ese &ldquo;modelo paternalista de la cuna a la tumba&rdquo;.<br />
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Sin embargo, en medio de las peores turbulencias occidentales desde la depresi&oacute;n norteamericana de 1933/7, el producto bruto interno noruego logr&oacute; subir casi 3%. En lo tocante al estado, obtuvo un super&aacute;vit fiscal de 11% en t&eacute;rminos de PBI y no tiene deuda externa. Por el contrario, Estados Unidos acumular&aacute; en el ejercicio 2008/9 un d&eacute;ficit de 12,9% (seg&uacute;n igual par&aacute;metro) y una deuda p&uacute;blica de US$ 11 billones, o sea 65% del PBI. <br />
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Los 4.800.000 habitantes de los fiordos gozan, s&iacute;, de una ventaja estrat&eacute;gica: su pa&iacute;s de 325.000 km2 (poco m&aacute;s que la provincia de Buenos Aires) es el tercer exportador mundial de petr&oacute;leo crudo. En 2008, a&ntilde;o que marc&oacute; el pico de precios en Londres &ndash;US$ 147,50 el barril-, sus ingresos en ese rubro alcanzaron US$ 68.000 millones. Esto es, 14.165 &ldquo;<em>per caput</em>&rdquo;. Desde ese momento, cedieron, pero eso no desvela a Halvorsen, pues Noriega no ha ca&iacute;do en las trampas habituales de sus colegas exportadores. <br />
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En vez de gastar alegremente sus riquezas, dictaba leyes para que los ingresos petroleros se depositasen en el fondo soberano. A su vez, &eacute;ste los colocaba alrededor del planeta. Hoy esa cartera est&aacute; a punto de convertirse en la mayor del mundo, pese a haber perdido 20% en 2008. Naturalmente, Noruega carece de jeques pase&aacute;ndose en Cadillac de oro ni levantando hoteles de siete estrellas. Tampoco, claro, arriesga ceses de pagos como el de Abu Dhabi.<br />
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Obviamente, la frugalidad vikinga pone en evidencia los excesos de Gran Breta&ntilde;a, cultora del mercado especulativo que derroch&oacute; los ingresos de los crudos n&oacute;rdicos &ndash;y m&aacute;s- a&ntilde;o tras a&ntilde;o. Por ejemplo, el gasto p&uacute;blico pas&oacute; de 42 a 47% del PBI entre 2003 y 2008, en tanto Noruega bajaba de 48 a 40%.<br />
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&ldquo;Norteamericanos y brit&aacute;nicos no tienen sensaci&oacute;n de culpa&rdquo;, afirma Anders Aslund, experto en Escandinavia que asesora al instituto Peterson para econom&iacute;a internacional. &ldquo;Pero los noruegos son muy virtuosos en la materia. Si embolsan fondos, se sienten responsables y creen que malgastarlos ya es robar a generaciones futuras&rdquo;. <br />
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El analista atribuye esta actitud a la iconoclasia nacional. &ldquo;Hombre fuerte es quien se yergue solo ante el mundo&rdquo;, sostiene Henrik Ibsen en &ldquo;Peer Gynt&rdquo;. Pero Islandia deber&iacute;a ser tan vikinga o ibseniana como Noruega y, no obstante, se port&oacute; como la desaprensiva Irlanda.<br />
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Por supuesto, el petr&oacute;leo ayud&oacute; mucho al &ldquo;<em>ethos</em>&rdquo; noruego. Gracias a esos ingresos, el PBI por habitante concluy&oacute; 2008 en US$ 52.000 y s&oacute;lo lo supera Luxemburgo, un centro financiera &ldquo;<em>off shore</em>&rdquo; donde viven apenas 600.000. En otro plano, si bien los precios inmobiliarios se triplicaron en 2000/8, no hubo un colapso y, luego de retroceder 15% en enero-marzo, se mantienen sostenidos.<br />
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Los bancos permanecen en general l&iacute;quidos y sus pol&iacute;ticas de cr&eacute;dito son prudentes. Representan apenas 2% del PBI y, gracias a una estrecha supervisi&oacute;n gubernamental sobre sus pr&aacute;cticas financieras, han evitado los desastres de Gran Breta&ntilde;a, Islandia, Irlanda o Estonia, Pero, por otro lado, no han dejado de prestar a individuos y empresas.<br />
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Este panorama no evita que la oposici&oacute;n conservadora sostenga que petr&oacute;leo y estado de bienestar est&aacute;n corrompiendo el esp&iacute;ritu nacional. As&iacute;, hace poco tuvo desmedida difusi&oacute;n un estudio originado en Londres, seg&uacute;n el cual los noruegos trabajan menos horas que el resto de las democracias industriales. Por tanto, &ldquo;el estado de bienestar fomenta el ocio&rdquo;.<br />
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Por ende, la &rdquo;ilusi&oacute;n de prosperidad acabar&aacute; esfum&aacute;ndose&rdquo;. Pero ese horizonte parece remoto. Mientras tanto, no hay contaminaci&oacute;n, sobra el trabajo y el estado de bienestar es omnipresente, aun en los estratos m&aacute;s pobres o marginales. A juicio de Halvorsen, &ldquo;aun los factores negativos empalidecen ante las pesadillas econ&oacute;micas y financieras padecidas en el resto de occidente&rdquo;.

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