El Instituto de Política Económica (IPCExt) informó que los términos de intercambio mejoraron 6,3% interanual en el tercer trimestre de 2025, alcanzando el nivel más alto en más de una década. El indicador, que mide la relación entre los precios de exportación y los de importación, registró así su quinta suba consecutiva desde mediados de 2024.
La mejora responde a un aumento sostenido en los precios internacionales de los productos agroindustriales, junto con una caída de las cotizaciones de los bienes energéticos importados, en particular del gas natural y los derivados del petróleo. Este movimiento simultáneo elevó el poder de compra externo del país y reforzó el superávit comercial, que en los primeros nueve meses del año acumuló US$ 14.200 millones, según datos oficiales.
Un fenómeno con raíces históricas
La evolución favorable de los términos de intercambio no es nueva en la historia económica argentina. Desde comienzos del siglo XX, la economía local ha experimentado ciclos recurrentes de mejora y deterioro en la relación de precios externos. Durante los años de auge agrícola, como en la década de 1920 o en el llamado “boom de las commodities” de 2003-2011, los altos precios de las exportaciones generaron excedentes comerciales y fiscales.
En los últimos años, la tendencia volvió a tornarse positiva. Desde 2023, el índice comenzó a recuperarse tras una etapa de deterioro marcada por la suba del costo energético y la sequía de 2022. La normalización del ciclo climático, la expansión de la cosecha y el ingreso de nuevos complejos exportadores —litio, proteínas y economía del conocimiento— configuraron un escenario distinto.
“Estamos observando una mejora estructural en la composición del comercio exterior, con mayor diversificación de productos y destinos”, señaló el IPCExt en su informe, destacando el papel de las exportaciones de servicios y de la industria alimentaria de alto valor agregado.
Exportaciones en alza
Entre enero y septiembre de 2025, las exportaciones aumentaron 9,2% interanual y totalizaron US$ 64.500 millones. El crecimiento se explicó principalmente por el salto de 18% en las ventas del complejo sojero, favorecido por mejores rindes y precios internacionales, y por la expansión del sector energético, que registró envíos récord de petróleo y gas de Vaca Muerta.
También se observó una recuperación en las exportaciones industriales, en especial en automotrices (+7,5%) y maquinaria agrícola (+6,8%), impulsadas por la demanda regional. Brasil continuó siendo el principal socio comercial, seguido por China y la Unión Europea.
Según el organismo, el desempeño exportador fue reforzado por el “efecto cantidad” —un aumento real de los volúmenes despachados— más que por el incremento de precios, lo que sugiere una recuperación de la capacidad productiva y logística tras la pandemia y los años de restricciones cambiarias.
La caída de las importaciones
En contrapartida, las importaciones se redujeron 12,4% en los primeros nueve meses de 2025, alcanzando US$ 50.300 millones. La baja se concentró en los rubros energía (-22%), bienes de capital (-10%) y vehículos (-8%).
La retracción de las compras externas tiene múltiples causas. Por un lado, la estabilidad del precio internacional del petróleo y el aumento de la producción local redujeron las necesidades de importación energética. Por otro, la menor actividad industrial y el endurecimiento del acceso al mercado cambiario limitaron la adquisición de insumos y maquinarias.
El informe del IPCExt advierte, no obstante, que parte de la contracción responde a factores coyunturales. “Si bien la balanza comercial muestra un saldo positivo récord, la desaceleración de la inversión importadora podría afectar el potencial de crecimiento futuro”, sostiene el documento.
Impacto sobre la balanza de pagos
El resultado combinado de mayores exportaciones y menores importaciones derivó en un superávit comercial del 3,8% del PIB, el más alto desde 2010. Esto contribuyó a fortalecer la posición externa del país, aliviando las presiones sobre el tipo de cambio y mejorando las reservas internacionales del Banco Central.
Sin embargo, el informe subraya que el efecto sobre la balanza de pagos no es homogéneo. Las salidas por servicios —especialmente viajes, fletes y pagos por software— continúan en ascenso, lo que modera el impacto neto positivo del intercambio de bienes.
Aun así, el balance global sigue favorable. El tipo de cambio real multilateral se mantiene competitivo en términos históricos, lo que, combinado con la mejora de los precios relativos, refuerza la capacidad de generación de divisas del país.
Qué implica la mejora de los términos de intercambio
En términos macroeconómicos, la mejora de los términos de intercambio significa que el país puede importar más bienes y servicios por la misma cantidad de exportaciones, o bien, que necesita exportar menos para financiar un mismo volumen de importaciones.
Este fenómeno incrementa el ingreso nacional disponible y reduce la presión sobre la cuenta corriente, otorgando mayor margen de maniobra a la política económica.
Según el IPCExt, “cada punto de mejora en el índice de términos de intercambio equivale a un ingreso adicional de divisas del orden de US$ 700 millones anuales”, aunque su sostenibilidad depende de factores externos, como la evolución de los precios internacionales de los alimentos y la energía.
Perspectivas
De acuerdo con las proyecciones del instituto, el comercio exterior mantendrá una trayectoria superavitaria en 2026, con un crecimiento moderado de las exportaciones y una recuperación gradual de las importaciones.
El escenario base contempla un aumento del 5% en las ventas externas de bienes agroindustriales y una expansión del 10% en el rubro energía, mientras que las compras externas crecerían 4% por la reactivación de la inversión y el consumo.
En perspectiva histórica, el actual ciclo de mejora de los términos de intercambio aparece como uno de los más prolongados desde 2003, aunque con una composición más equilibrada entre sectores primarios e industriales.












