La transición y el hidrógeno como protagonista del futuro

Quienes están al frente de Gobiernos y empresas deben involucrarse y liderar esta transición energética, con un enfoque pragmático, pero sin perder sentido de urgencia.

11 noviembre, 2020

Por: Javier Pastorino*

Pese a que el mundo, la región y el país ingresaron en una transición energética, la temperatura promedio del planeta duplica aún a la de la era preindustrial, con la demanda de electricidad en aumento, ¿qué medidas de corto y mediano plazo deberían ser adoptadas en plena pandemia?

Considero que el momento es oportuno para que cada país incluya una estrategia de transición energética ambiciosa en sus planes gubernamentales de estímulo post pandemia, la cual debería dar respuesta a una “simple” pregunta: ¿cómo satisfacer la creciente demanda energética, cuidando el medio ambiente y de manera económicamente viable?

Claro que cuando hablamos de un proceso de transición energética, debemos tener presente que cada país parte de una realidad distinta, no solo en lo que respecta a su matriz energética y recursos naturales, sino además en lo relativo a aspectos culturales, madurez política y solidez económica, por citar solo algunos aspectos relevantes.

Y por ello también debe aceptarse que no hay una única hoja de ruta ni un mismo cronograma para todos los países en su camino hacia la descarbonización. Sociedades como la alemana, por ejemplo, tienen una histórica cultura hacia la protección del medio ambiente, una legislación moderna en esa materia y una fortaleza económica que les permite encarar iniciativas ambiciosas, como la “Energiewende” hace tiempo atrás, o la más reciente estrategia nacional del hidrógeno, a la que ese Gobierno destinará más de US$ 10.000 millones en los próximos años.

4 ejes prioritarios

Desde Siemens Energy creemos que, asumiendo un rol de liderazgo, se pueden lograr avances significativos en dirección hacia la descarbonización, si se trabaja decididamente sobre al menos estos 4 ejes prioritarios:

  • Rediseñar integralmente el sistema, orientándolo hacia una mayor electrificación de los consumidores, sean ellos industrias, edificios, transportes u hogares, para lograr una real optimización del sistema energético como un todo y sentar las bases para una sostenida minimización de las emisiones de CO2.

En paralelo, hay mucho espacio de mejora en materia de e‑ciencia energética, ya que la realidad actual muestra importantes ineficiencias en todos esos ámbitos, público y privado, industria, transporte y hogares. La implementación de políticas de incentivo junto a tecnologías modernas (y accesibles) ofrece un enorme potencial de mejora en este campo y ello es el eslabón inicial hacia la descarbonización.

  • Aceptar que el proceso de descarbonización requiere de una visión pragmática para encarar pasos intermedios, y su velocidad de implementación dependerá del punto de partida de cada país. Un ejemplo es la conversión de plantas de carbón, diésel y/o obsoletas hacia nuevas de gas en ciclo combinado, con la capacidad y flexibilidad necesarias para compensar la aleatoria falta de sol y vientos.

Si bien este camino puede para algunos no sonar suficientemente ambicioso en términos ecológicos, representaría un beneficio enorme e inmediato para el medio ambiente, y además estas turbinas podrán funcionar el día de mañana con hidrógeno verde, garantizando también la sostenibilidad económica de la inversión.

  • Ampliar y modernizar las redes eléctricas, como condición para una transición energética que integre la creciente disponibilidad de energías renovables. Las redes eléctricas deberán ser más inteligentes y procesar crecientes cantidades de información digital en tiempo real, para poder gestionar y garantizar la estabilidad de un entramado cada vez más dinámico, el cual incorporará fuentes renovables a gran escala y a miles de pequeños productores distribuidos que conformarán una compleja red matricial bidireccional.

Las redes son la columna vertebral de los sistemas de energía eléctrica y como tales deben incorporar mucha inteligencia y paulatinamente capacidad de almacenamiento, para ser confiables, eficientes y resilientes.

  • Promocionar el desarrollo de una economía basada en el hidrógeno, como lo hace el gobierno alemán con su Estrategia Nacional del Hidrógeno. Claramente este elemento, generado sin emisiones de CO2, ofrece un gran potencial como fuente de energía y a la vez como medio de almacenamiento, permitiendo una ideal complementación con las energías renovables. Alemania aplica la Estrategia Nacional del Hidrógeno, con normativas de descarbonización del transporte y mejora de la calidad del aire, ya que importa más de la mitad de su consumo primario de energía, ¿sería ésta una fuente alternativa a explorar en la región para teñirla de verde?

Alemania importa hoy más de la mitad de su consumo primario de energía, y a pesar de su gran desarrollo en renovables, ellos no podrían cubrir toda la demanda eléctrica. Una alternativa hacia una mayor descarbonización sería que este país europeo importe a futuro hidrógeno de países que puedan generarlo de manera limpia, y en este modelo es donde veo un gran potencial para países como Argentina, y en general para nuestra región.

(*) Managing Director de Siemens Energy

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