La economía argentina pensada a largo plazo

El modelo económico está agotado y se espera hasta 2015 una tasa de crecimiento que converge a cero sin riesgos de crisis severa. A partir de 2016 se presenta un escenario favorable dado el contexto internacional en recuperación, la dinámica vigorosa del área Asia-Pacífico, la racionalidad de las políticas públicas de la región y el buen precio de commodities.

15 octubre, 2013

Por Eduardo Fracchia (*)

Estamos por cumplir 30 años de democracia y el balance económico social no es alentador a pesar de los avances objetivos que se han conseguido. La democracia no ha sido hasta ahora un pasaporte a la prosperidad material. En particular desde el pico de la expansión económica de la convertibilidad (1998) se ha avanzado relativamente poco en los años del kirchnerismo en cuanto a nivel de actividad y hemos retrocedido en un área clave: la inflación está instalada en 25%.
Para salir de la discusión de corto plazo y mirar a largo plazo se presenta un conjunto de factores para impulsar el desarrollo. No pretenden ni mucho menos completar la agenda pendiente. Es incómodo plantear, una vez más, ideas que están muy trilladas. Son problemas sobrediagnosticados para revertir el esquema populista vigente.
El primer punto es organizar una macroeconomía sólida en sus fundamentals que debería revertir la situación de retraso cambiario, distorsión de precios relativos, inflación, subsidios, déficit fiscal y déficit de cuenta corriente. En esta dimensión macro es clave un Banco Central independiente y con firme vocación estabilizadora. 
El país está cerrado, falta mayor inserción internacional. La Argentina exporta solo 0,4% del total del mundo y debería aspirar en 2025 a 1% del market share global. Esto supone crecer en otros complejos que complementan los de mayor participación (oleaginosas, automotor y turismo). 
La Argentina tiene en Vaca Muerta una oportunidad única de convertirse en un exportador neto de energía. El proyecto de shale oil y shale gas es ambicioso y requiere mucho capital privado para su desarrollo.
En cuanto a la estructura productiva pareciera que los grupos económicos deberían tener un mayor protagonismo. En esta década ha habido poco crecimiento de los más tradicionales, con contadas excepciones, y no han surgido grupos nuevos relevantes y los que aparecieron no tienen inserción externa. Es clave, como señala Asuman, que los conglomerados funcionen.

Nueva vida al Mercosur
Hay que revitalizar el Mercosur que está transitando desde hace años un período de debilidad institucional con reconocidas asimetrías macroeconómicas. Es un espacio estratégico para avanzar en la integración de otros países de la región. El dinamismo de Brasil, líder de Latinoamérica indiscutido, anima a concretar avances que profundicen la unión aduanera.
Para que la economía se consolide en mayores niveles de competitividad es crucial una reforma tributaria integral. Existen impuestos distorsivos dentro de un régimen regresivo. La principal asignatura pendiente en el área fiscal es plantear una nueva ley de coparticipación con genuino espíritu federal que impulse las economías regionales.
Quizás donde la evaluación de tres décadas de democracia sea más crítica es que tenemos 25% de los hogares en situación de pobreza. La distribución del ingreso se ha latinoamericanizado y podría mejorar si la educación asegurase mayor empleabilidad. Es sabido que la prueba PISA (test universal muy reconocido en educación) arroja resultados pobres para nuestro país en las últimas mediciones. Este punto es clave en la sociedad del conocimiento. Nuestro país, líder en educación hasta los años 60, ha visto deteriorarse su calidad de modo significativo.
El problema principal del país es político. La economía se subordina a la política. Es clave que el sistema de partidos se normalice y que mejoren las instituciones como plantea, de modo crítico hacia nuestro país, el informe de competitividad del WEF. Podemos dejar de ser un país emergente en 2020 si mejoramos la competitividad, que es la meta que se ha puesto Chile.
Las reformas de los 90 fueron inconclusas y a veces erróneas. En esta década el modelo apostó al mercado interno y rentístico más afín a lo instrumentado en el primer peronismo. Debe volver la vocación por reformas de fondo.
Es clave recuperar un ambiente que genere reglas de juego claras con un mayor protagonismo del mercado en un ambiente de búsqueda sistemática del consenso de los diversos actores del sistema productivo.

(*) Eduardo Fracchia es director del área Economía de IAE Business School.

Compartir:
Notas Relacionadas

Suscripción Digital

Suscríbase a Mercado y reciba todos los meses la mas completa información sobre Economía, Negocios, Tecnología, Managment y más.

Suscribirse Archivo Ver todos los planes

Newsletter


Reciba todas las novedades de la Revista Mercado en su email.

Reciba todas las novedades