Fuerte reclamo para diferenciar el rol del CEO y el del chairman

Hay consenso en que es un principio de sana gobernanza de las empresas. La alta gerencia debe estar a cargo del CEO, director general, gerente general. Pero no es conveniente que sea a la vez presidente del directorio. Sin embargo, la realidad es muy distinta y en muchas empresas se confunden ambos papeles, que terminan unificados en la misma persona.

29 febrero, 2016

Todo lo contrario de lo indicado por las buenas prácticas (ver Mercado de noviembre 2015, página 34 -¿Sirven los directorios?). El debate ha ido iniciado por un actor de primera magnitud y va especialmente contra los grandes bancos estadounidenses.

Las circunstancias en que se plantea esta discusión son más que especiales, por varias circunstancias.

Primera: las turbulencias financieras que conmueven los mercados bursátiles de todo el mundo, como onda expansiva de lo ocurrido primero en las Bolsas chinas y asiáticas.

Segunda: predicciones de escaso crecimiento y deflación en buena parte de la economía del planeta, lo que hace temer por la aparición de una recesión tan importante como la de 2008.

Tercera: la caída en el precio de los productos básicos, pero especialmente en el caso del petróleo. Hace poco más de un año costaba US$ 120 el barril de crudo; al cierre de esta edición cotizaba a US$ 26 el barril y había pronósticos agoreros de que podía llegar a US$ 20.

Este nuevo escenario que puede persistir este año y el que viene, por lo menos, implica beneficios a los países consumidores, y pérdidas y problemas serios a los productores.

Entre estos últimos hay dos categorías: los previsores, que acumularon reservas; y los pródigos que gastaron o desperdiciaron todo lo que les ingresó.

Durante las épocas gloriosas de los años 70 y 80, el ingreso extra de los países productores fue tan excepcional que algunos de ellos, previsores, formaron Fondos soberanos donde se acumularon recursos extraordinarios para cuando llegaran los tiempos de “las vacas flacas”. Arabia Saudita y otros países árabes organizaron estas instituciones que se dedicaron a invertir racionalmente por todo el mundo, y a las que ahora recurren para equilibrar presupuestos deficitarios.

 

Del bajo perfil, al primer plano

 

En Occidente un precursor exitoso de este tipo de Fondo fue el que organizó Noruega cuando se comenzaron a explotar las riquezas petroleras del Mar del Norte. Al principio se le llamó simplemente “el Fondo del Petróleo”. Pero en 2006 se le cambió el nombre y pasó a ser “el Fondo de Pensiones del Gobierno”, lo que revela su verdadero destino: atender las jubilaciones del futuro cuando esa riqueza se haya acabado.

El Fondo maneja recursos por US$ 810 mil millones. Es uno de los diez primeros inversionistas en casi todos los grandes bancos estadounidenses. La diversificación de su cartera es de tal magnitud, que posee –como promedio- 1,3% en todas las empresas que cotizan en la Bolsa en todo el mundo.

La advertencia pública de sus autoridades ha sido muy clara: basta con la práctica de combinar los roles de CEO y chairman. Aunque el proceso insuma una generación –advierte- debe avanzarse en este camino que ya no es sostenible.

Durante el año pasado utilizó – sin éxito- su participación de 0,8% en el JP Morgan y en el Bank of America para votar en contra de ese rol compartido. Del mismo modo lo hizo con su 0,4% para votar en el mismo sentido en la asamblea de Goldman Sachs. Su tesis es que esta política conspira contra la inversión de largo plazo y aumenta la fricción con los accionistas.

No solamente en los bancos. En General Electric votó en contra de que Jeff Immelt ocupara ambas posiciones. Lo mismo hizo en Exxon Mobil. Lo cierto que los pequeños inversionistas están comenzando a imitar la política de los noruegos. Otros fondos de inversión soberanos se aprestan a insistir en los mismos criterios.

El Fondo noruego vendió el año pasado su participación en 73 empresas por razones ambientales, y está discutiendo con otros directorios la modificación de políticas de gobierno corporativo.

Productores que la pasan muy mal

 

Los países productores de petróleo están sometidos a fuerte presión financiera en la proporción en que dependen de sus ingresos en petróleo y gas, tanto por la incidencia del valor de sus exportaciones como por el aporte al presupuesto nacional.

Los que más sufren son los productores extra Opep y no diversificados (como ocurre en los casos de Venezuela e incluso de Rusia). Los países de Opep sufren menos -aun cuando hay excepciones, como lo acaba de demostrar Nigeria- porque en épocas de bonanza acumularon fondos de reserva.

Los países con situación más comprometida recurrieron a una batería de medidas: importan menos mercaderías, redujeron el gasto público, echaron mano a las reservas internacionales de divisas, y tomaron ?los que pudieron- deuda externa.

Pero se están aproximando al límite de lo que se puede hacer antes de que se agoten estas medidas económicas. Hay algunos elementos a tomar en cuenta porque pueden empeorar la situación.

Menores ingresos y peor calificación crediticia hacen que las empresas petroleras estatales vean afectada su capacidad para cumplir las metas locales y para competir internacionalmente.

Los gobiernos buscan maximizar inversiones e ingresos en el campo petrolero. Pero la habilidad de lograrlo en la extracción reside en la madurez de los activos del país -pozos con mucho o poco petróleo por extraer- , en el esquema de inversión existente y en la naturaleza de la competencia en el campo upstream.

Lo más importante es que se está comprometiendo el futuro. Se han suspendido, demorado o recortados importantes inversiones en el sector de las que sirven solamente para mantener a la industria en plena capacidad. Dicho de otro modo, la producción puede reducirse significativamente.

En el mediano plazo, los expertos analistas pronostican que un menor precio ambiental resultará en cambios favorables para los inversionistas.

Para colmo, ahora Irán complica el escenario petrolero. La buena noticia es que finalmente se levantaron las sanciones contra Teherán por la cuestión nuclear. La mala es que, desde ahora, el país puede exportar –de aquí hasta fin de año- un millón de barriles de crudo, lo que puede hacer caer más los precios.

La Agencia Internacional de Energía advirtió que el mundo puede ahogarse en petróleo. Inversiones por centenares de millones de dólares fueron suspendidas en los últimos meses. Shell advirtió una caída en el dividendo que pagarán sus acciones por peores resultados que el año anterior.

El descenso en el precio de las commodities, pero el del petróleo en especial, hace tambalear los mercados bursátiles de todo el mundo. La fuga de capitales de países emergentes ascendió a US$ 735 mil millones (según el Instituto Financiero Internacional), de los cuales 90% provienen de China.

 

En medio, una crisis financiera

 

La desesperación por eludir la conmoción financiera global y los malos pronósticos sobre el crecimiento en este año, ha logrado que algunas economías como la de Suecia –por ejemplo- establezcan tasas de interés negativas para los bancos, con sus consiguientes efectos sobre la economía en general.

Ya está claro que el proceso de aumento de las tasas de interés en Estados Unidos –un magro 0,25% a fin del año pasado- ha sido congelado por largo rato. Ni hablar en Europa o Japón.

Durante los últimos meses de 2015, menudearon las malas noticias sobre las empresas tecnológicas, hasta entonces favoritas de los inversionistas. Y no solamente los “unicornios” (start-ups valuadas por encima de US$ 1.000 millones). También las marcas famosas como Facebook, LinkedIn, Apple e incluso IBM.

Pero al comenzar el año se percibió que el problema era más extenso y grave. No solo las tecnológicas. Dos tercios de las grandes empresas estadounidenses en todo tipo de industrias y servicios, informaron resultados pocos satisfactorios para el último trimestre del año. Tanto las ventas como las utilidades cayeron por lo menos entre 3 y 4% con respecto al año anterior, para las firmas que revistan en el índice S&P 500.

En el campo energético, los bajos precios del petróleo hicieron estragos: 74% de caída en las ganancias, no solamente de los que extraen petróleo, sino también de los que le brindan todo tipo de servicios.

El fantasma de la Gran Recesión recorre todo el mundo. Descendieron las acciones de los bancos estadounidenses y europeos. Los costos de seguros por préstamos impagos están aumentando velozmente.

La ventaja es que –a diferencia de 2008/9- los bancos se han capitalizado por la presión de los organismos reguladores y están en mejores condiciones de manejar una crisis.

Pero la ansiedad persiste. El tema es la economía global. La desaceleración económica en China (además de las dudas sobre la calidad de sus estadísticas oficiales), el derrumbe en los precios de las materias primas, y sobre todo el escenario energético, realimentan los malos pronósticos.

 

 

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