Especulación financiera, ¿fin de la democracia?

Adam Haslett ofrece una lectura anticonvencional de un viejo problema, el estado nación, y su lucha secular contra los mercados especulativos. Lo hace en “Union Atlantic", libro publicado semanas atrás y todavía sin traducción castellana.

2 enero, 2012

<p>&ldquo;Al cumplirse el cuarto a&ntilde;o de la crisis sist&eacute;mica occidental, se torna m&aacute;s claro que el pacto pol&iacute;tico y econ&oacute;mico de la posguerra se halla en plena licuaci&oacute;n. Ya no cabe &ndash;apunta el ensayista- preguntarse cu&aacute;ndo la sociedad de estados nacionales volver&aacute; a la normalidad. Eso ya no suceder&aacute;&rdquo;.</p>
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<p>Tampoco puede determinarse cu&aacute;ndo terminar&aacute; la crisis que ahora golpea a la Eurozona. Probablemente, est&eacute; destinada a durar decenios y le cambie la vida a la mayor parte de la poblaci&oacute;n de modo m&aacute;s radical que el fin de la Guerra Fr&iacute;a o los atentados acaecidos en septiembre de 2001.<br />
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En los a&ntilde;os posteriores a la Segunda guerra mundial, todo se inici&oacute; con una ola de prosperidad, que empez&oacute; a agotarse en los sesenta a&ntilde;os posteriores a 1971 (fin del patr&oacute;n oro). Como se&ntilde;alaba Wolfgang Streeck (director gerente del instituto Max Planck), &ldquo;la desaceleraci&oacute;n del crecimiento ha sumido al sistema capitalista de cu&ntilde;o anglosaj&oacute;n en una serie de crisis. Entre ellas, la inflaci&oacute;n sist&eacute;mica, y su efecto principal, el desempleo estructural&rdquo;.<br />
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Haslett coincide y va m&aacute;s all&aacute;. &ldquo;Hacia fines de la d&eacute;cada &ndash;afirma-, se habr&aacute; superado la inflaci&oacute;n de los setenta y los gobiernos continuar&aacute;n imprimiendo moneda para estimular el consumo y sofrenar la desocupaci&oacute;n. Pero, entonces, esa misma inflaci&oacute;n habr&aacute; estrangulado las inversiones, lo cual fomentar&aacute; m&aacute;s desempleo&rdquo;.<br />
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Durante las d&eacute;cadas 1981/90, 1991/2000 y 2001/10, las potencias centrales fueron desregulando el negocio financiero, es decir la clave de la especulaci&oacute;n. En particular, Washington y su sat&eacute;lite Londres han dado carta blanca a bancos privados, bancas de inversi&oacute;n y fondos de cobertura (derivados) para crear complejos instrumentos de gesti&oacute;n.<br />
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En s&iacute;ntesis, &ldquo;los propios gobiernos han dejado de ser soberanos y permiten que el sistema financiero privado endeude cada a&ntilde;o m&aacute;s a los contribuyentes. Ir&oacute;nicamente, &eacute;stos acabar&aacute;n descubriendo una triste realidad: la democracia habr&aacute; quedado como reh&eacute;n del negocio financiero privado.</p>
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