viernes, 6 de diciembre de 2024

El petróleo más barato: quién gana y quién pierde

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Es interesante repasar las conclusiones de la OPEP (el club de casi todos los más grandes productores de petróleo en el mundo) sobre las consecuencias y efectos del pronunciado descenso en el precio del barril de crudo, que hasta hace seis meses rondaba los US$ 115 y ahora se sitúa en el límite de los US$ 80.

La tesis de la organización es que con este nuevo nivel de precios, muchos de los productores de shale oil & gas, entran en dificultades, ya que la explotación de los yacimientos dejaría de ser rentable. Argumento que no es compartido por los productores estadounidenses.

El pesimismo sobre el tiempo que durará este descenso, abarca a todo 2015, y muchos gobiernos están replanteando sus presupuestos. Algunos –los exportadores- tendrán menores ingresos. Otros, los consumidores, verán crecer ahorros importantes.

En cuanto a los niveles de producción, la misma OPEP cree que se mantendrá igual. No sería como antes, cuando ante una caída de los precios, Arabia Saudita y otros grandes productores reducían la extracción para moderar la caída de precios.

En verdad, no hay buenas explicaciones para la caída en el precio del petróleo. En Irak, los fundamentalistas avanzan sobre el control de áreas petroleras. Rusia profundiza su conflicto con Ucrania y Europa busca cómo liberarse de la dependencia que le impone la energía de Moscú. Hay serios disturbios en importantes productores como Libia, Nigeria y Siria.

Desde la perspectiva de los analistas, el principal favorecido es la economía mundial. Una reducción en el precio del barril, de esta magnitud, tendrá inexorablemente efecto positivo en el aumento del PBI global.

La mejor explicación sobre el descenso de precios lo atribuye a grandes cambios tanto en la oferta como en la demanda. En todo el planeta hay un descenso en la actividad económica. Europa, peleando por una recuperación que no llega, Japón que no logra salir de su estancamiento, China que ha reducido el crecimiento anual, los mercados emergentes en retroceso, y apenas Estados Unidos con mejor perspectiva. De modo que todo eso se traduce en menor demanda.

Pero también hubo cambios desde el lado de la oferta. En los dos últimos años, la producción global está aumentando a un ritmo de entre 1 y 2 millones de barriles diarios. En especial por el aporte estadounidense con sus nuevos yacimientos de shale. Hay diferentes magnitudes entre ganadores y perdedores por el nuevo escenario.

El cálculo es sencillo. El mundo produce apenas por encima de 90 millones de barriles diarios. Hace seis meses, a US$ 115 el barril, eso representaba US$ 3, 8 billones (millones de millones). Ahora, a US$ 85, la cifra se reduce a US$ 2,8 billones. Es decir, un billón menos que se transfiere de los productores a los consumidores

 

 

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