El futuro en los escenarios

Contarle a la gente, como ellos, de carne y hueso, de una manera que nunca se repetirá exactamente igual, una historia que los haga reír, llorar, pensar, descubrirse, por un breve instante, a sí mismos mejor y peor que lo sabido, experimentar algo que jamás sintieron antes y que recordarán. Eso ha querido, desde las primeras pantomimas, la gente de teatro. Por Aída Bortnik

28 mayo, 2010

<p>Expresarse, comunicarse, crear o recrear y compartir. Contarle a la gente, como ellos, de carne y hueso, de una manera que nunca se repetir&aacute; exactamente igual, una historia que los haga re&iacute;r, llorar, pensar, descubrirse, por un breve instante, a s&iacute; mismos mejor y peor que lo sabido, experimentar algo que jam&aacute;s sintieron antes y que recordar&aacute;n. Eso ha querido, desde las primeras pantomimas, la gente de teatro. Cualquier lugar puede transformarse en un escenario, todo lo dem&aacute;s en el mundo es platea.</p>
<p>Desde hace a&ntilde;os ya, viene acentu&aacute;ndose esta tendencia a ocupar espacios impensados. La gente joven arrasa con las dificultades y las convenciones y cree que inventa una nueva forma de hacer teatro. En todo caso, la reinventa. La criatura humana no ha prescindido jam&aacute;s del espacio esc&eacute;nico desde que lo descubri&oacute; y no ha resignado jam&aacute;s la posibilidad de atraer a otros hacia su representaci&oacute;n del mundo.</p>
<p>Veo acentuarse esta tendencia, la veo crecer y diversificarse, e imagino que en una d&eacute;cada tendremos tanto para elegir como espectadores que volveremos a sentirnos como realmente somos: una sociedad amante del teatro.</p>
<p>Los que experimentan con el cuerpo, los que experimentan con los sentidos, los que juegan a destrozar el lenguaje, los que eligen el silencio y hasta los que, m&aacute;s tradicionalmente, representan el texto de un autor, todos estar&aacute;n ocupando lugares estrat&eacute;gicos. La necesidad del hombre de contar y de presenciar historias no decae y no se reemplaza con tecnolog&iacute;a. M&aacute;s bien, el salto que la civilizaci&oacute;n ha dado con el uso del ciberespacio convoca a sentir al otro, su respiraci&oacute;n y su sangre, latiendo cerca nuestro, representando al mundo con las armas de la imaginaci&oacute;n y el arte. Supongo que esta necesidad &shy;actores y p&uacute;blico deben estar juntos y simult&aacute;neamente vivos para que el teatro exista&shy; es la receta milenaria de su resistencia a desaparecer. Es el &uacute;nico arte que sigue exigiendo a los hombres vivos mirar y o&iacute;r a otros hombres vivos.</p>
<p>El hombre que niega cada vez m&aacute;s al hombre en nuestra cultura, preserva el refugio del teatro, el riesgo del teatro. Un arte que naci&oacute; en las calles y en los templos y sigue reclamando a sus progenitores la realidad y el sue&ntilde;o con que lo hicieron nacer.</p>
<p>Y tambi&eacute;n estar&aacute; lo otro, lo probado y cada vez m&aacute;s difundido. El teatro de gran espect&aacute;culo. El de los empresarios, benditos sean, que arriesgan pero, naturalmente, prefieren hacerlo sobre lo que parece seguro. Habr&aacute;, como hay, deslumbrantes comedias musicales y productos que, ofreciendo f&oacute;rmulas diversas y actores irresistibles, apelen a un sistema que tampoco morir&aacute;: &quot;Ven a ver lo que ya sabes que ver&aacute;s, lo que no te inquietar&aacute; el alma, pero te permitir&aacute; gozar de la destreza de los que sabemos c&oacute;mo se hace y distraerte de lo que te preocupe. No hablaremos de eso. S&oacute;lo queremos que lo pases bien. &iquest;Qu&eacute; tiene de malo?&quot;.</p>
<p><b><i>Menos clemencia</i></b></p>
<p>En cuanto al cine, no vislumbro un panorama demasiado diferente. Estar&aacute;n, como ahora, mucho m&aacute;s que ahora, los que inventen sus recursos, los que consigan hacer, como sea, lo que sue&ntilde;an. Habr&aacute; &shy;deber&iacute;a haber&shy; m&aacute;s protecci&oacute;n del Estado para los independientes, para los que trabajan fuera del manto protector y limitador de los todopoderosos multimedios. Y si bien es imposible negar que la publicidad gana, tambi&eacute;n imagino los sentimientos del hombre de 2010 m&aacute;s proclives a dividirse entre los que aceptan ese canto de sirena como un mandato y los que prefieren o&iacute;r el <i>boca a boca</i>. Enterarse de qu&eacute; hay de nuevo donde el esfuerzo y la pasi&oacute;n tienen que suplir otras carencias.</p>
<p>Tambi&eacute;n es cierto que creo que el futuro nos deparar&aacute; menos y menos clemencia. Hay una sola manera de hacer cine, hacerlo bien. La buena voluntad y los buenos sentimientos no suplen un libro improvisado, una c&aacute;mara que no sabe narrar, una direcci&oacute;n sin ideas. Y el p&uacute;blico paga la misma entrada para ver a Bergman que a un esforzado joven del tercer mundo. El cine no es teatro. Una industria necesita t&eacute;cnicos y medios eficaces y adecuados. No puede hacerse cine en serio sin tecnolog&iacute;a y sin dinero. Y ya tenemos una generaci&oacute;n lista para contar sus historias de manera que, dentro de una d&eacute;cada, no nos duela el hueco del tiempo no narrado, del tiempo en que no nos hablamos ni nos vimos a nosotros mismos reflejados en la propia pantalla.</p>
<p>El mero entretenimiento no tiene nada de malo, s&oacute;lo que una vida en la que el alma no se exija nada m&aacute;s, va siendo cada vez menos entretenida y m&aacute;s pat&eacute;tica. Como esas abominables fiestas con producci&oacute;n y conductores que le indican a uno cu&aacute;ndo comer, cu&aacute;ndo bailar, cu&aacute;ndo abrazar a la novia, cu&aacute;ndo emocionarse…</p>
<p>Espero que produzcamos y conduzcamos nuestra propia fiesta teatral y cinematogr&aacute;fica en la pr&oacute;xima d&eacute;cada. Para que sepamos de qu&eacute; nos estamos riendo cuando hay risas, y qu&eacute; estamos llorando cuando corren las l&aacute;grimas.</p>
<p><i>A&iacute;da Bortnik es Periodista de </i>Primera Plana, Panorama, La Opini&oacute;n <i>y </i>Cuestionario.</p>
<p><i>Tambi&eacute;n particip&oacute; en radio y televisi&oacute;n. Es escritora de cuentos, obras teatrales y libros cinematogr&aacute;ficos.</i></p>

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