miércoles, 18 de junio de 2025

Efectos tóxicos de un salvataje complicado

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“Las repercusiones deletéreas de la crisis helena durarán largo rato en la Eurozona y la Unión Europea”. Así sostiene un informe de Nicola Mai (JP Morgan Chase) sobre perfiles futuros de las cuentas de Atenas y sus consecuencias en la Eurozona.

<p>Los efectos ser&aacute;n severos. Para empezar, en lo pol&iacute;tico, como muestran los roces entre Alemania y Grecia. Para seguir, las cargas financieras pesar&aacute;n sobre los sectores p&uacute;blicos de los diecis&eacute;is (la zona menos Atenas). Determinadas incertidumbres, por cierto, se relacionan con el segundo paquete de salvaje, estimado entre &euro; 130.000 y 145.000 millones.<br />
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Algunas se vinculan con la actitud de los acreedores privados. Por ejemplo, qu&eacute; suceder&aacute; con las quitas &ldquo;voluntarias&rdquo; sobre tenencias de t&iacute;tulos soberanos. El problema ha sido abordado por el brit&aacute;nico Gavin Davies, precisamente sobre datos de Mai. Ambos opinan que &ldquo;la reducci&oacute;n del d&eacute;bito ser&aacute; m&iacute;nima y gran parte, adem&aacute;s, ir&aacute; a espaldas de los acreedores privados, en gran medida bonistas y especuladores&rdquo;.<br />
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En la actualidad, la deuda helena ronda los &euro; 352.000 millones, o sea 163% del producto bruto interno. Tras el salvataje el nuevo d&eacute;ficit ser&aacute; &euro; 333.000 millones, esto es 154% del PBI. La parte retenida por los estados y el Fondo Monetario Internacional subir&aacute; de &euro; 181.000 a 241.000 millones. Como contrapartida, la exposici&oacute;n privada (bancos, fondos) bajar&aacute; de &euro; 171.000 a 92.000 millones. Vale decir, descender&aacute; de 79% a 43% del PBI. Dicho de otro modo, menos de un tercio del d&eacute;bito total griego pesar&aacute; sobre los acreedores privados.<br />
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A criterio de ambos econometristas, entonces, restan dos posibilidades. Una, en el tiempo la deuda ser&aacute; repagada por los mismos griegos (algo que casi nadie cree). Otra, cargar&aacute;n con ella los gobiernos que le han prestado a Atenas. Ello significa futuras necesidades de reestructuraciones y, por ende, nuevos quebrantos que afrontar&aacute;n los contribuyentes europeos. Un detalle sugestivo: la ulterior deuda privada estar&aacute; en jurisdicci&oacute;n brit&aacute;nica, no griega. <br />
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A menos que la Eurozona limite este &ldquo;privilegio londinense&rdquo;, no habr&aacute; posibilidades t&eacute;cnicas de nuevas reestructuraciones. Ac&aacute; vuelve la pol&iacute;tica. De un lado, la futura situaci&oacute;n explica por qu&eacute;, con Alemania y Holanda al frente, se presiona por aquel &ldquo;comisariato&rdquo; interventor de cuentas griegas. Del otro, la idea de que Berl&iacute;n, Par&iacute;s, Viena, Roma y el resto soporten m&aacute;s p&eacute;rdidas helenas &ndash;en teor&iacute;a hasta &euro; 241.000 millones, o s&oacute;lo &euro; 150.000 millones si hay cese de pagos por 60%-, implica graves efectos e interminables litigios.</p>
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