China tras un aterrizaje tan suave como sea posible

Mientras las dirigencias europeas y norteamericanas afrontan como pueden las perspectivas de otra recesión, los gobernantes del dragón se ven ante el dilema opuesto. Vale decir, cómo impedir que su economía marche adelante a excesiva velocidad.

25 enero, 2012

<p>En un art&iacute;culo publicado a fines de diciembre, el primer ministro Wen Jiabao se&ntilde;alaba que &ldquo;poner coto a los precios minoristas contin&uacute;a siendo la m&aacute;xima prioridad&rdquo; para Beijing de aqu&iacute; a un par de a&ntilde;os. Por supuesto, as&iacute; lo es desde fines de 2010, pues &ldquo;el control macro y la direcci&oacute;n de ajustes son pasibles de cambio&rdquo;. <br />
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A criterio de casi todos lo analistas en la capital, Shanghai, Hongkong, Tokio o Singapur, Wen puso de relieve las reticencias a desatar otro megapaquete de est&iacute;mulos, similar al lanzado a fines de 2008. Ahora, el gobierno siente que la econom&iacute;a real es lo bastante s&oacute;lida para seguir frenando el crecimiento.<br />
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Tras m&aacute;s de un a&ntilde;o de restricciones monetarias, la actividad ha respondido casi exactamente como quer&iacute;an los mandarines de Beijing. Esto es, con un enfriamiento gradual hacia ritmos estables, compatibles con el objeto de reducir riesgos de sobrecalentamiento o de inflaci&oacute;n descontrolada. <br />
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De hecho, las turbulencias occidentales de meses recientes, o el fantasma de una recesi&oacute;n de perfil en W, potencialmente facilitan apreciablemente el trabajo de Wen en cuanto a sofrenar la econom&iacute;a local. Este detalle ha sido tambi&eacute;n observado por Surcorea, Taiw&aacute;n y el sudeste asi&aacute;tico. <br />
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Una estad&iacute;stica que publican HSBC (Hongkong &amp; Shanghai Banking Corporation) y Markit Economics daba 4,9 puntos en septiembre, poco m&aacute;s que los 49,3 de julio. Como es com&uacute;n en este plano, todo valor sobre cincuenta puntos se&ntilde;ala expansi&oacute;n y, en caso contrario, contracci&oacute;n. La mayor&iacute;a de econometristas, mientras tanto, reduc&iacute;a sus expectativas de crecimiento chino, debido al horizonte deteriorado que caracteriza las econom&iacute;as centrales. Sea como fuere, la realidad y las proyecciones de crecimiento siguen siendo la envidia de los pa&iacute;ses desarrollados. Igual que los n&uacute;meros de Brasil, por ejemplo.</p>
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<p>Volviendo a China, Union des Banques Suisses redujo de 9,3 (2010) a 9% (2011) y a 8,3% (2012) sus cálculos sobre el producto bruto interno del gigante. También los suizos vinculan ese moderado descenso a “bajas en economías centrales, que repercuten en la exportación china y la inversión externa directa”.<br />
Según señalaba Wen, la persistente inflación y sus efectos políticos –particularmente en precios de alimentos- vienen desvelando a Beijing desde principios de año. En julio, la inflación minorista alcanzó un pico en tres años: 6,5%.</p>
<p>Nuevamente, el abatimiento occidental (nunca ha sido “global”) puede desembocar en algunas buenas noticias para China y otros emergentes. Vale decir, en materia de demanda mundial. “En términos latos, la declinación en ese plano probablemente reduzca los precios internacionales de materias primas e insumos básicos”, observa Ma Jun, analista jefe y experto de Deutsche Bank en la región.</p>
<p>Varios especialistas occidentales, sin embargo, creen que las desventuras de sus economías no siempre serán buenas noticias para el Reino del Medio. Por caso, una caída drástica en EE.UU. y la Unión Europea, similar a la de 2007/09, podría provocar un colapso en las exportaciones chinas, con efectos en la producción industrial y en las inversiones. Esto llevaría a un aterrizaje forzoso.</p>
<p>Esta clase de tremendismo, popular en ciertos círculos occidentales e indios, asoma cuando –como en noviembre- las órdenes de exportación bajaron apreciablemente. Rápidamente, algunos analistas concluyeron que el gobierno ya había empezado a timonear la economía hacia otras aguas. Esto es, disminuyendo la dependencia excesiva respecto de la exportación y orientándola rumbo a la demanda interna.</p>
<p>En realidad, la economía china es hoy por cierto menos dependiente del sector exportador que durante la crisis occidental de 2007/09. No obstante, altos funcionarios del régimen admiten libremente –como Wen- que el país todavía se apoya demasiado, si no en el comercio, en las inversiones externas.</p>
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