Banco Vaticano: escándalo y oportunidad

El papado de Francisco será una misión para demostrar que la iglesia sigue siendo una piedra angular de moralidad. Algunos cercanos a él aseguran que ve el escándalo del banco como una oportunidad. 

4 abril, 2014

El papa Francisco quiere prevenir y luchar contra el blanqueo de capitales en una doble vía. Por un lado se ha creado un Comité de Seguridad Financiera y una Secretaría de Economía. Por otro, se refuerza con un nuevo estatuto la función de vigilancia de la Autoridad de Información Financiera sobre entes que desarrollen su actividad en ese ámbito, como es el caso del Instituto para las Obras de Religión (IOR), nombre formal del Banco Vaticano.

El banco vaticano lleva décadas despertando oscuras sospechas que han alimentado películas y novelas, pero la sombra de los delitos financieros se ha agrandado en los últimos años. Ettore Gotti Tedeschi, director del IOR desde 2009 (y antiguo presidente de la división italiana del Grupo Santander) fue nombrado con la intención de poner orden en las controvertidas finanzas de una institución que gestiona un patrimonio de unos 5.000 millones de euros depositados en 44.000 cuentas corrientes. En 2010 la justicia italiana congeló 23 millones de euros de “operaciones irregulares” en el banco y el escándalo le pasó factura. Fue investigado por blanqueo de dinero y su destitución en mayo de 2012 se interpretó como una consecuencia de la lucha de poder entre Benedicto XVI y el Secretario de Estado Tarcisio Bertone.

El 28 de junio de 2013, la policía italiana arrestó a Monseñor Nunzio Scarano en Roma. El clérigo, apodado Monseñor Quinientos por los billetes de €500 que siempre llevaba en su bolsillo, fue acusado de fraude y corrupción junto a un ex agente del servicio secreto y un intermediador financiero. Los tres eran sospechados de contrabandear 20 millones de euros en avión privado que cruzaba los Alpes a Suiza.

Según la denuncia el cura, ex banquero, usaba el Instituto para las Obras de Religión, para mover dinero hacia empresarios en la región de Nápoles, considerada en Italia como el paraíso del crimen organizado. Además, Scarano (quien negó participación en crimen alguno) había sido hasta un mes antes jefe del departamento de contabilidad de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica, la tesorería del Vaticano.

El arresto, y los titulares que generó en toda la prensa italiana, fue el ultimo shock para la Santa Sede. El año había vivido con estupefacción la reununcia en febrero del papa Benedicto XVI, primera vez en 700 años que un papa se aparta del cargo voluntariamente. Pero esta aueva crisis exigía una decision fría y dura. Los reguladores y politicos en Europa pedían un cambio profundo en el banco vaticano plagado de escándalos desde los útlimos cuatro años.

A principios de julio Peter Sutherland, presidente no ejecutivo de Goldman Sachs International y ex fiscal general de Irlanda, voló al Vaticano con la misión de contribuir al cambio. Sutherland, católico practicante y consultor ad honorem de la Tesorería, había recibido el mandato de hablar con el consejo de cardinals que asesora al Papa. Debían pedirle un cambio profundo en la forma de operar el banco.

Según se desprende de una amplia investigación realizada por el Financial Times de Londres las reformas que se han puesto en marcha en el Banco Vaticano se deben en parte a las presiones de bancos como el Deutsche Bank, JPMorgan yUniCredit, todos los cuales se vieron en la mira de los reguladores por sus relaciones comerciales con la Santa Sede. Muchos de los grandes bancos e instituciones financieras del mundo oficiaron de corresponsales durante años aportando servicios cuando los negocios del papa iban más allá de las fronteras de la Ciudad del Vaticano. Entre otras cosas, esos bancos le daban acceso a los mercados financieros internacionales. Los bancos corresponsales movían hasta €2.000 millones del banco Vaticano a otras cuentas en todo el mundo. Luego de la crisis de crédito, y de la fuerza arrolladora con que los reguladores comenzaron a investigar a los instituciones financieras internacionales, comenzaron a tomar medidas para blanquear la situación.
Ya en los dos años anteriores los altos banqueros interrogados por los reguladores habían comenzado a admitir que el Banco Vaticano operaba de manera diferente de la de cualquier otro banco conocido. Realizaba pocos controles y balances sobre el efectivo; los 112 empleados eran casi todos italianos y los supervisores eran cardenales.

El Instituto para Obras de la Religión emitió su primer informe anual a principios de octubre del año pasado y allí mostró que el banco tiene 19.000 clientes de todo el mundo, 33.000 cuentas y €5.000 millones en activos. Otorga pocos préstamos, acepta depósitos, transferencias de dinero y hace inversiones. La mitad de sus clientes proviene de órdenes religiosas, otro 15% son instituciones de la Santa Sede, 13% son cardenales, obispos y miembros del clero, 9% son de diócesis católicas de todo el mundo. El resto de los clientes se reparte entre los que tienen, o deberían tener “alguna afiliación con la iglesia católica”, dice el informe. Personas allegadas al Vaticano revelaron que el banco está abarrotado de donaciones y efectivo que proviene de colectas dominicales y obras de caridad. Hasta 25% de las actividades del banco se realizan en efectivo, algo que hace pensar a los reguladores en lavado de dinero. Alrededor de un tercio de los negocios llegan en forma de donaciones de obras de caridad. Hay, entre el banco Vaticano y los bancos internacionales un complejo sistema de representaciones a nombre de clientes muchas veces no identificados. Pero la presión de los reguladores sobre el banco Vaticano generó un cambio de actitud de los banqueros hacia la Santa Sede. Ya no están dispuestos a aceptar más operaciones secretas.

Ciudad del Vaticano es un estado soberano que protege ferozmente su privacidad. Como un pequeño pueblo, tiene supermercado, farmacia, estación de servicio, correo y banco. Pero el banco está ubicado en el Palacio Apostólico. Todos los papas hasta Francisco tuvieron sus aposentos dos pisos más arriba del banco. Un ascensor fue instalado en el Palacio Pontificio por Juan Paulo II cuando se sintió demasiado débil para usar las escaleras. La entrada al ascensor en la planta baja es contigua a la puerta trasera del banco. . El papa Francisco, en cambio, optó por vivir en la residencia de Santa Marta, en el lado opuesto al banco.
Durante generaciones se ha debatido si los papas sabían o no sabían quién entraba y quién salía por las puertas del banco.

Hasta el 2008 la regulación era muy indulgente con el banco. Pero la crisis del euro cambió todo. Se intensificó la presión de los organismos de la Comunidad para sancionar a los estados que no cumplieran con las reglas internacionales. Las autoridades italianas, por su parte, comenzaron a seguir la pista de transacciones sospechosas que parecían salir de la Santa Sede para introducirse en el sistema bancario italiano. Una investigación de rutina al Banco de Italia sobre lavado de dinero encontró inconsistencias en sus operaciones con el Banco Vaticano y refirió el asunto a a los fiscales de Roma
Implementar cambios era difícil. Parte del problema era que la Unión Europea no tenía poder regulatorio sobre el banco del Vaticano. Entonces se decidió que el Banco de Italia, comandado entonces por Mario Draghi, presionaría a los bancos que tuvieran operaciones con el Vaticano.
El Papa Benedicto, cada día más frágil, trató de implementar cambios nombrando nuevo presidente y pidiendo una investigación. En sus últimos días como papa antes de renunciar, nombró a un abogado suizo, Rene Bruelhart, como regulador financier del Vaticano.

Luego de su renuncia se inició una época de transición como pocas en la historia del banco. La jerarquía vaticana está nombrando reguladores experimentados para revisar las cuentas. El personal del banco está abriendo sus puertas a banqueros extranjeros con experiencia global. La limpieza llega a la vigilancia del Tesoro, conocido como Administración del Patrimonio de la Santa Sede (APSA) que controla la cartera de propiedades inmobiliarias de la Iglesia Católica y la tenencia de bonos de gobiernos internacionales. En octubre el Vaticano anunció que sus consultores formarían parte de un cuerpo supervisor recientemente creado.

En definitiva, hay un cauteloso optimismo entre los asesores técnicos en Roma y en el mundo. Sin embargo, sigue habiendo tensiones entre los altos prelados de las finanzas y el Vaticano. Hasta adónde podrán avanzar las reformas dependerá del Papa. Hasta ahora el método del papa Francisco ha generado largas horas de trabajo intenso. Francisco cree que la naturaleza insular del Vaticano ha dañado a la Iglesia Caóolica y generado preocupación sobre su relevancia. Su papado será una misión para demostrar que la iglesia sigue siendo una piedra angular de moralidad. Algunos cercanos a él aseguran que ve el escándalo del banco como una oportunidad.

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