A 30 años de la guerra de Malvinas

Mientras todavía se combatía en las islas del sur, Margaret Thatcher preguntó a un parlamentario laborista – un izquierdista opositor a su gobierno-- cómo mantener las islas después de la guerra. La respuesta fue: con ayuda estatal. Y la ministra enemiga del Estado bienhechor siguió su consejo.

3 abril, 2012

<p>La delincuencia sigue siendo mínima, pero la gente ya no deja la llave puesta en el arranque de sus autos. En el campo, ya no viajan en fila india a los bailes, listos para socorrerse unos a otros en caso de que alguien se atascara en el barro. Ahora viajan por su cuenta en rutas asfaltadas. El campo cambió. Si bien el precio de la lana es actualmente alto, como ocurre en otras partes, la actividad agrícola emplea cada vez menos gente y la población se concentra en la capital. Allí está apareciendo una nueva sociedad: sólo la mitad de sus habitantes es nativa, el resto es una mezcla multinacional transitoria, compuesta principalmente por británicos que están allí con contratos transitorios y cientos de inmigrantes chilenos y los más pobres de Santa Helena, la isla que mantiene Gran Bretaña en el Atlántico. En las calles se escucha hablar castellano y se ven caras no muy blancas detrás de cada caja registradora. Hay comentarios racistas y quejas sobre extranjeros que obtienen los mejores empleos. Pero en general el nuevo orden funciona y es bienvenido. <br />
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Preocupa, sí, cómo va a digerir el gobierno local el dinero que podría entrar por petróleo. Luxton vaticina más infraestructura. Pero una población diminuta, por más que esté creciendo y elevando sus aspiraciones, no puede absorber tanto gasto público. El resto probablemente se invierta en un fondo soberano de riqueza, como el que tienen las islas Shetland, desde que se encontró petróleo en el Mar del Norte. <br />
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Si encuentran petróleo y la riqueza les llueve algunos políticos ingleses opinan que las islas deberían subsidiar a Gran Bretaña y no al revés. <br />
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Hasta las continuadas tensiones con Argentina actúan en favor de los isleños. El gobernador Nigel Haywook dijo que “una disputa, por incómoda que sea para algunos aquí, es una ayuda inesperada: nuestra historia vuelve a estar en los diarios”.  </p>

<p>Desde 1986, cuando se delimitó la zona pesquera, basada aproximadamente en las 200 millas alrededor de las islas que constituyeron la zona de exclusión durante la guerra, el gobierno isleño ha vendido licencias de pesca a barcos de infinidad de países. Ese comercio le ha generado desde un cuarto hasta tres cuartos de todo el ingreso anual. Las turbulentas aguas son ricas especialmente en calamar. Pero la pesca es un negocio delicado. Hoy no se saca tanto como en los 80 y 90, por muchos motivos. Las esperanzas de prosperidad a largo plazo ahora están puestas en el petróleo.</p><p>Desde los 70 que se sabe que la cuenca podría albergar petróleo. En los 90 vendieron licencias de exploración y encontraron algo pero fue entonces cuando cayó el precio y no se justificaba el alto costo de exploración y extracción. Ahora que el precio está alto otra vez la exploración se reanudó y muchos esperan un yacimiento en funcionamiento durante esta década. Podrían anclarse en el lecho del mar una unidad de producción y almacenamiento, los buques podrían llenarse allí sin necesidad de una refinería en las islas o en el continente sudamericano. El yacimiento podría funcionar sin cruzar aguas territoriales argentinas <br /><br />Los impuestos y regalías resultantes le significarían al gobierno isleño ingresos de cientos de millones al año sin mucha dificultad. El actual ingreso total anual es de £40 millones, explica a la prensa británica Stephen Luxton, director de recursos mineros de las islas. “Con el petróleo, el modo de vida va a cambiar”. <br />Revolución social<br /><br />A muchos isleños, especialmente los de más edad, les molesta todo lo que cambió desde 1982, Antes de la guerra, dice Nancy Poole, una granjera en sus cincuenta años, “éste era un lindo lugar para vivir, si uno no tenía muchas ambiciones. Toda la población era igual; ganaba más o menos lo mismo, hacía más o menos lo mismo. Ahora hay gente extremadamente rica y otros tratan de sobrevivir con diez mil al año”. <br /> </p>

<p><br /> Con la perspectiva que brindan los 30 a&ntilde;os que han pasado desde 1982 se ven los cambios que se produjeron en las islas que Inglaterra llama Falklands y Argentina Malvinas. La guerra hizo que el archipi&eacute;lago olvidado se convirtiera en un centro de atenci&oacute;n. Y en consecuencia, hubo una revoluci&oacute;n social y otra econ&oacute;mica. <br /> <br /> La capital –Port Stanley, Puerto Argentino — es hoy una ciudad llena de gente emprendedora que logr&oacute; mantenerse al margen de la &uacute;ltima crisis mundial. Las islas tuvieron el a&ntilde;o pasado un excedente de &pound; 16 millones. Podr&iacute;a interpretarse la bonanza que se produjo desde 1982 como un intento de agregar bienestar econ&oacute;mico al triunfo militar para completar el panorama. Pero la verdad es m&aacute;s complicada, porque el capitalismo de Estado de la Inglaterra de mediados de los 70 no fue nunca una filosof&iacute;a econ&oacute;mica bendecida por la Primer Ministro. <br /> <br /> La figura que de verdad reverencian los isle&ntilde;os por haber sido clave en la historia reciente del archipi&eacute;lago es la de un parlamentario laborista que muri&oacute; en 1994. Se trata de Lord Shackleton, hijo de un explorador de la Ant&aacute;rtida, y luego influyente pol&iacute;tico y ministro, quien mantuvo siempre una gran fascinaci&oacute;n por el Atl&aacute;ntico Sur. En 1975, visit&oacute; las islas para una investigaci&oacute;n econ&oacute;mica encargada por el gobierno de Harold Wilson. Esas &ldquo;Falklands&rdquo; eran una diminuta posesi&oacute;n brit&aacute;nica que depend&iacute;a fuertemente de la cr&iacute;a de ovejas y era un constante problema para Whitehall por las innumerables complicaciones de abastecimiento. Con un peque&ntilde;o grupo de expertos brit&aacute;nicos, Shackleton recorri&oacute; las islas y entrevist&oacute; a gran parte de la poblaci&oacute;n. <br /> &nbsp;</p>

<p>La soluci&oacute;n era inversi&oacute;n estatal: &quot;Es esencial el agrandamiento del gobierno, tanto en su rol como en su capacidad.&quot; Shackleton recomend&oacute; construir m&aacute;s caminos, agrandar la escuela y el aeropuerto; asistencia estatal a los granjeros que quer&iacute;an comprar su tierra; investigar si hab&iacute;a petr&oacute;leo y gas en las aguas circundantes y crear una zona pesquera alrededor de las islas. El financiamiento para todo eso deb&iacute;a provenir fundamentalmente de Londres. Para el momento en que se public&oacute; el informe, 1976, el gobierno brit&aacute;nico atravesaba una crisis financiera y s&oacute;lo se implementaron unas pocas recomendaciones menores. Luego vino la guerra. Cuando todav&iacute;a no hab&iacute;an terminado los combates en el sur, Thatcher pidi&oacute; a Shackleton que actualizara su informe con urgencia, para convertirlo en el plan maestro de la reconstrucci&oacute;n de las islas. <br />
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&Eacute;l se mantuvo fiel a sus recomendaciones originales y esta vez Whitehall encontr&oacute; el dinero para implementarlas. En medio de la euforia por el triunfo de la guerra los brit&aacute;nicos no advirtieron lo extra&ntilde;o de la alianza entre Shackleton y Thatcher. <br />
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Hoy en las islas el sector p&uacute;blico predomina. Se ven Land Rovers por todas partes. Los edificios m&aacute;s grandes de la capital son una escuela y un hospital, construidos despu&eacute;s de la guerra. Las recetas m&eacute;dicas son gratuitas. Los pacientes que necesitan operaciones complicadas obtienen del Estado pasajes gratis para volar a Chile. <br />
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El gobierno brit&aacute;nico paga a los kelpers su educaci&oacute;n superior en universidades brit&aacute;nicas. Stanley Services es una compa&ntilde;&iacute;a estatal que ofrece de todo, desde alquiler de autos hasta vinos importados. Hay una Falkland Islands Development Corporation, que realiza los proyectos de m&aacute;s riesgo. Por todos lados se ve la infraestructura modernizada que ped&iacute;a Shackleton, turbinas e&oacute;licas, caminos, senderos. Seg&uacute;n palabras del representante de los isle&ntilde;os en Londres, &ldquo;muchos de esos caminos son pr&aacute;cticamente senderos personales&quot;.<br />
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Este nivel de provisi&oacute;n estatal casi escandinavo, no ha exigido a cambio los impuestos de Escandinavia. No hay impuesto municipal ni IVA, no hay impuesto a la nafta ni al gasoil, el impuesto a las ganancias es infinitamente inferior al de Gran Breta&ntilde;a. <br />
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En un mundo donde la democracia social est&aacute; en aparente retirada, &iquest;c&oacute;mo han logrado las islas instalarla tan barata? Una de las respuestas es la guerra y el tratamiento especial que sigui&oacute;: Gran Breta&ntilde;a paga los costos de defensa de las islas (&pound;60 millones al a&ntilde;o) que significan algo as&iacute; como &pound;20.000 por isle&ntilde;o, casi el doble de todo el gasto p&uacute;blico por ciudadano brit&aacute;nico. Otra respuesta se encuentra en el puerto, donde est&aacute; el departamento de pesca de las islas. La industria pesquera se convirti&oacute; en la fuerza impulsora de la econom&iacute;a isle&ntilde;a despu&eacute;s de la guerra.</p>

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