WorldCom precisa dobles libros, decía Ebbers, hoy procesado

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Años atrás, tras reunirse con el CEO de WorldCom y su director financiero, un contador envío un e-mail a varios colegas, revelado el martes en el tribunal. “La compañía deberá tener en adelante dos juegos de libros”, ordenaba Ebbers.

Ocurre que ese ejecutivo era Scott Sullivan, uno de los que cayó primero. Mientras tanto, Bernard Ebbers borraba huellas digitales y se refugiaba en una hacienda canadiense que había comprado con un crédito sin intereses de la propia empresa (US$ 440 millones).

En la segunda jornada de su largo y detallado testimonio, Sullivan abordó ante el jurado lo ocurrido el 26 de abril de 2002, en la reunión con Ebbers que indicó el subsiguiente correo electrónico. También dio testimonio Ronald Lomenzo, redactor del e-mail. “En lo sucesivo, emitiremos dos registros internos de ingresos mensuales”, dispusieron Ebbers y Sullivan (como éste mismo admitió).

Los fiscales tratan de probar que Ebbers fue promotor y cómplice de un fraude contable –iniciado con esas irregularidades- por US$ 11.000 millones. Eventualmente, todo acabó con WorldCom y licuó gran parte de sus activos, que sumaban US$ 104.000 millones al estallar el escándalo en 2002. Ahora, los testimonios de Sullivan y Lomenzo comprometen como nunca antes la situación de Ebbers.

Sullivan aportó, además, nuevos datos sobre maniobras bursátiles con papeles de la compañía y uso indebido de datos reservados (“insider trading”). Ebbers está bajo proceso también por fraude con bonos y por remitir información falsa a la Securities & Exchange Commission (SEC, comisión federal de valores). En el caso de las instrucciones señaladas en ese e-mail, su efecto fue inflar ingresos por US$ 3.800 millones en el balance de 2000. Ahí desencadenó el drama.

Ocurre que ese ejecutivo era Scott Sullivan, uno de los que cayó primero. Mientras tanto, Bernard Ebbers borraba huellas digitales y se refugiaba en una hacienda canadiense que había comprado con un crédito sin intereses de la propia empresa (US$ 440 millones).

En la segunda jornada de su largo y detallado testimonio, Sullivan abordó ante el jurado lo ocurrido el 26 de abril de 2002, en la reunión con Ebbers que indicó el subsiguiente correo electrónico. También dio testimonio Ronald Lomenzo, redactor del e-mail. “En lo sucesivo, emitiremos dos registros internos de ingresos mensuales”, dispusieron Ebbers y Sullivan (como éste mismo admitió).

Los fiscales tratan de probar que Ebbers fue promotor y cómplice de un fraude contable –iniciado con esas irregularidades- por US$ 11.000 millones. Eventualmente, todo acabó con WorldCom y licuó gran parte de sus activos, que sumaban US$ 104.000 millones al estallar el escándalo en 2002. Ahora, los testimonios de Sullivan y Lomenzo comprometen como nunca antes la situación de Ebbers.

Sullivan aportó, además, nuevos datos sobre maniobras bursátiles con papeles de la compañía y uso indebido de datos reservados (“insider trading”). Ebbers está bajo proceso también por fraude con bonos y por remitir información falsa a la Securities & Exchange Commission (SEC, comisión federal de valores). En el caso de las instrucciones señaladas en ese e-mail, su efecto fue inflar ingresos por US$ 3.800 millones en el balance de 2000. Ahí desencadenó el drama.

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