Como se esperaba, el viernes a última hora la justicia rechazó la oferta de ejecutivos y sindicalistas de Varig. El grupo ni siquiera pudo juntar los US$ 78 millones para la primera cuota. Desde el martes, Petrobrás no le despachaba nafta a crédito a la aerolínea en bancarrota y era una de las máximas acreedoras. Varig cubría ya sólo 30 de 180 vuelos programados. El resto quedó suspendido indefinidamente, mientras hordas de pasajeros engañados no conseguían volver a Brasil. En cuanto a la oferta caída, tampoco entusiasmaba al mercado: el consorcio proponía apenas US$ 460 millones por activos y rutas. Fue la única propuesta en segunda ronda.
En la primera etapa, se habían presentado TAM Linhas Aéreas, Gol Linhas Inteligentes, Ocean Air y TAP. Pero ninguno alcanzó el precio de US$ 860 millones pedido por entregar rutas internacionales y cabotaje. Después, la única oferta –muy inferior- inspiraba serias dudas. Entretanto, vencían los plazos para aumentar la parte en efectivo y reducir el monto en bonos.
La propuesta provenía de TGV (grupo NovaVarig, en realidad gerentes y sindicalistas) y era 46% inferior a aquel mínimo establecido por el tribunal de quiebra. El juez del concurso, Luiz Roberto Ayub, acabó desechándola el viernes por la noche. Hasta entonces, Varig había perdido más de 1.500 pilotos, técnicos y personal de abordo en tres meses. También hubo 1.600 retiros y jubilaciones anticipadas, por lo cual la empresa estaba medio vacía.
La situación es terminal. Para empezar, hay deudas por US$ 3.500 millones. Además, en Estados Unidos se tramita un embargo de aviones alquilados, por parte de las locadoras. Ahí estaba la clave: TGV no se haría cargo de deudas ni embargos y el rechazo a su esquema equivaldría a la liquidación judicial de activos. Los acreedores no veían con buenos ojos los debentures ofrecidos por TGV. Tampoco era clara la parte que debiera ser abonada por los empleados vía créditos ni los US$ 285 millones que aportarían grupos privados cuya identidad se mantenía en llamativa reserva.
En suma, crecían las incertidumbres. Algunos analistas locales apostaban a la aparición de un paladín que comprase lo que restaba de Varig. Por de pronto, el jueves Volo do Brasil –representa al fondo norteamericano Matlin Patterson- le elevó una propuesta directamente a Ayub. Amén de tomar la división cargas de Varig, este grupo pretende eliminar casi toda la deuda. La segunda opción, según rumores en San Pablo, era que las cinco oferentes de la primera rueda se juntasen en otra propuesta. Pero, ahoro, Volo ofrece US$ 500 millones por la aerolínea en sí.
Como se esperaba, el viernes a última hora la justicia rechazó la oferta de ejecutivos y sindicalistas de Varig. El grupo ni siquiera pudo juntar los US$ 78 millones para la primera cuota. Desde el martes, Petrobrás no le despachaba nafta a crédito a la aerolínea en bancarrota y era una de las máximas acreedoras. Varig cubría ya sólo 30 de 180 vuelos programados. El resto quedó suspendido indefinidamente, mientras hordas de pasajeros engañados no conseguían volver a Brasil. En cuanto a la oferta caída, tampoco entusiasmaba al mercado: el consorcio proponía apenas US$ 460 millones por activos y rutas. Fue la única propuesta en segunda ronda.
En la primera etapa, se habían presentado TAM Linhas Aéreas, Gol Linhas Inteligentes, Ocean Air y TAP. Pero ninguno alcanzó el precio de US$ 860 millones pedido por entregar rutas internacionales y cabotaje. Después, la única oferta –muy inferior- inspiraba serias dudas. Entretanto, vencían los plazos para aumentar la parte en efectivo y reducir el monto en bonos.
La propuesta provenía de TGV (grupo NovaVarig, en realidad gerentes y sindicalistas) y era 46% inferior a aquel mínimo establecido por el tribunal de quiebra. El juez del concurso, Luiz Roberto Ayub, acabó desechándola el viernes por la noche. Hasta entonces, Varig había perdido más de 1.500 pilotos, técnicos y personal de abordo en tres meses. También hubo 1.600 retiros y jubilaciones anticipadas, por lo cual la empresa estaba medio vacía.
La situación es terminal. Para empezar, hay deudas por US$ 3.500 millones. Además, en Estados Unidos se tramita un embargo de aviones alquilados, por parte de las locadoras. Ahí estaba la clave: TGV no se haría cargo de deudas ni embargos y el rechazo a su esquema equivaldría a la liquidación judicial de activos. Los acreedores no veían con buenos ojos los debentures ofrecidos por TGV. Tampoco era clara la parte que debiera ser abonada por los empleados vía créditos ni los US$ 285 millones que aportarían grupos privados cuya identidad se mantenía en llamativa reserva.
En suma, crecían las incertidumbres. Algunos analistas locales apostaban a la aparición de un paladín que comprase lo que restaba de Varig. Por de pronto, el jueves Volo do Brasil –representa al fondo norteamericano Matlin Patterson- le elevó una propuesta directamente a Ayub. Amén de tomar la división cargas de Varig, este grupo pretende eliminar casi toda la deuda. La segunda opción, según rumores en San Pablo, era que las cinco oferentes de la primera rueda se juntasen en otra propuesta. Pero, ahoro, Volo ofrece US$ 500 millones por la aerolínea en sí.