Antes crecientes problemas financieros y el colapso del mercado norteamericano para “utilitarios deportivos” –dos palabras que trasuntan ideas opuestas-, GM empezó el año cerrando dos plantas claves en la fabricación de esos “traganafta”. Poco antes, Chrysler (Cerberus Capital Managmenet) había dado el ejemplo bajando la cortina en Delaware, donde producía enormes 4×4, en inglés “sport utility vehicles”, SUV.
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<p> Así, la última Chrevrolet Tahoe salió de una planta (Janesville) que desparece tras nueve decenios en actividad y más de 3.700.000 monstruos traganafta en unos 28 años. Daniel Doubleday, con veintidós años en el trabajo, cayó víctima de un infarto.</p>
<p> La suerte de las unidades en Janesville, Moraine y Newark (Delaware, no Nueva York) quedó sellada durante octubre-noviembre. Por el precio de combustibles y la baja posterior ya no alcanzaba: la recesión estaba golpeando los bolsillos del público. Cuando George W. Bush firmó los US$ 17.400 millones de emergencia, el proceso era ya irreversible.</p>
<p> En efecto, durante 2008 la demanda general de automotores cedió 16%, pero la de camiones de alto precio lo hizo en 40%. En verdad, la contracción del mercado en Estados Unidos-Canadá forzó al trío de Detroit a cerrar una docena de plantas y despedir decenas de miles. Esto arruinó comunidades enteras desde Georgia a Nuevo Jersey y desde Michigan a Oklahoma.</p>
<p> Ahora surge otro problema: ¿qué hacer con las 4×4 arrumbadas en fábrica o concesionarias? Algunos expertos temen que acaben liquidándose con descuentos de hasta 75% según modelos y edad. Entonces, el negocio lo harán talleres pequeños en Canadá o México que, se dice, ofrecen ya reconvertir camionetas a diesel oil, gas oil o gas licuado. </p>
Utilitarios deportivos, contradicción de términos que pasa a la historia
Ni la ayuda federal de emergencia (US$ 17.400 millones) ni los 25.000 millones ya otorgados para reconvertir Detroit podrán salvar las anacrónicas camionetas de lujo. Al menos, las de General Motors, Ford Motor y Chrysler.