Una compañía fantasma, el gas y sus negocios en Ucrania

spot_img

A casi cinco semanas de un acuerdo entre Rusia y Ucrania, sale a la luz una compañía testaferro. Creada en Suiza hace varios años, con el nombre de “RosUkrEñergo (RUK), llama la atención en varias capitales de la Unión Europea.

En realidad, la firma fantasma se hizo conocer cuando intervino en aquel convenio subscripto por Moscú y Kíyev. Luego se supo que Gazprom (el mayor congloerado estatal del país y, quizá, del mundo) controla la mitad de esa “empresa”. Pero el resto de accionistas se mantiene en secreto.

Al escarbar antecedentes, investigadores de la prensa occidental descubrieron que, durante años, RUK –donde participan directivos ucranianos- hacía negocios algo turbios con Gazprom y percibía comisiones por demás generosas. También comprobaron que la actividades de esa sociedad eran perfectamente conocidas por Exxon Mobil y otras grandes petroleras internacionales.

Pero el acuerdo Rusia-Ucrania transformó RUK, de pronto, en uno de los mayores intermediarios europeos de hidrocarburos. Todo esto hace sospechar que parientes o allegados de Vladyímir Putin y Víktor Yushchenko están metidos en el asunto. A diferencia de sus colegas occidentales, los escasos periodistas independientes rusos y ucraniados se han estrellado contra un muro –y varias amenazas- cada vez que se pusieron a indagar.

Esta misma semana, autoridades ucranianas aprovecharon una cláusula del convenio firmado el 4 de enero y el comité antimopolio autorizó a RUK para distribuir gas natural y metano de Gazprom en Ucrania. Lo hará vía un emprendimiento conjunto con Naftogaz, propiedad del gobierno ucraniano. Pero esto ha generado duras reacciones, debido a ciertos aspectos de un acuerdo paralelo para importar gas ruso.

A fines de septiembre, a la sazón, un director de RUK –el alemán Wolfgang Putschuk- admitió que la sociedad comenzó funcionando como pantalla para negocios con gas… de la ex Unión Soviética. Es decir, la firma “suiza” existe desde fines de los años 70. En los 90, por cierto, operaba por cuenta de “inversores internacionales no revelados”, algunos de ellos con fuerte acento tejano y otros vestidos de caftán.

RosUkrEñergo carece de activos físicos y mantiene una oficina con doce empleados en Zug, lujoso centro turístico. En el balance presentado ante la autoridad suiza, declara utilidades brutas por US$ 500 millones en 2005. Otro negocio de RUK es importar gas de Asia central a Ucrania, algo que Gazprom podría hacer sin costos ni comisiones adicionales.

Sea como fuere, las indagaciones de varios medios especializados ponen en evidencia el amplio uso de testaferros societarios para operaciones fuera de la jurisdicción rusa. Estos negocios estuvieron en manos de la Nomyenklatura, o sea la alta burocracia soviética, desde los 70. Sus sucesores fueron los oligarcas que, en los noventa, compraron enormes activos estatales por monedas (en parte renacionalizados hoy por Putin, que encarna al aparato del ex KGB).

Desde entonces, escándalos no han faltado. Verbigracia, en 1994 la propia justicia rusa hizo el seguimiento de un esquema para lavar dinero. Encontraron US$ 70.000 millones “depositados” en un banco de Nauru (una de tantas islas aceptadas como países en la ONU). Pero se trataba de una cabaña, propiedad de la mafia rusa, con una computadora adentro. Por supuesto, las sanciones le cayeron al microestado del Pacífico.

RosUkrEñergo desciende de otra sociedad fictica, fundada durante los 70 en una aldea húngara. Se llamaba Itera o Ityera y sus ingresos hicieron millonarios a altos jerarcas de la burocracia y el partido Comunista en Rusia, Byelarús y Ucrania. Sus espléndidas mansiones en Crimea, Suiza, etc., son mudos testimonios.

En realidad, la firma fantasma se hizo conocer cuando intervino en aquel convenio subscripto por Moscú y Kíyev. Luego se supo que Gazprom (el mayor congloerado estatal del país y, quizá, del mundo) controla la mitad de esa “empresa”. Pero el resto de accionistas se mantiene en secreto.

Al escarbar antecedentes, investigadores de la prensa occidental descubrieron que, durante años, RUK –donde participan directivos ucranianos- hacía negocios algo turbios con Gazprom y percibía comisiones por demás generosas. También comprobaron que la actividades de esa sociedad eran perfectamente conocidas por Exxon Mobil y otras grandes petroleras internacionales.

Pero el acuerdo Rusia-Ucrania transformó RUK, de pronto, en uno de los mayores intermediarios europeos de hidrocarburos. Todo esto hace sospechar que parientes o allegados de Vladyímir Putin y Víktor Yushchenko están metidos en el asunto. A diferencia de sus colegas occidentales, los escasos periodistas independientes rusos y ucraniados se han estrellado contra un muro –y varias amenazas- cada vez que se pusieron a indagar.

Esta misma semana, autoridades ucranianas aprovecharon una cláusula del convenio firmado el 4 de enero y el comité antimopolio autorizó a RUK para distribuir gas natural y metano de Gazprom en Ucrania. Lo hará vía un emprendimiento conjunto con Naftogaz, propiedad del gobierno ucraniano. Pero esto ha generado duras reacciones, debido a ciertos aspectos de un acuerdo paralelo para importar gas ruso.

A fines de septiembre, a la sazón, un director de RUK –el alemán Wolfgang Putschuk- admitió que la sociedad comenzó funcionando como pantalla para negocios con gas… de la ex Unión Soviética. Es decir, la firma “suiza” existe desde fines de los años 70. En los 90, por cierto, operaba por cuenta de “inversores internacionales no revelados”, algunos de ellos con fuerte acento tejano y otros vestidos de caftán.

RosUkrEñergo carece de activos físicos y mantiene una oficina con doce empleados en Zug, lujoso centro turístico. En el balance presentado ante la autoridad suiza, declara utilidades brutas por US$ 500 millones en 2005. Otro negocio de RUK es importar gas de Asia central a Ucrania, algo que Gazprom podría hacer sin costos ni comisiones adicionales.

Sea como fuere, las indagaciones de varios medios especializados ponen en evidencia el amplio uso de testaferros societarios para operaciones fuera de la jurisdicción rusa. Estos negocios estuvieron en manos de la Nomyenklatura, o sea la alta burocracia soviética, desde los 70. Sus sucesores fueron los oligarcas que, en los noventa, compraron enormes activos estatales por monedas (en parte renacionalizados hoy por Putin, que encarna al aparato del ex KGB).

Desde entonces, escándalos no han faltado. Verbigracia, en 1994 la propia justicia rusa hizo el seguimiento de un esquema para lavar dinero. Encontraron US$ 70.000 millones “depositados” en un banco de Nauru (una de tantas islas aceptadas como países en la ONU). Pero se trataba de una cabaña, propiedad de la mafia rusa, con una computadora adentro. Por supuesto, las sanciones le cayeron al microestado del Pacífico.

RosUkrEñergo desciende de otra sociedad fictica, fundada durante los 70 en una aldea húngara. Se llamaba Itera o Ityera y sus ingresos hicieron millonarios a altos jerarcas de la burocracia y el partido Comunista en Rusia, Byelarús y Ucrania. Sus espléndidas mansiones en Crimea, Suiza, etc., son mudos testimonios.

Compartir:

spot_img
spot_img
spot_img
spot_img

Noticias

CONTENIDO RELACIONADO