Parmalat: Bondi sindica a bancos como cómplices de Tanzi

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El interventor del grupo parmesano, Enrico Bondi, sostuvo: “Muchos bancos sabían que la empresa era insolvente. Pero no hicieron ni dijeron nada hasta que era demasiado tarde”. En suma, fueron cómplices de Calisto Tanzi y Fabio Tonna.

Según el informe elevado a las fiscalías de Parma, Milán y Roma, “Parmalat funcionaba como aspiradora de fondos. Siempre tuvo patrimonio negativo y sus auditores externos e internos no podían ignorarlo”. Eso ocurría desde fines de 1990 y continuó durante quince años, con tolerancia y activo apoyo de grandes bancos.

“Esa situación era bien conocida de las entidades financieras que operaron con Parmalat. Eso queda fuera de toda duda”, apunta Bondi. En verdad, “el grupo era sostenido artificiosamente, mediante trucos contables, renovándosele créditos, aunque fuera insolvente por lo menos desde 1993”. Dentro y fuera de Italia, por entonces, nadie quería ver la realidad de “maniobras que llevaban al colapso”.

A criterio del interventor, que está rescatando cuanto queda de la compañía, “el grupo sobrevivía gracias a un sistema que optaba por mirar para otro lado. Todo recurso financiero en juego provenía directamente de los bancos o pasaba por ellos. También los auditores se hacían los distraídos”.

Entre las muestras de complicidad o connivencia figuran “bonos emitidos para echar el peso de deudas sobre ahorristas e inversores desprevenidos”. Asi las cosas, la intervención les ha abierto causas penales a esos bancos, auditores y managers complicados en la colocación. Entre los nombres en danza figuran Bank of America, Deutsche Bank, Union des Banques Suisses, las cinco mayores entidades italianas (las mismas que le encajaron a la gente bonos argentinos chatarra, sin explicarl qué eran), Crédit Suisse-First Boston, Deloitte Touche, etc. Colateralmente, Bondi apunta sobre Parmalat Brasil, sus fraudes y hasta sus lavados de dinero vía otras filiales latinoamericanas.

Según el informe elevado a las fiscalías de Parma, Milán y Roma, “Parmalat funcionaba como aspiradora de fondos. Siempre tuvo patrimonio negativo y sus auditores externos e internos no podían ignorarlo”. Eso ocurría desde fines de 1990 y continuó durante quince años, con tolerancia y activo apoyo de grandes bancos.

“Esa situación era bien conocida de las entidades financieras que operaron con Parmalat. Eso queda fuera de toda duda”, apunta Bondi. En verdad, “el grupo era sostenido artificiosamente, mediante trucos contables, renovándosele créditos, aunque fuera insolvente por lo menos desde 1993”. Dentro y fuera de Italia, por entonces, nadie quería ver la realidad de “maniobras que llevaban al colapso”.

A criterio del interventor, que está rescatando cuanto queda de la compañía, “el grupo sobrevivía gracias a un sistema que optaba por mirar para otro lado. Todo recurso financiero en juego provenía directamente de los bancos o pasaba por ellos. También los auditores se hacían los distraídos”.

Entre las muestras de complicidad o connivencia figuran “bonos emitidos para echar el peso de deudas sobre ahorristas e inversores desprevenidos”. Asi las cosas, la intervención les ha abierto causas penales a esos bancos, auditores y managers complicados en la colocación. Entre los nombres en danza figuran Bank of America, Deutsche Bank, Union des Banques Suisses, las cinco mayores entidades italianas (las mismas que le encajaron a la gente bonos argentinos chatarra, sin explicarl qué eran), Crédit Suisse-First Boston, Deloitte Touche, etc. Colateralmente, Bondi apunta sobre Parmalat Brasil, sus fraudes y hasta sus lavados de dinero vía otras filiales latinoamericanas.

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