Nucha: del garaje a la cocina

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Al igual que las startups que comenzaron a cranearse en el garaje de una casa, las tortas de Nucha hicieron un largo recorrido para ser una marca reconocida por paladares porteños. Por Mauro Maciel. 
 

La escuela de negocios de la señora Regina Vaena fue la cocina de su casa. De allí empezaron a salir del horno de uso doméstico las primeras tortas que vendía entre los vecinos del barrio, gracias al boca a boca, un recurso tan viejo como efectivo, y respaldado por el producto.

 

En rigor, las tortas de la señora Regina pronto conocieron la fama como las tortas de Nucha. Durante 15 años y en la cocina hogareña, Nucha tomó nota de los encargos y entregó los pedidos, que por lo general tenían como ocasión las fechas de cumpleaños. Hasta que llegó el día en que Nucha y su hijo Javier creyeron que era hora de materializar el negocio, que en aquél entonces significaba abrir un local a la calle.

 

La decisión fue tomada a fines de los 80, y madre e hijo, tal vez sin saberlo, convirtieron al garaje de la casa de Belgrano en la primera sucursal de Nucha. Y el inicio no fue nada fácil, debido al contexto económico. “Justo nos agarró la hiperinflación del gobierno Alfonsín. Así arrancamos”, dice Javier Ickowicz, hoy responsable comercial del negocio familiar. “El primer aprendizaje fue ir de a poquito. Después fue entender cómo administrar los volúmenes de pedidos, de ser sólo 2 personas a la incorporación de los primeros ayudantes. Fue una transición interesante”.

 

Aquél primer local, aunque sencillo, fue una apuesta de negocio audaz, que debió incorporar una cocina industrial a la altura de una demanda nueva y desconocida. Poco a poco, los fundadores comenzaron a advertir la presencia de clientes que llegaban por recomendación desde lugares remotos en busca de las tortas de Nucha. Más tarde se incorporó al local la cafetería y el público seguía dando respuesta. “Ahí dijimos, acá puede haber un gran negocio“, cuenta Javier.

 

Una tras otra se fueron sumando las nuevas sucursales, entre los barrios de Belgrano, Palermo, Recoleta y los centros comerciales de Nordelta y Galerías Pacífico, donde hoy se venden cada mes alrededor de 5000 tortas, elaboradas en la cocina-laboratorio ubicada en La Paternal.

 

En la actualidad, los clientes no sólo acuden en ocasiones de festejos cumpleañeros, sino cualquier motivo de festejo y de reunión familiar: día de la madre, del padre, fiestas de la colectividad judía, fin de año.

 

A 25 años de la apertura del primer local, Javier dice que en el recorrido “fue necesario incorporar personal capacitado y management, pero básicamente estandarizar procesos. Había que empezar a entender que era necesario profesionalizarnos”.

Hoy Nucha continúa siendo una empresa familiar que, con un plantel de 200 empleados, va en camino a transformarse en una empresa profesional. Y la señora Regina, un caso de éxito en los negocios.

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