Morgan Stanley: US$ 145 millones a dos desplazados

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Accionistas de MS y analistas bursátiles están pasmados ante dos “paquetes de despedida” a Philip Purtcel (113 millones) y Stephen Crawford (32 millones), obligados a renunciar en junio. Un problema para John Mack, el nuevo CEO.

El regalo a la nula actividad de Crawford en el cargo proviene, en realidad, de Purcell. Ambos paquetes habían sido convenidos antes de la crisis en la cúpula y la caida del autoritario ex presidente ejecutivo. Esto despierta sospechas y puede llevar a una demanda judicial pro nulidad. Lo que ya se perfila como otro caso de directivos codiciosos y arbitrarios torna a deteriorar la cotización en mercado de la mayor firma mundial de valores.

En verdad, el ex incondicional de Purcell trabajó veinte años en MS, pero nunca tuvo desempeño brillante. Más talentosa es Zoe Cruz, otra discípula del ex CEO, quien ahora queda como “doble copresidente” –un dislate-, pero nadie sabe por cuánto tiempo: era la candidada de Purcell para el puesto que ocupa hoy John Mack.

Por cierto, el retiro de Crawford es dos semanas posterior al regreso de Mack como CEO, cargo que había perdido años atrás a manos de Purcell, cuando se fusionaron Morgan Stanley y Dean Witter. Obviamente, el primer lío que encara se relaciona con los regalos a Purcell y Crawford, que suman US$ 145 millones de “indemnización” por haber dimitido.

Voceros de los accionistas declararon el martes que no estaban dispuestos a esperar la próxima asamblea ordinaria (marzo) y exigirán una extraordinaria para cuestionar la dispendiosidad de la firma. De lo contrario, acudirán a los tribunales de Manhattan, donde los aguarda el fiscal Eliot Spitzer.

.

En este clima tan denso, llama la atención que dos agencias especializadas en información financiera –una neoyorquina, la otra londinense- hayan titulado sus despachos con Crawford, apenas un títere, y no con Purcell, que embolsará (si lo dejan) tres veces y media más. Eso sí: otros medios económicos presumen que Mack gozará de una efímera luna de miel. No sólo por esos regalos.

Para empezar, tiene poco tiempo para armar un equipo de conducción fiable y una estrategia que frene el deterioro bursátil. En general, los expertos creen que debe deshacerse la fusión de 1998 entre MS y DW, vendiendo todo negocio que no encaje, antes de que sigan yéndose operadores y jerárquicos relevantes para la empresa.

El regalo a la nula actividad de Crawford en el cargo proviene, en realidad, de Purcell. Ambos paquetes habían sido convenidos antes de la crisis en la cúpula y la caida del autoritario ex presidente ejecutivo. Esto despierta sospechas y puede llevar a una demanda judicial pro nulidad. Lo que ya se perfila como otro caso de directivos codiciosos y arbitrarios torna a deteriorar la cotización en mercado de la mayor firma mundial de valores.

En verdad, el ex incondicional de Purcell trabajó veinte años en MS, pero nunca tuvo desempeño brillante. Más talentosa es Zoe Cruz, otra discípula del ex CEO, quien ahora queda como “doble copresidente” –un dislate-, pero nadie sabe por cuánto tiempo: era la candidada de Purcell para el puesto que ocupa hoy John Mack.

Por cierto, el retiro de Crawford es dos semanas posterior al regreso de Mack como CEO, cargo que había perdido años atrás a manos de Purcell, cuando se fusionaron Morgan Stanley y Dean Witter. Obviamente, el primer lío que encara se relaciona con los regalos a Purcell y Crawford, que suman US$ 145 millones de “indemnización” por haber dimitido.

Voceros de los accionistas declararon el martes que no estaban dispuestos a esperar la próxima asamblea ordinaria (marzo) y exigirán una extraordinaria para cuestionar la dispendiosidad de la firma. De lo contrario, acudirán a los tribunales de Manhattan, donde los aguarda el fiscal Eliot Spitzer.

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En este clima tan denso, llama la atención que dos agencias especializadas en información financiera –una neoyorquina, la otra londinense- hayan titulado sus despachos con Crawford, apenas un títere, y no con Purcell, que embolsará (si lo dejan) tres veces y media más. Eso sí: otros medios económicos presumen que Mack gozará de una efímera luna de miel. No sólo por esos regalos.

Para empezar, tiene poco tiempo para armar un equipo de conducción fiable y una estrategia que frene el deterioro bursátil. En general, los expertos creen que debe deshacerse la fusión de 1998 entre MS y DW, vendiendo todo negocio que no encaje, antes de que sigan yéndose operadores y jerárquicos relevantes para la empresa.

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