Lo de Yahoo fue un intento de comprar una solución. Ahora, no hay signos de que la compañía de William Gates tenga opciones, mientras el núcleo de los negocios en Red se aleja de la computadora personal, su punto fuerte. Naturalmente, Microsoft sigue siendo una compañía poderosa, pero su capitalización bursátil cede y tantos de años luchando contra las autoridades antimonopólicas le han restados capacidad de competir en nuevos segmentos.
Gates y Ballmer deben definir sus próximos pasos estratégicos. Al segundo podrá medírselo según cómo maneja las inminentes transformaciones. “Sus antecedentes al respeto nunca fueron brillantes”, opina Forrester Research, una consultoría tecnológica.
Celo por competir, persistencia e inversiones sabias han sido decisivos en los triunfos al correr los años. Microsoft solía desarrollar negocios, no comprarlos hechos. Su fórmula dio resultado en sistemas operativos para PC, procesadores de texto, sofware para centros de datos y hasta videojuegos. También a Nestcape Communications en la batalla de los “browsers”. Pero esta victoria, a fines de los 90, despertó el interés de las instancias antimonopólicas en Estados Unidos y, con mayor fuerza, la Unión Europea.
Esos problemas y la intentona sobre Yahoo tienen una cosa en común: el temor a que los futuros mercado masivos dejen de ser dominados por la PC (como imaginan algunos gurúes). El esfuerzo para tomar Yahoo y la decisión final de desistir muestra los dos lados de Ballmer: agresividad inicial, pragmatismo final.
Poco antes del primero de febrero, el ejecutivo le reveló a un sorprendido Jerry Yang que, por orden de Gates, Microsoft lanzaría una oferta hostil de US$ 31 por acción, vale decir 44.600 millones, en efectivo y títulos. Eso significaba 60% sobre el precio al último día de enero. Siguió un ballet, donde Yang pedía 40 por acción. El 5 de abril, frustrado por la negativa de Yahoo a negociar, Ballmer envió una carta amenazadora: apelaría a los accionistas si, tres semanas, el directorio no aceptaba la fusión. Hace dos semanas en una reunión, quedo claro que Ballmer lograba una salida consensuada o se retiró. El domingo pasado, hizo exactamente eso. El lunes, Wall Street le dio la razón y el papel de Yahoo llegó a caer hasta 20%, a apenas US$23.
Mucho antes del caso Yahoo y en una ironía de la historia, Microsoft solía hacerle a International Business Machines lo mismo que, hoy Google le hace a aquélla. Por ejemplo, un ingrediente de la receta Microsoft era asociar nuevo software a su sistema operativo para PC, Windows, que llegó a instalarse en 90% de máquinas y servidores. Sea en formatos patentados, sea empaquetar soft nuevo con Windows. La técnica fue aplicada en otros segmentos de mercado.
Este sistema de paquetes, que aprovechaba la posición dominante de Windows, se estrelló contra la Comisión Europea en 2004 y, tiempo después, resultó en una multa de € 497 millones. Más una serie de restricciones y compromisos que, en una fase anterior, la justicia norteamericana no se animó a dictar.
Ahora, sin Yahoo, Microsoft tal vez apele a acuerdos con pequeñas firmas. De lo contrario, deberá volver a su receta original: paciencia e inversiones para armar un negocio publicitario en línea capaz de competir con Google. Pero el contacto es muy distinto al de hace algunos años y Ballmer no es Gates (que tampoco es el de antes).