En una asamblea que se suponía sin sorpresas, los tenedores de 78 a 94 millones de papeles (28% del paquete o algo más) rechazaron la transacción. De paso, votaron contra la continuidad de Capellas y otros ocho miembros de la junta directiva. El mercado quedó tan estupefacto como la Securities & Exchange Commission (SEC) y la Comisión federal de comunicaciones (CFC).
Nueve de los principales accionistas –incluyendo a Bruce Berkowitz, presidente del británico Fairholme Capital Management- cumplieron la promesa de retirar apoyo al directorio. Buscan forzar presiones para que Verizon aumente la propuesta por US$8.440 millones. En tren de fantasías, los rebeldes también quieren que Qwest International Communications reitere la oferta por 9.750 millones, retirada en abril.
“Exigimos que vuelva Qwesr”, proclamó Berkowitz, hombre afecto a desplantes. Su firma posee 10.700.000 acciones (3,3%) en la segunda telefónica estadounidense de larga distancia. No le basta, pero igual pretende imponer sus criterios. Por supuesto, la posición del oficialismo es fuerte, pues involucra casi 200 millones de papeles.
“Respetamos el derecho a la opinión y el disenso, pero contamos con votos de sobra”, sostuvo Capellas. Por otra parte, varios analistas independientes puntualizan que los activos de MCI no valen más de US$7.500 millones en el mercado.
Además, Qwest carece de la solvencia que exhibe Verizon. “Berkowitz y sus aliados son demasiado codiciosos. No les importa –decían varios expertos por TV- el futuro de la empresa, que quedaría ligada a un comprador con US$8.000 millones en deudas, recién salido de la bancarrota. En Wall Street cunde la impresión que Berkowitz hizo un pacto secreto con la conducción de Qwest, tema que la SEC podría investigar de oficio.
En una asamblea que se suponía sin sorpresas, los tenedores de 78 a 94 millones de papeles (28% del paquete o algo más) rechazaron la transacción. De paso, votaron contra la continuidad de Capellas y otros ocho miembros de la junta directiva. El mercado quedó tan estupefacto como la Securities & Exchange Commission (SEC) y la Comisión federal de comunicaciones (CFC).
Nueve de los principales accionistas –incluyendo a Bruce Berkowitz, presidente del británico Fairholme Capital Management- cumplieron la promesa de retirar apoyo al directorio. Buscan forzar presiones para que Verizon aumente la propuesta por US$8.440 millones. En tren de fantasías, los rebeldes también quieren que Qwest International Communications reitere la oferta por 9.750 millones, retirada en abril.
“Exigimos que vuelva Qwesr”, proclamó Berkowitz, hombre afecto a desplantes. Su firma posee 10.700.000 acciones (3,3%) en la segunda telefónica estadounidense de larga distancia. No le basta, pero igual pretende imponer sus criterios. Por supuesto, la posición del oficialismo es fuerte, pues involucra casi 200 millones de papeles.
“Respetamos el derecho a la opinión y el disenso, pero contamos con votos de sobra”, sostuvo Capellas. Por otra parte, varios analistas independientes puntualizan que los activos de MCI no valen más de US$7.500 millones en el mercado.
Además, Qwest carece de la solvencia que exhibe Verizon. “Berkowitz y sus aliados son demasiado codiciosos. No les importa –decían varios expertos por TV- el futuro de la empresa, que quedaría ligada a un comprador con US$8.000 millones en deudas, recién salido de la bancarrota. En Wall Street cunde la impresión que Berkowitz hizo un pacto secreto con la conducción de Qwest, tema que la SEC podría investigar de oficio.