<p>A la inversa, “las combinaciones regionales son más fáciles, pues lidian con el mismo contexto, sindical, tributario y de proveedores”. Así señala este veterano de 77 años, célebre por las camionetas de semilujo que llevaron GM a la quiebra y el achique.<br />
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“Si uno opera a ambas orillas del océano, necesita plantas en varios países, divisiones impositivas en Estados Unidos y la Unión Europea más estructuras administrativas y costos duplicados”. Lutz lo sabe, pues a las operaciones de GM allende el Atlántico (Opel-Vauxhall, Saab) tampoco les fue bien.<br />
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Chrysler es manejada por Fiat desde el 10 de junio, luego de una bancarrota negociada con el gobierno norteamericano. Marchionne es presidente ejecutivo de la primera y director gerente de la segunda. Su actual prioridad es frenar una caída en ventas que ha empujado a Chrysler de tercera a sexta firma mundial, bajo la gestión de Daimler Benz (1998/2007) y de Cerberus Capital Management, un fondo extrabursátil, hoy en problemas por especular con compras apalancadas. <br />
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“A Lutz debieran jubilarlo en serio”, decían en Turín, aludiendo a su larga y accidentada carrera (46 años) en las tres hermanas de Detroit y Bayerische MotorWerke. Fue su mejor gestión, de paso.</p>
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Lutz cree que la alianza Fiat-Chrysler no irá bien
Robert Lutz, adalid de los vehículos traganafta y todavía vicepresidente de la nueva General Motors, sostiene que la tarea de Sergio Marchione será dura. Las fusiones transatlánticas son extraordinariamente difíciles de cristalizar, opina.