Hacia mediados de 2004, NEC empezó a recibir en Tokio informes sobre teclados, compactos y DVD vírgenes, monitores y otros productos piratas que se vendían, con la marca japonesa, en comercios de Beijing, Shanghai, Hongkong y Taipei. Ante eso, la compañía contrató una firma investigadora especializada.
Más de veinte meses de trabajo con autoridades locales de China, Taiwán y Japón pusieron en evidencia no sólo falsificación de productos. Era algo mucho más ambicioso: una red de talleres clandestinos y operaciones comerciales que integraban una especie de NEC paralela.
Allanamientos en dieciocho fábricas y depósitos en China y Taiwán mostraron que los falsificadores manejaban un sistema integrado por más de cincuenta plantas electrónicas, depósitos, oficinas administrativas y dos centros de cómputos en los dos países. Usando la marca, se imitaban productos y hasta se llegó a ofrecer –como pantalla- una línea propia de electrónica de uso final, desde centros videomusicales hasta reproductores de MP3. De hecho, la verdadera NEC comenzó a recibir reclamos sobre productos truchos (en general, admite Tokio, eran de buena calidad).
Según International Risk, la firma de Hongkong contratada por NEC, documentos y archivos secuestrados en los allanamientos incluyen tarjetas personales, órdenes de compra a proveedores o ventas a distribuidores e informe de investigación y desarrollo ostentaban el logo de la empresa japonesa. Todo se veían en orden y a precios sin competencia.
La NEC pirata también exigía a las plantas afiliadas pagar regalías por “licencias”, en tanto emitía certificados de garantía y servicios posventa. Algunas de las fábricas allanada lucían carteles o marquesinas NEC y enviaban mercadería en envases, cajas y cajones idénticos a los originales.
No obstante haberse descubierto la operación hace cuatro semanas, hasta ahora la compañía japonesa se niega a identificar los piratas “por razones legales” (¿habrá entre ellos tropa propia?) y no hay aún cargos. NEC tampoco puede estimar el valor total de los bienes truchos, pero cree que “los falsificadores han sacado buen provecho”. Medios occidentales sospechan que las reticencias de NEC ocultan negociaciones secretas para recobrar ganancias ilícitas o llegar a algún acuerdo extrajudicial.
“Esta gente operaba un sistema complejo, coordinado por dos entidades con bases en Taipei y Tokio. Su meta era clonar completamente la marca”, admite Fujio Okada, vicepresidente primero y director juridico de NEC. “Muchos de ellos estaban en permanente contacto y cooperaban desarrollando, fabricando y distribuyendo productos con nuestras marcas”.
“A primera visa –explican investigadores-, parecía una serie de infracciones a patentes y derechos registrados. En realidad, era un grupo muy bien organizado que trató de “secuestrar” la marca por entero. No fue apenas una planta fabricando un producto pirata.” NEC prosigue recogiendo pruebas para respaldar eventuales demandas civiles y penales, pero no descarta negociar con algunos implicados (¿elementos internos relevantes?).
Hacia mediados de 2004, NEC empezó a recibir en Tokio informes sobre teclados, compactos y DVD vírgenes, monitores y otros productos piratas que se vendían, con la marca japonesa, en comercios de Beijing, Shanghai, Hongkong y Taipei. Ante eso, la compañía contrató una firma investigadora especializada.
Más de veinte meses de trabajo con autoridades locales de China, Taiwán y Japón pusieron en evidencia no sólo falsificación de productos. Era algo mucho más ambicioso: una red de talleres clandestinos y operaciones comerciales que integraban una especie de NEC paralela.
Allanamientos en dieciocho fábricas y depósitos en China y Taiwán mostraron que los falsificadores manejaban un sistema integrado por más de cincuenta plantas electrónicas, depósitos, oficinas administrativas y dos centros de cómputos en los dos países. Usando la marca, se imitaban productos y hasta se llegó a ofrecer –como pantalla- una línea propia de electrónica de uso final, desde centros videomusicales hasta reproductores de MP3. De hecho, la verdadera NEC comenzó a recibir reclamos sobre productos truchos (en general, admite Tokio, eran de buena calidad).
Según International Risk, la firma de Hongkong contratada por NEC, documentos y archivos secuestrados en los allanamientos incluyen tarjetas personales, órdenes de compra a proveedores o ventas a distribuidores e informe de investigación y desarrollo ostentaban el logo de la empresa japonesa. Todo se veían en orden y a precios sin competencia.
La NEC pirata también exigía a las plantas afiliadas pagar regalías por “licencias”, en tanto emitía certificados de garantía y servicios posventa. Algunas de las fábricas allanada lucían carteles o marquesinas NEC y enviaban mercadería en envases, cajas y cajones idénticos a los originales.
No obstante haberse descubierto la operación hace cuatro semanas, hasta ahora la compañía japonesa se niega a identificar los piratas “por razones legales” (¿habrá entre ellos tropa propia?) y no hay aún cargos. NEC tampoco puede estimar el valor total de los bienes truchos, pero cree que “los falsificadores han sacado buen provecho”. Medios occidentales sospechan que las reticencias de NEC ocultan negociaciones secretas para recobrar ganancias ilícitas o llegar a algún acuerdo extrajudicial.
“Esta gente operaba un sistema complejo, coordinado por dos entidades con bases en Taipei y Tokio. Su meta era clonar completamente la marca”, admite Fujio Okada, vicepresidente primero y director juridico de NEC. “Muchos de ellos estaban en permanente contacto y cooperaban desarrollando, fabricando y distribuyendo productos con nuestras marcas”.
“A primera visa –explican investigadores-, parecía una serie de infracciones a patentes y derechos registrados. En realidad, era un grupo muy bien organizado que trató de “secuestrar” la marca por entero. No fue apenas una planta fabricando un producto pirata.” NEC prosigue recogiendo pruebas para respaldar eventuales demandas civiles y penales, pero no descarta negociar con algunos implicados (¿elementos internos relevantes?).