En esta caso, el interventor Enrico Bondi había apoyado al demana de JP Morgan Chase. En buena medida, por lñas actuales penales –en la misma ciudad o Parma- no habían producido esfe mismo efecto. El fundamento de esta decisión remite a créditos otrogados por la banca estadounidense a otra sociedad fantasma, Coloniale SRL, y avalados por ambos parientes de don Calisto.
La defensa de Laura y Paolo (hijo de Giovanni Tanzi) no fue convincente. Trató de hacer aparecer a ambos como “consumidores víctimas de cláusulas leoninas. El fallo favorable al bloqueo, de paso, censuró el uso de “consumidores” en lugar de prestatarios o deudores.
El contrato de marras preveía que la suma de € 50 millones, erogada en 1999 –cuando nada se sospechaba del futuro “agujero negro de Parmalat-, quedase cubierta por salvaguardias. Entre ellas, activos de los cosignatarios. Al avecinarse el colapso del grupo, se introdujerons “cláusulas gatilo” consentidas por los Tanzi. Una era clave: los deudores debían reembolar los fondos si la acción del grupo cayese a menos de € 0,96. Eso sucedió el fatídico 12 de diciembre de 2003.
En esta caso, el interventor Enrico Bondi había apoyado al demana de JP Morgan Chase. En buena medida, por lñas actuales penales –en la misma ciudad o Parma- no habían producido esfe mismo efecto. El fundamento de esta decisión remite a créditos otrogados por la banca estadounidense a otra sociedad fantasma, Coloniale SRL, y avalados por ambos parientes de don Calisto.
La defensa de Laura y Paolo (hijo de Giovanni Tanzi) no fue convincente. Trató de hacer aparecer a ambos como “consumidores víctimas de cláusulas leoninas. El fallo favorable al bloqueo, de paso, censuró el uso de “consumidores” en lugar de prestatarios o deudores.
El contrato de marras preveía que la suma de € 50 millones, erogada en 1999 –cuando nada se sospechaba del futuro “agujero negro de Parmalat-, quedase cubierta por salvaguardias. Entre ellas, activos de los cosignatarios. Al avecinarse el colapso del grupo, se introdujerons “cláusulas gatilo” consentidas por los Tanzi. Una era clave: los deudores debían reembolar los fondos si la acción del grupo cayese a menos de € 0,96. Eso sucedió el fatídico 12 de diciembre de 2003.