sábado, 14 de diciembre de 2024

Google: un agosto con tambores de guerra sonando en la Red

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Por un ángulo, el máximo motor mundial de búsquedas en Internet afronta demandas por transgredir patentes, si cumple un reciente anuncio de Eric Schmidt, su director ejecutivo. Por otro, se habla de cobrar servicios y contenidos hasta ahora gratis.

<p>Todo arranc&oacute; con revelaciones de dos peri&oacute;dicos norteamericanos: seg&uacute;n una propuesta interna &ndash;noviembre de 2008-, se estudiar&aacute; hacer rentadas diversas prestaciones de Google, por hoy libres de cargos. Una de las fuentes, el <em>Wall Street Journal</em>, luego aclar&oacute; que ese trabajo no ha sido a&uacute;n elevado a la junta. Pero declaraciones de Schmidt, posteriores al trascendido, en cierto modo apuntan a lo mismo.<br />
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Pero desde otra &oacute;ptica aparece algo quiz&aacute; m&aacute;s peligroso: restricciones, si no eliminaci&oacute;n lisa y llana del anonimato en la Red. Vale decir, lo que acaba de hacer China al lanzar su propio megamotor de b&uacute;squedas, Baidu, una cartera con varios millones de usuarios iniciales.<br />
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Naturalmente, Google ostenta 70% de navegantes en el planeta v&iacute;a servicios desde Gmail o Maps hasta Docs o YouTube. La mera idea de tornarlos rentados es perturbadora y da por tierra con la filosof&iacute;a de Lawrence Page y Siergyei Brin, creadores del megamotor. Pero, por otro lado, ser&iacute;a ilusorio que los accionistas de la empresa tolerasen por siempre el actual estado de cosas. El &ldquo;mercenario&rdquo; Schmidt en cierto modo se ha erigido en su vocero vocero informal.<br />
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El l&iacute;mite es claro: lo marcan una competencia cada d&iacute;a m&aacute;s agresiva (Baidu inclusive) y avisadores que quieren saber m&aacute;s y m&aacute;s sobre los potenciales clientes en l&iacute;nea. Por supuesto, si en verdad existen o reaccionan a esa publicidad.<br />
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En cuanto al anonimato, no es una caracter&iacute;stica absoluta. Cada dispositivo conectado a la Red, desde una computadora personal hasta un celular, se identifica por un n&uacute;mero que, en &uacute;ltima instancia, se asocia a un nombre v&iacute;a proveedor de Internet. Schmidt hoy plantea algo m&aacute;s dr&aacute;stico: direcciones verificadas, para que el estado (como en China o Ir&aacute;n) pueda averiguar&nbsp; qu&eacute; hace cada navegante. Esto hizo al sitio <em>Business insider</em> sugerir que &ldquo;Eric se ha vuelto loco&rdquo;.<br />
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El otro asunto en el pacto Google-Verizon Wireless, tambi&eacute;n reciente, para influir en la comisi&oacute;n federal de comunicaciones (FCC). Su pivote es la llamada &ldquo;Internet neutral&rdquo;, en apariencia propicia, para que los emprendimientos creativos &ndash;como Google en 1998- surjan en un contexto sin tarifas preferencialesm favorables a los grandes jugadores. Pero hay dos se&ntilde;ales inquietantes. Una es que Verizon pretende armar una Internet privada propia, al margen de la p&uacute;blica; de nuevo el ejemplo de Baidu pero al rev&eacute;s. Otra es que la banda ancha celular no estar&aacute; sujeta a la neutralidad aludida en el pacto.<br />
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Mientras tanto, otro gigante, Oracle, radic&oacute; el jueves una demanda contra Google por &ldquo;aplicar la escritura Java en forma indebida, para el sistema operativo Android&rdquo;. En otras palabras, se&ntilde;ala <em>Los &Aacute;ngeles Times</em>, &ldquo;se avecina una guerra en Internet con varios contedientes y Washington de espectador&rdquo;. <br />
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