<p>Esta bancarrota negociada (no fue crac liso y llano) castiga también el mejor aporte estadounidense al modelo: el bienestar social. Por eso, Wall Street y Londres festejaron con alzas bursátiles, pues los operadores advirtieron la endeblez laboral que Barack Obama buscaba neutralizar. <br />
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Sea como fuere, el título XI de la ley federal para concursos y quiebras podría amortizar el daño social, pero no salvar aquel modelo, que ya hacía agua en Gran Bretaña. Estados Unidos y Canadá han garantizado aportes por US$ 50.000 millones a cambio de 72,5% en el nuevo paquete GM. En tanto, United Auto Workers –cómplice de Wagoner en varias oportunidades- y su colega canadiense obtienen 17,5% vía el fondo de atención médica a jubilados (tal vez un componente europeo del futuro modelo industrial). El resto irá a acreedores y concesionarias. <br />
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Hasta cierto punto, se repite la bancarrota de Chrysler, con una diferencia clave: no hay una Fiat que ponga la bandeja. ¿Por qué? Porque no apareció ningún campeón sectorial en EE.UU. para salvar la empresa y, en Europa occidental, las maniobras políticas de Angela Merkel desplazaron de repente a Fiat en pro de una autopartista australiana. En realidad, máscara del magnate Olyeg Dyeripaska (Gaz, Sbyerbank), a su vez “hombre en Suiza” del primer ministro ruso Vladimir Putin. <br />
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El deterioro de GM viene de varios meses, pero su génesis data de 2005, cuando Wagoner decidió lanzar la camioneta de lujo Hummer H2, pese a que el público empezaba a rechazar las costosos traganaftas de esa marca, Ford y Chrysler. La segunda reaccionó a tiempo y por eso queda como única “hermana norteamericana” en Detroit. <br />
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Por las dudas, horas antes de radicarse la quiebra en un tribunal federal, Washington aportaba US$ 30.100 millones adicionales para financiar operaciones durante el trámite judicial. Entretanto, GM confirmaba el cierre de once plantas y la suspensión de tres en EE.UU. y Canadá. <br />
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A la presentación GM adjunta una larga lista de acreedores. Los principales son Wilmington Trust, New York Mellon, Starcom Mediavest (tres fondos especulativos), United Auto Workers, Deutsche Bank y Union of Electronic & Communications Workers, Robert Bosch, Lear y ¡oh! Magna. <br />
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Como en Chrysler-Cerberus Capital Management, los problemas de manejo fueron agravados por la contracción en la demanda. Hacia 1980, GM tenía 44,5% del mercado norteamericano, nivel que cedió a 22,5% en 2008 porque la gente no compraba sus vehículos, prefiriendo Toyota, Honda o Nissan. Inclusive sus 4×4. Clave: una mejor relación precio-calidad. <br />
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GM no fue un crac, pero sí golpeó el modelo en EE.UU
Símbolo de colapso, Richard Wagoner, fue echado semanas atrás. No obstante, sus ocho años de errores e intrigas desembocan en el fin de General Motors como emblema del capitalismo industrial, mientras zozobra la matriz financiera anglosajona.