sábado, 7 de diciembre de 2024

GM no fue un crac, pero sí golpeó el modelo en EE.UU

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Símbolo de colapso, Richard Wagoner, fue echado semanas atrás. No obstante, sus ocho años de errores e intrigas desembocan en el fin de General Motors como emblema del capitalismo industrial, mientras zozobra la matriz financiera anglosajona.

<p>Esta bancarrota negociada (no fue crac liso y llano) castiga tambi&eacute;n el mejor aporte estadounidense al modelo: el bienestar social. Por eso, Wall Street y Londres festejaron con alzas burs&aacute;tiles, pues los operadores advirtieron la endeblez laboral que Barack Obama buscaba neutralizar. <br />
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Sea como fuere, el t&iacute;tulo XI de la ley federal para concursos y quiebras podr&iacute;a amortizar el da&ntilde;o social, pero no salvar aquel modelo, que ya hac&iacute;a agua en Gran Breta&ntilde;a. Estados Unidos y Canad&aacute; han garantizado aportes por US$ 50.000 millones a cambio de 72,5% en el nuevo paquete GM. En tanto, United Auto Workers &ndash;c&oacute;mplice de Wagoner en varias oportunidades- y su colega canadiense obtienen 17,5% v&iacute;a el fondo de atenci&oacute;n m&eacute;dica a jubilados (tal vez un componente europeo del futuro modelo industrial). El resto ir&aacute; a acreedores y concesionarias. <br />
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Hasta cierto punto, se repite la bancarrota de Chrysler, con una diferencia clave: no hay una Fiat que ponga la bandeja. &iquest;Por qu&eacute;? Porque no apareci&oacute; ning&uacute;n campe&oacute;n sectorial en EE.UU. para salvar la empresa y, en Europa occidental, las maniobras pol&iacute;ticas de Angela Merkel desplazaron de repente a Fiat en pro de una autopartista australiana. En realidad, m&aacute;scara del magnate Olyeg Dyeripaska (Gaz, Sbyerbank), a su vez &ldquo;hombre en Suiza&rdquo; del primer ministro ruso Vladimir Putin. <br />
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El deterioro de GM viene de varios meses, pero su g&eacute;nesis data de 2005, cuando Wagoner decidi&oacute; lanzar la camioneta de lujo Hummer H2, pese a que el p&uacute;blico empezaba a rechazar las costosos traganaftas de esa marca, Ford y Chrysler. La segunda reaccion&oacute; a tiempo y por eso queda como &uacute;nica &ldquo;hermana norteamericana&rdquo; en Detroit. <br />
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Por las dudas, horas antes de radicarse la quiebra en un tribunal federal, Washington aportaba US$ 30.100 millones adicionales para financiar operaciones durante el tr&aacute;mite judicial. Entretanto, GM confirmaba el cierre de once plantas y la suspensi&oacute;n de tres en EE.UU. y Canad&aacute;. <br />
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A la presentaci&oacute;n GM adjunta una larga lista de acreedores. Los principales son Wilmington Trust, New York Mellon, Starcom Mediavest (tres fondos especulativos), United Auto Workers, Deutsche Bank y Union of Electronic &amp; Communications Workers, Robert Bosch, Lear y &iexcl;oh! Magna. <br />
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Como en Chrysler-Cerberus Capital Management, los problemas de manejo fueron agravados por la contracci&oacute;n en la demanda. Hacia 1980, GM ten&iacute;a 44,5% del mercado norteamericano, nivel que cedi&oacute; a 22,5% en 2008 porque la gente no compraba sus veh&iacute;culos, prefiriendo Toyota, Honda o Nissan. Inclusive sus 4×4. Clave: una mejor relaci&oacute;n precio-calidad. <br />
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