Ford reduce más de 20% la producción norteamericana, algo que no pasa desde los años 80

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Altas pérdidas en su plaza clave, EE.UU.-Canadá, obligan a bajar 21% la fabricación de vehículos durante el IV trimestre. Ya cede 11% en el actual. Más de la mitad del recorte afecta las camionetas serie F, uno de los rubros más rentables.

Llamó la atención en Wall Street que (a) la novedad fuera anunciada casi sobre el cierre de la rueda (quizá para atenuar el impacto en las acciones, que bajaron apenas 2,5%) y (b) el vocero “informal” fuese un simple analista de ventas. No una autoridad de la compañía.

Sea como fuere, las reducciones implican 6.000 empleos adicionales en la división norteamericana. Esta noticia proviene de una fuente interna y significa elevar de 30.000 a 36.000 –o sea, 20%- el número total de despedidos y “retirados” entre 2006 y 2012.

Por ahora en silencio, el presidente ejecutivo William Clay Ford –biznieto del fundador por línea materna-, suprime puestos laborales y cierra plantas en un denonado esfuerzo para revivir las operaciones regionales. Éstas han perdido dinero en siete de los últimos trimestres, o sea casi dos ejercicios contables enteros.

Sin embargo, tan drástica disminución en el volumen fabricado aumentará todavía más las dificultades para dar vuelta la tendencia negativa. Máxime si la “gerontocracia” de mandos medios sigue bloqueando dos iniciativas de Clay: pasar a motores híbridos y abandonar los utilitarios deportivos, cuyo alto consumo de nafta espanta compradores.

Aunque la serie F sea en apariencia la más redituable, esta camioneta y otras de la marca están siendo arrastradas por la crisis de los todoterreno. La obstinación del management resulta aún más inexplicable si se observa lo bien que marcha Ford en Brasil, Argentina o Méjico, donde el marketing es más flexible y realista.

Ante esas novedades, la agencia Fitch Ratings bajará otro escalón la deuda de la compañía. Ahora es B+, cuatro grados bajo el techo a partir del cual entra en categorìa chatarra, y probablemente ceda a B. Standard&Poor’s y Moody’s Investors Service analizan rebajas las suyas a ese mismo nivel.

Ford presentó en enero la versión original de “rumbo adelante”, nombre irónico para un programa de achique. Preveía 30.000 menos puestos laborales, en el septenio 2006-12. Ya en julio, la firma señaló que aceleraría esos recortes y los de otros rubros en restructuración, luego de sufrir pérdidas por US$ 1.440 millones en el primer semestre. Por supuesto, el rojo de Ford sigue años luz por debajo de los US$ 10.600 millones que perdió General Motors en 2005.

Llamó la atención en Wall Street que (a) la novedad fuera anunciada casi sobre el cierre de la rueda (quizá para atenuar el impacto en las acciones, que bajaron apenas 2,5%) y (b) el vocero “informal” fuese un simple analista de ventas. No una autoridad de la compañía.

Sea como fuere, las reducciones implican 6.000 empleos adicionales en la división norteamericana. Esta noticia proviene de una fuente interna y significa elevar de 30.000 a 36.000 –o sea, 20%- el número total de despedidos y “retirados” entre 2006 y 2012.

Por ahora en silencio, el presidente ejecutivo William Clay Ford –biznieto del fundador por línea materna-, suprime puestos laborales y cierra plantas en un denonado esfuerzo para revivir las operaciones regionales. Éstas han perdido dinero en siete de los últimos trimestres, o sea casi dos ejercicios contables enteros.

Sin embargo, tan drástica disminución en el volumen fabricado aumentará todavía más las dificultades para dar vuelta la tendencia negativa. Máxime si la “gerontocracia” de mandos medios sigue bloqueando dos iniciativas de Clay: pasar a motores híbridos y abandonar los utilitarios deportivos, cuyo alto consumo de nafta espanta compradores.

Aunque la serie F sea en apariencia la más redituable, esta camioneta y otras de la marca están siendo arrastradas por la crisis de los todoterreno. La obstinación del management resulta aún más inexplicable si se observa lo bien que marcha Ford en Brasil, Argentina o Méjico, donde el marketing es más flexible y realista.

Ante esas novedades, la agencia Fitch Ratings bajará otro escalón la deuda de la compañía. Ahora es B+, cuatro grados bajo el techo a partir del cual entra en categorìa chatarra, y probablemente ceda a B. Standard&Poor’s y Moody’s Investors Service analizan rebajas las suyas a ese mismo nivel.

Ford presentó en enero la versión original de “rumbo adelante”, nombre irónico para un programa de achique. Preveía 30.000 menos puestos laborales, en el septenio 2006-12. Ya en julio, la firma señaló que aceleraría esos recortes y los de otros rubros en restructuración, luego de sufrir pérdidas por US$ 1.440 millones en el primer semestre. Por supuesto, el rojo de Ford sigue años luz por debajo de los US$ 10.600 millones que perdió General Motors en 2005.

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