domingo, 8 de diciembre de 2024

Etanol: proyectan invertir US$ 4.000 millones en un quinquenio

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La Asociación Maíz Argentino (Maizar) lanzó un programa para establecer de treinta a cuarenta refinerías de etanol. La red implica agregar 1.300.000 hectáreas (13.000 km2) en nuevos cultivos de ese grano y sorgo.

Eso implica una cosecha adicional de 10.000.000 toneladas métricas anuales, según el comunicado de la entidad. El plan contempla una inversión de US$ 2.000 millones en los primeros cinco años para instalación de plantas. Los otros 2.000 millones se destinarán, posteriormente, a sistemas de transporte y almacenamiento.

El proyecto podrá significar empleo directo a unas cinco mil personas. Se espera que el financiamiento provenga de productores interesados en un despegue del sector maicero. También se apelará a entidades multilaterales (Banco Mundial, Banco interamericano de desarrollo, etc.) comprometidas con el desarrollo de combustibles limpios.

La “cadena” de procesadoras se repartirá en varios puntos del país. Por supuesto, con énfasis en zonas agrícolas consideradas hasta ahora marginales. Uno de los objetivos básicos consiste en exportar unos 4.000.000 de metros cúbicos hacia 2011.

Maizar agrupa productores, acopiadores, fabricantes de insumos, comercializadores e investigadores vinculados a la cadena de valor agregado del cereal. Otra meta del programa es definir líneas de estrategia para promover el uso del combustible, algo que Brasil viene haciendo desde hace tiempo. El “plan Maizar pro etanol argentino” propende a desarrollar por lo menos tres núcleos productivos lejos de los puertos, donde no es hoy redituable cultivar maíz ni sorgo.

En la actualidad, la tonelada de maíz cuesta unos US$ 90, pero el flete del grano a la terminal portuaria insume hasta 40. Las regiones seleccionadas se ubican en el noroeste, Córdoba, San Luis, oeste de Buenos y La Pampa. En el primer caso, el área formaba parte de una vasta cultura del maíz, existente desde hace milenios.

La asociación no busca restarles grano a la avicultura, la lechería ni la ganadería. De ahí la idea de elevar la producción en franjas marginales. La cuestión no es ociosa: el maíz es insumo en unos 600 productos y los índices de precios reflejarían cualquier alteración en la oferta. El programa es ambicioso en inversiones y aumentos de producción. En este momento, Argentina cosecha de quince a veinte toneladas anuales y eso la convierte en segundo productor mundial de maíz, después de Estados Unidos. Pese a la superficie sembrada (2.470.000 Ha o 24.700 km2), es uno de los países más atrasados en el desarrollo de biocombustibles. La desactualización endémica y la reticencia a reinvertir ganancias del sector rural explica por qué no se produce etanol para ese uso.

No por casualidad, el esquema de Maizar surge justo después de que Jonathan Sörös -hijo del megafinancista húngaro- se comprometiera con el gobierno argentino a invertir entre US$250 y 500 millones en el área de biocombustibles. A criterio de la entidad local, las grandes multinacionales y los mercados “saben que el maíz argentino es el más barato del mundo. Existe gran potencial para el etanol, en tanto su demanda internacional marca notable crecimiento. De ahí que surjan tantos proyectos parecidos”.

Sin duda, Brasil domina en Latinoamérica. Refina 17.000.000 de m3 de etanol por año y su desarrollo está ligado a un vasto plan para llegar a autosuficiencia en combustibles, tanto fósiles como alternativos. No obstante, el primer productor global de etanol sigue siendo EE.UU., con 20 millones de m3 (pero es muy poco comparado con su demanda de hidrocarburos).

En otro plano, la refinación de maíz para obtener etanol brinda a la oferta alimentaria animal un residuo sumamente nutritivo. El programa estima que, si se llega a los 4.000.00 de m3 anuales, quedarían 2.500.000 tm de ese alimento.

Eso implica una cosecha adicional de 10.000.000 toneladas métricas anuales, según el comunicado de la entidad. El plan contempla una inversión de US$ 2.000 millones en los primeros cinco años para instalación de plantas. Los otros 2.000 millones se destinarán, posteriormente, a sistemas de transporte y almacenamiento.

El proyecto podrá significar empleo directo a unas cinco mil personas. Se espera que el financiamiento provenga de productores interesados en un despegue del sector maicero. También se apelará a entidades multilaterales (Banco Mundial, Banco interamericano de desarrollo, etc.) comprometidas con el desarrollo de combustibles limpios.

La “cadena” de procesadoras se repartirá en varios puntos del país. Por supuesto, con énfasis en zonas agrícolas consideradas hasta ahora marginales. Uno de los objetivos básicos consiste en exportar unos 4.000.000 de metros cúbicos hacia 2011.

Maizar agrupa productores, acopiadores, fabricantes de insumos, comercializadores e investigadores vinculados a la cadena de valor agregado del cereal. Otra meta del programa es definir líneas de estrategia para promover el uso del combustible, algo que Brasil viene haciendo desde hace tiempo. El “plan Maizar pro etanol argentino” propende a desarrollar por lo menos tres núcleos productivos lejos de los puertos, donde no es hoy redituable cultivar maíz ni sorgo.

En la actualidad, la tonelada de maíz cuesta unos US$ 90, pero el flete del grano a la terminal portuaria insume hasta 40. Las regiones seleccionadas se ubican en el noroeste, Córdoba, San Luis, oeste de Buenos y La Pampa. En el primer caso, el área formaba parte de una vasta cultura del maíz, existente desde hace milenios.

La asociación no busca restarles grano a la avicultura, la lechería ni la ganadería. De ahí la idea de elevar la producción en franjas marginales. La cuestión no es ociosa: el maíz es insumo en unos 600 productos y los índices de precios reflejarían cualquier alteración en la oferta. El programa es ambicioso en inversiones y aumentos de producción. En este momento, Argentina cosecha de quince a veinte toneladas anuales y eso la convierte en segundo productor mundial de maíz, después de Estados Unidos. Pese a la superficie sembrada (2.470.000 Ha o 24.700 km2), es uno de los países más atrasados en el desarrollo de biocombustibles. La desactualización endémica y la reticencia a reinvertir ganancias del sector rural explica por qué no se produce etanol para ese uso.

No por casualidad, el esquema de Maizar surge justo después de que Jonathan Sörös -hijo del megafinancista húngaro- se comprometiera con el gobierno argentino a invertir entre US$250 y 500 millones en el área de biocombustibles. A criterio de la entidad local, las grandes multinacionales y los mercados “saben que el maíz argentino es el más barato del mundo. Existe gran potencial para el etanol, en tanto su demanda internacional marca notable crecimiento. De ahí que surjan tantos proyectos parecidos”.

Sin duda, Brasil domina en Latinoamérica. Refina 17.000.000 de m3 de etanol por año y su desarrollo está ligado a un vasto plan para llegar a autosuficiencia en combustibles, tanto fósiles como alternativos. No obstante, el primer productor global de etanol sigue siendo EE.UU., con 20 millones de m3 (pero es muy poco comparado con su demanda de hidrocarburos).

En otro plano, la refinación de maíz para obtener etanol brinda a la oferta alimentaria animal un residuo sumamente nutritivo. El programa estima que, si se llega a los 4.000.00 de m3 anuales, quedarían 2.500.000 tm de ese alimento.

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