sábado, 26 de abril de 2025

Dudas de accionistas en torno de la fusión Santander-Abbey

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Banco Santander Central Hispano (BSCH) resolvió comprar, por US$ 14.740 millones, Abbey National (Gran Bretaña). Pero todavía afronta accionistas aprensivos y expertos escépticos, por la falta de sinergias en el conglomerado resultante.

Si la operación tiene éxito, habrá gestado el mayor grupo financiero transnacional dentro de la Unión Europea en su conformación actual. Quizá para neutralizar el clima de dudas en la región, varios directivos de la entidad española se lanzaron a una serie de presentaciones en Londres y Madrid, para lograr apoyo y cristalizar la fusión.

Un día después de la presentación, surgían aprensiones sobre oportunidad y precio de la transacción, considerado demasiado barato. Abbey, segunda banca hipotecaria del Reino Unido y sexta en capitalización bursátil, rechazó en 2003 una oferta de Bank of Ireland, por el equivalente de casi US$ 20.000 millones. Más aún: los españoles deberán persuadir a los accionistas de ambas entidades en cuanto a que podrán reducir costos según lo prometido. Esto afronta un obstáculo: las respectivas líneas de negocios no empalman.

“Todo esto subraya cuánto le queda a la UE para ser un mercado bancario integrado”, apunta el “Financial Times”. Esta fuente y otras admiten que el matrimonio generará el décimo banco del mundo en valor de mercado (€ 49.600 millones). Pero “la institución hispana no está invirtiendo en la Eurozona (los doce adherentes a la moneda única) y, en Gran Bretaña, se alejan las posibilidades de ingresar ahí”.

Hasta esta operación, el BSCH se especializaba en expandirse dentro de Latinoamérica, terreno muy familiar para bancos y empresas peninsulares. Ahora, la unión propuesta involucra idiomas, monedas (euro, libra), culturas y contextos reguladores diferentes. Además, el Santander esta controlado por una familia, y se nota. Por ejemplo, durante la presentación del lunes en Londres, casi todos hablaban en castellano y no había intérpretes. Justamente, en la cuna del inglés, lengua de la globalización.

“Sorprende mucho que BSCH esté adquiriendo un banco hipotecario en rojo, mientras el Banco de Inglaterra está elevando tasas para desinflar una burbuja especulativa con bienes raíces”. Así objeta el fondo madrileño Profit SA, que tiene acciones en el Santander. A su vez, su perfil es netamente minorista, pues tiene 59 millones de clientes. Con activos por € 617.900 millones, 85% de las utilidades de la futura unión saldrá del público menudo.

Hay otra cuestión. Merced a la inexistencia de regulaciones británicas sobre compraventa de bancos, lo de BSCH es una toma, no una fusión propiamente dicha. Algo que Emilio Botín no pudo hacer en Alemania –por el contrario, tuvo que liquidar activos en los 90- ni en Francia, cuyo gobierno bloqueó en 1999 la compra de Société Générale.

Si la operación tiene éxito, habrá gestado el mayor grupo financiero transnacional dentro de la Unión Europea en su conformación actual. Quizá para neutralizar el clima de dudas en la región, varios directivos de la entidad española se lanzaron a una serie de presentaciones en Londres y Madrid, para lograr apoyo y cristalizar la fusión.

Un día después de la presentación, surgían aprensiones sobre oportunidad y precio de la transacción, considerado demasiado barato. Abbey, segunda banca hipotecaria del Reino Unido y sexta en capitalización bursátil, rechazó en 2003 una oferta de Bank of Ireland, por el equivalente de casi US$ 20.000 millones. Más aún: los españoles deberán persuadir a los accionistas de ambas entidades en cuanto a que podrán reducir costos según lo prometido. Esto afronta un obstáculo: las respectivas líneas de negocios no empalman.

“Todo esto subraya cuánto le queda a la UE para ser un mercado bancario integrado”, apunta el “Financial Times”. Esta fuente y otras admiten que el matrimonio generará el décimo banco del mundo en valor de mercado (€ 49.600 millones). Pero “la institución hispana no está invirtiendo en la Eurozona (los doce adherentes a la moneda única) y, en Gran Bretaña, se alejan las posibilidades de ingresar ahí”.

Hasta esta operación, el BSCH se especializaba en expandirse dentro de Latinoamérica, terreno muy familiar para bancos y empresas peninsulares. Ahora, la unión propuesta involucra idiomas, monedas (euro, libra), culturas y contextos reguladores diferentes. Además, el Santander esta controlado por una familia, y se nota. Por ejemplo, durante la presentación del lunes en Londres, casi todos hablaban en castellano y no había intérpretes. Justamente, en la cuna del inglés, lengua de la globalización.

“Sorprende mucho que BSCH esté adquiriendo un banco hipotecario en rojo, mientras el Banco de Inglaterra está elevando tasas para desinflar una burbuja especulativa con bienes raíces”. Así objeta el fondo madrileño Profit SA, que tiene acciones en el Santander. A su vez, su perfil es netamente minorista, pues tiene 59 millones de clientes. Con activos por € 617.900 millones, 85% de las utilidades de la futura unión saldrá del público menudo.

Hay otra cuestión. Merced a la inexistencia de regulaciones británicas sobre compraventa de bancos, lo de BSCH es una toma, no una fusión propiamente dicha. Algo que Emilio Botín no pudo hacer en Alemania –por el contrario, tuvo que liquidar activos en los 90- ni en Francia, cuyo gobierno bloqueó en 1999 la compra de Société Générale.

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