Dos gigantes estatales rusos quieren comprarse una petrolera

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Gazprom y Rosñeft, ambas controladas por Moscú, están negociando separadamente la adquisición de la privada Syibñeft, quinta petreolera rusa. Ello significa que el Kremlin busca aumentar su control en sectores básicos.

Claramenta, esta política va quitándoles espacios a compañías extranjeras, particularmente occidentales. Esto puede influir en los mercados, pues Rusia en la segunda fuente mundial de hidrocarburos. En cuanto a Sybñeft, su actual valor en plaza se acerca de US$ 14.600 millones, pero varios analistas estiman que podría llegar a 20.000 millones si su venta estuviese abierta a capitales o petroleras del exterior.

Gente allegada a la empresa señala que no hay signos de un acuerdo inminente. Subsisten, en efecto, considerables problemas políticos, jurídicos y financieros, que pueden trabar cualquier transacción. Pero, la semana pasada el gobierno de Vladyímir Putin descartó planes para fusionar Gazprom y Rosñeft, las dos firmas que más pujaban para ampliar negocios.

La segunda, antes lejos de las líderes, se ha catpultado a los primeros puestos conb la compra de Yuganskñeftyergaz, la principal unidad del ex grupo Yukos. La obtuvo mediante turbias maniobras en una subasta escandalosa.

En otro plano, Putin ha vuelto a lanzarsae contra uno de los “oligarcas liberales” más notorios, Anatoly Chubais, que arriesga cargos penales derivados del gigantes apoagón sufrido en Moscú días atrás. Chubais es director ejecutivo de Unified Energy System (UES), el monopolio eléctrico estatal.

Siempre enfrentado al presidente “tsar”, en marzo escapó a un atentado. Su imagen política es mala, pues el público lo identifica –no sin buenos motivos- con la malventa de los activos más valiosos del estado ruso en los 90, tras la licuación del régimen soviético.

Claramenta, esta política va quitándoles espacios a compañías extranjeras, particularmente occidentales. Esto puede influir en los mercados, pues Rusia en la segunda fuente mundial de hidrocarburos. En cuanto a Sybñeft, su actual valor en plaza se acerca de US$ 14.600 millones, pero varios analistas estiman que podría llegar a 20.000 millones si su venta estuviese abierta a capitales o petroleras del exterior.

Gente allegada a la empresa señala que no hay signos de un acuerdo inminente. Subsisten, en efecto, considerables problemas políticos, jurídicos y financieros, que pueden trabar cualquier transacción. Pero, la semana pasada el gobierno de Vladyímir Putin descartó planes para fusionar Gazprom y Rosñeft, las dos firmas que más pujaban para ampliar negocios.

La segunda, antes lejos de las líderes, se ha catpultado a los primeros puestos conb la compra de Yuganskñeftyergaz, la principal unidad del ex grupo Yukos. La obtuvo mediante turbias maniobras en una subasta escandalosa.

En otro plano, Putin ha vuelto a lanzarsae contra uno de los “oligarcas liberales” más notorios, Anatoly Chubais, que arriesga cargos penales derivados del gigantes apoagón sufrido en Moscú días atrás. Chubais es director ejecutivo de Unified Energy System (UES), el monopolio eléctrico estatal.

Siempre enfrentado al presidente “tsar”, en marzo escapó a un atentado. Su imagen política es mala, pues el público lo identifica –no sin buenos motivos- con la malventa de los activos más valiosos del estado ruso en los 90, tras la licuación del régimen soviético.

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