La escandalosa asamblea general de días atrás puede haber iniciado el proceso de “divorcio” entre la firma alemana y su filial norteamericana, con consecuencias en todo el mundo. Inversores institucionales (o sea, fondos), Deutsche Bank –mayor accionista del paquete, con 10,4%- y el emirato de Kuweit (7,2%) están discutiendo en privado el destino de DaimlerChrysler y su cuestionado CEO, Jürgen Schremp.
En verdad, su suerte está sellada, pues DB era su aliado clave en el directorio actual. De acuerdo con fuentes de Londres y Zürich, en los últimos meses esos tres accionistas principales han recibido varias ofertas de compra. Todas especulaban con una crisis de management y la rebelión de los accionistas les dieron mayor impulso.
Marginado por Deutsche Bank, que tiene su cuota de culpas en el proceso iniciado en 1999, Schrempp contempla su renuncia. El grupo objeto lo quiere echar y lo responsabiliza de “un gravísimo error: la compra de Chrsyler, una firma al borde de la quiebra que, desde entonces, deteriora la rentabilidad del grupo y genera crecientes déficit”.
Además, “esta perjudicando la imagen de una marca como Mercedes-Benz”. A tal punto, que la dirigencia política y la opinión pública ven con inquietud la “eventual extranjerización de un símbolo”. Algunos legisladores inclusive piensan gestionar que Volkswagen se haga cargo de Daimler-Benz, una vez escindida Chrysler (que podría venderse a Toyota o Nissan).
La escandalosa asamblea general de días atrás puede haber iniciado el proceso de “divorcio” entre la firma alemana y su filial norteamericana, con consecuencias en todo el mundo. Inversores institucionales (o sea, fondos), Deutsche Bank –mayor accionista del paquete, con 10,4%- y el emirato de Kuweit (7,2%) están discutiendo en privado el destino de DaimlerChrysler y su cuestionado CEO, Jürgen Schremp.
En verdad, su suerte está sellada, pues DB era su aliado clave en el directorio actual. De acuerdo con fuentes de Londres y Zürich, en los últimos meses esos tres accionistas principales han recibido varias ofertas de compra. Todas especulaban con una crisis de management y la rebelión de los accionistas les dieron mayor impulso.
Marginado por Deutsche Bank, que tiene su cuota de culpas en el proceso iniciado en 1999, Schrempp contempla su renuncia. El grupo objeto lo quiere echar y lo responsabiliza de “un gravísimo error: la compra de Chrsyler, una firma al borde de la quiebra que, desde entonces, deteriora la rentabilidad del grupo y genera crecientes déficit”.
Además, “esta perjudicando la imagen de una marca como Mercedes-Benz”. A tal punto, que la dirigencia política y la opinión pública ven con inquietud la “eventual extranjerización de un símbolo”. Algunos legisladores inclusive piensan gestionar que Volkswagen se haga cargo de Daimler-Benz, una vez escindida Chrysler (que podría venderse a Toyota o Nissan).