La transacción también empuja a Metropolitan del octavo al segundo lugar genérico –muy cerca de Hartford Life- y al tercero en el segmento rentas vitalicias. Para Citigroup, por el contrario, es otro paso atrás en la filosofía de “shopping” múltiple, legado del viejo First National City Bank of New York, otrora hegemónico en banca minorista.
La entidad fue descuidando ese mercado hasta la fusión con Travelers Group, cuya cúpula pronto se desembarazó de John Reed y sus amigos, salpicados por una serie de negocios poco claras en Argentina, Méjico y otros países latinoamericanos. A partir de 1990, el flamante Citigroup se lanzó al “modelo supermercado”, que combinaba banca de todo tipo, manejo de valores y seguros.
Años después, el conglomerado descubrió que los seguros no eran tan redituables como pensaba y que otros negocios tampoco crecían como se había supuesto. Tras dos escándalos en banca privada (Gran Bretaña y Japón, 2004), el grupo resolvió volver a las fuentes: banca minorista y banca de inversión.
Pero la escisión será paulatina. Como parte del acuerdo, MetLife comercializará durante diez años vía Citigroup sus servicios financieros (ahora se estila llamarlos “productos” y a sus clientes “consumidores”) Ello involucra a la firma de valores minoristas Solomon Smith Barney –de accidentada carrera en los últimos años- y a las sucursales de Citibank.
El vendedor percibirá de mil a tres mil millones en acciones de MetLife y el resto en efectivo. Esto implica US$ 2.000 millones de ganancia neta, sujeta a ajustes cuando se cierre la transacción. “La compra aprovecha parte del capital excedente en la aseguradora y representa US$ 5.200 millones anuales en presuntos retornos adicionales, con mejores perspectivas en dividendos”, señala Gartmore Global Investmentes, una cartera de US$ 80.000 millones que posee papeles de MetLife.
Curiosamente, este transpaso de activos y negocios excluye a México, por la participación del grupo local Banamex en ese paquete. Pero incluye a Brasil, Argentina y Chile. Sea como fuere, esta operación tal vez inicia un período de fusiones y adquisición en el negocio mundial del seguro, bastante deteriorado desde principios de este siglo por varios motivos, entre ellos los desastres naturales acaecidos en media Europa en 2001-2 y nuevamente ahora.
Existe ahora un nuevo incentivo a F&A, que empresas, analistas y medios tratan de silenciar el mayor tiempo posible: los costos del maremoto en el Índico y las consiguientes indemnizaciones. En lo tocante al vendedor, los errores que acabarían con el reino de Sanford Weill ya lo habían obligado a quitarse de encima la división Travelers Property Casualty (seguros sobre accidentes que afecten bienes), a fines de 2001.
La transacción también empuja a Metropolitan del octavo al segundo lugar genérico –muy cerca de Hartford Life- y al tercero en el segmento rentas vitalicias. Para Citigroup, por el contrario, es otro paso atrás en la filosofía de “shopping” múltiple, legado del viejo First National City Bank of New York, otrora hegemónico en banca minorista.
La entidad fue descuidando ese mercado hasta la fusión con Travelers Group, cuya cúpula pronto se desembarazó de John Reed y sus amigos, salpicados por una serie de negocios poco claras en Argentina, Méjico y otros países latinoamericanos. A partir de 1990, el flamante Citigroup se lanzó al “modelo supermercado”, que combinaba banca de todo tipo, manejo de valores y seguros.
Años después, el conglomerado descubrió que los seguros no eran tan redituables como pensaba y que otros negocios tampoco crecían como se había supuesto. Tras dos escándalos en banca privada (Gran Bretaña y Japón, 2004), el grupo resolvió volver a las fuentes: banca minorista y banca de inversión.
Pero la escisión será paulatina. Como parte del acuerdo, MetLife comercializará durante diez años vía Citigroup sus servicios financieros (ahora se estila llamarlos “productos” y a sus clientes “consumidores”) Ello involucra a la firma de valores minoristas Solomon Smith Barney –de accidentada carrera en los últimos años- y a las sucursales de Citibank.
El vendedor percibirá de mil a tres mil millones en acciones de MetLife y el resto en efectivo. Esto implica US$ 2.000 millones de ganancia neta, sujeta a ajustes cuando se cierre la transacción. “La compra aprovecha parte del capital excedente en la aseguradora y representa US$ 5.200 millones anuales en presuntos retornos adicionales, con mejores perspectivas en dividendos”, señala Gartmore Global Investmentes, una cartera de US$ 80.000 millones que posee papeles de MetLife.
Curiosamente, este transpaso de activos y negocios excluye a México, por la participación del grupo local Banamex en ese paquete. Pero incluye a Brasil, Argentina y Chile. Sea como fuere, esta operación tal vez inicia un período de fusiones y adquisición en el negocio mundial del seguro, bastante deteriorado desde principios de este siglo por varios motivos, entre ellos los desastres naturales acaecidos en media Europa en 2001-2 y nuevamente ahora.
Existe ahora un nuevo incentivo a F&A, que empresas, analistas y medios tratan de silenciar el mayor tiempo posible: los costos del maremoto en el Índico y las consiguientes indemnizaciones. En lo tocante al vendedor, los errores que acabarían con el reino de Sanford Weill ya lo habían obligado a quitarse de encima la división Travelers Property Casualty (seguros sobre accidentes que afecten bienes), a fines de 2001.