El problema reside en la reticencia de los inversores ante los términos del empréstito. Por ahora, cinco entidades conducidas por JP Morgan Chase piensan tomar alrededor de US$ 10.000 dólares en deuda nueva e intentar revenderla más tarde. Chrysler y Cerberus llevarán los 2.000 millones restantes.
Estas dificultades reflejan una serie de reveses para los fondos cerrados y los bancos. Todos tratan de recolocar deuda emitida para financiar compras apalancadas. En realidad, varias transacciones hoy en duda hubiesen podido encararse como fusiones o adquisiciones normales, sin intervención de intermediarios que buscan sacar ganancias sin arriesgar dinero propio.
Dieter Zetsche, todavía número 1 de Daimler, y Cerberus insisten en que la transacción se concluirá en tiempo y forma. El fono especulativo aceptó, en mayor, pagar US$ 7.400 millones por 81% de CG, asumir deudas sociales por 9.000 millones e invertir 5.000 millones en la automotriz durante el quinquenio 2007-11.
La compañía aún debe colocar préstamos para su división financiera, para lo cual primero debe elevar las tasas ofrecidas al mercado. Entretanto, al menos 35 ofertas de deuda han sido postergadas o han elevado intereses propuestos. Los inversores, entretanto, empiezan a exigir mejores términos para bonos –relativos a compras apalancadas- que ya daban altos rendimientos.
Un informe de la consultoría especializada Casesa Shapiro group lo dice con claridad: “El mercado debe corregirse y buscar valores adecuados. Este proceso les acarreará problemas a Ford, Chrysler y otros. Máxime si lo acompañan un debilitamiento económico, menor crecimiento de ingresos, mayor desempleo o deterioro en la confianza del público. Por otra parte, el management se encuentra casi sin opciones”.
Este cuadro es totalmente opuesto, en el caso de las automotrices, al de hace pocos meses. Así, en marzo Ford Motor vendió Aston Martin por US$ 848 millones, sin problemas. En noviembre, la misma compañía salió en pos de US$ 18.000 millones para restructurarse y halló tantos prestamistas interesados que tomó 23.000 millones. Pero ya en ese momento hubo un factor que debería haber encendido luces amarillas…
Para seducir a los inversores, Ford ofreció colaterales atractivos. Para ello, hipotecó edificios comerciales, patentes –inclusive el óvalo azul-, participaciones en Ford Credit y Volvo, etc. Eso nunca había sucedido en 103 años de historia. Ahora se sabe por qué la llegó a semejantes extremos.
El problema reside en la reticencia de los inversores ante los términos del empréstito. Por ahora, cinco entidades conducidas por JP Morgan Chase piensan tomar alrededor de US$ 10.000 dólares en deuda nueva e intentar revenderla más tarde. Chrysler y Cerberus llevarán los 2.000 millones restantes.
Estas dificultades reflejan una serie de reveses para los fondos cerrados y los bancos. Todos tratan de recolocar deuda emitida para financiar compras apalancadas. En realidad, varias transacciones hoy en duda hubiesen podido encararse como fusiones o adquisiciones normales, sin intervención de intermediarios que buscan sacar ganancias sin arriesgar dinero propio.
Dieter Zetsche, todavía número 1 de Daimler, y Cerberus insisten en que la transacción se concluirá en tiempo y forma. El fono especulativo aceptó, en mayor, pagar US$ 7.400 millones por 81% de CG, asumir deudas sociales por 9.000 millones e invertir 5.000 millones en la automotriz durante el quinquenio 2007-11.
La compañía aún debe colocar préstamos para su división financiera, para lo cual primero debe elevar las tasas ofrecidas al mercado. Entretanto, al menos 35 ofertas de deuda han sido postergadas o han elevado intereses propuestos. Los inversores, entretanto, empiezan a exigir mejores términos para bonos –relativos a compras apalancadas- que ya daban altos rendimientos.
Un informe de la consultoría especializada Casesa Shapiro group lo dice con claridad: “El mercado debe corregirse y buscar valores adecuados. Este proceso les acarreará problemas a Ford, Chrysler y otros. Máxime si lo acompañan un debilitamiento económico, menor crecimiento de ingresos, mayor desempleo o deterioro en la confianza del público. Por otra parte, el management se encuentra casi sin opciones”.
Este cuadro es totalmente opuesto, en el caso de las automotrices, al de hace pocos meses. Así, en marzo Ford Motor vendió Aston Martin por US$ 848 millones, sin problemas. En noviembre, la misma compañía salió en pos de US$ 18.000 millones para restructurarse y halló tantos prestamistas interesados que tomó 23.000 millones. Pero ya en ese momento hubo un factor que debería haber encendido luces amarillas…
Para seducir a los inversores, Ford ofreció colaterales atractivos. Para ello, hipotecó edificios comerciales, patentes –inclusive el óvalo azul-, participaciones en Ford Credit y Volvo, etc. Eso nunca había sucedido en 103 años de historia. Ahora se sabe por qué la llegó a semejantes extremos.