Caso SME: Cesare Previti, condenado a cinco años

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El tribunal de apelaciones milanés, contra intensas presiones del gobierno, halló culpables a Previti, otro abogado y un ex magistrado -Attilio Pacifico y Renato Squillante- de corrupción. Es decir, intento de comprar jueces en el asunto.

Según el veredicto, que será apelado –con escasas posibilidades-, desde 1991 Previti sobornaba en forma regular a Squillante. El objeto era “comprar protección judicial” para Fininvest (hoy Mediaset), grupo controlado por Silvio Berlusconi. El actual primer ministro forzó, años después, una ley de inmunidad temporaria para él (o sea, mientras durase en el cargo).

De hecho, Berlusconi ya había afrontado procesos por corrupción en 1983 y 1970, dado que sus negocios siempre echaron mano a prácticas turbias. Sólo una peculiar mezcla de demagogía, socios políticos poco escrupulosos –Umberto Bossi, Gianfranco Fini, etc,- y el escaso seso de los votantes explica que haya obtenido dos veces la jefatura del gobierno. En esta oportunidad, el asunto SME viene arrastrándose desde 1999, pero se origina en delitos cometidos a partir de 1991.

Los tres integrantes del tribunal de alzada se tomaron cinco meses de labor y 27 audiencias para arribar al dictamen. Las penas van de cuatro (Pacifico) a siete años (Squillante), con cinco para Previti mismo. En el caso específico de este abogado –que representaba al propio Berlusconi-, el reo deberá resarcir al fisco en un millón de euros.

Cabe recordar que se trata de varios procesos que parecen cajas chinescas. El que se ventiló en segunda instancia (Milán) data realmente de 1988. Por entonces, una trama de maniobras irregulares logró separar del INI estatal a la metalmecánica SME. En esto se involucró (1991) Fininvest, el holding de Berlusconi.

Con el tiempo, su expansión en el negocio medios, método para crear poder político, manipulando la opinión pública en favor de un neofascismo “light”, y la conveniencia de disimular viejos escándalos hicieron cambiar el nombre de la sociedad a Mediaset. Entre sus activos está el club Inter, tan insolvente como buena parte del fútbol italiano. Ahora, la apelación en tercera instancia presupone un riesgo: alargar el proceso hasta las elecciones generales de 2006, que casi todas las encuestas presentan muy desfavorables para Berlusconi, su endeble coalición y el surtido de leyes aprobadas por un parlamento cuya composición, desde 2003/4, no refleja el mapa electoral verdadero.

Según el veredicto, que será apelado –con escasas posibilidades-, desde 1991 Previti sobornaba en forma regular a Squillante. El objeto era “comprar protección judicial” para Fininvest (hoy Mediaset), grupo controlado por Silvio Berlusconi. El actual primer ministro forzó, años después, una ley de inmunidad temporaria para él (o sea, mientras durase en el cargo).

De hecho, Berlusconi ya había afrontado procesos por corrupción en 1983 y 1970, dado que sus negocios siempre echaron mano a prácticas turbias. Sólo una peculiar mezcla de demagogía, socios políticos poco escrupulosos –Umberto Bossi, Gianfranco Fini, etc,- y el escaso seso de los votantes explica que haya obtenido dos veces la jefatura del gobierno. En esta oportunidad, el asunto SME viene arrastrándose desde 1999, pero se origina en delitos cometidos a partir de 1991.

Los tres integrantes del tribunal de alzada se tomaron cinco meses de labor y 27 audiencias para arribar al dictamen. Las penas van de cuatro (Pacifico) a siete años (Squillante), con cinco para Previti mismo. En el caso específico de este abogado –que representaba al propio Berlusconi-, el reo deberá resarcir al fisco en un millón de euros.

Cabe recordar que se trata de varios procesos que parecen cajas chinescas. El que se ventiló en segunda instancia (Milán) data realmente de 1988. Por entonces, una trama de maniobras irregulares logró separar del INI estatal a la metalmecánica SME. En esto se involucró (1991) Fininvest, el holding de Berlusconi.

Con el tiempo, su expansión en el negocio medios, método para crear poder político, manipulando la opinión pública en favor de un neofascismo “light”, y la conveniencia de disimular viejos escándalos hicieron cambiar el nombre de la sociedad a Mediaset. Entre sus activos está el club Inter, tan insolvente como buena parte del fútbol italiano. Ahora, la apelación en tercera instancia presupone un riesgo: alargar el proceso hasta las elecciones generales de 2006, que casi todas las encuestas presentan muy desfavorables para Berlusconi, su endeble coalición y el surtido de leyes aprobadas por un parlamento cuya composición, desde 2003/4, no refleja el mapa electoral verdadero.

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